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RECUENTO FINAL
El concepto de microrrelato propone una
forma discursiva nueva que sitúa sus límites en la expresión narrativa misma, y
corresponde al eslabón más breve en la cadena del concepto general de
narratividad. Durante décadas se hablaba de novela,
novela corta, cuento, relato y microrrelato,
este como una forma más de esa cadena, tanto es así que Irene Andrés-Suárez, lo
define como “un texto literario en prosa, articulado entorno a dos principios
básicos: hiperbrevedad y narratividad, factor que permite distinguirlo de otras
modalidades prosísticas desprovistas de la sustancia narrativa”. La
hiperbrevedad condiciona la trama, los rasgos formales, la temática, la economía
narrativa, la elisión y la concisión, que resultan características esenciales
de este tipo de textos. Quizá por eso, al microrrelato lo gobiernan leyes
distintas a las de la literatura, se distingue por su concisión y su naturaleza
elíptica, que Raúl Brasca define como “portentoso poder de sugerencia de lo no
dicho cuando lo dicho ha sido sabiamente calculado”; y respecto a la
narratividad, los conceptos estructurales oscilan entre un punto de partida, la
temporalidad y la unidad temática, la unidad de acción y la causalidad. Al
escritor de microrrelatos, según Merino, no le interesa del desarrollo, sino el
momento climático de la historia, que lo diferencia del cuento más clásico, y
contar con lectores con un estado mental muy particular, dispuestos a rellenar
cuantos vacíos de información le proporcione un texto de semejante naturaleza.
Jesús Esnaola (San Sebastián, 1966)
entrega, Los años de lluvia (2012),
una colección extraordinaria de ochenta y seis microrrelatos escritos en un
dilatado tiempo, el proporcionado al narrador para llevar a cabo un riguroso
proceso de depuración, y así conseguir un buen puñado de historias. El libro
está dividido en dos amplias secciones, una primera cuya característica
esencial es su imaginación, y resulta tan evocadora como deslumbrante por su capacidad
elíptica, que titula, “Un vago secreto”, porque en sus breves historias, mezcla
misterio con horror, y en otras, esperanza con destino, un combinado de
aspectos increíbles de nuestra vida cotidiana que solo pueden hacerse realidad
a través de la certera pluma que nos lleva o traslada a ese lado oscuro como ocurre
en los estupendos, “Duvú”, “El niño de la guerra” o “Sensaciones”, que evocan
esos otros límites, incluido el horror sin paliativos; y en la segunda, “El tiempo
de papel”, la realidad se concreta ahora en aquello que nos circunda, y en los
breves “La mesilla”, “Familia tradicional”, “Lentejas”, aparece la apariencia y
la crueldad, el humor y el sarcasmo, incluso una mordaz ironía, como ocurre en
“Complementarios”. Los años de lluvia
es una colección de relatos que, tras una lectura atenta, nos hacen
replantearnos la vida, incluso nos llevan a realizar un recuento final
indescriptible porque, en muchos de ellos, se produce esa sensación de inquietud
y nos mantienen en vilo hasta la última página.
LOS AÑOS DE
LLUVIA
Jesús Esnaola
Sevilla,
Paréntesis, 2012
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