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EL ESPACIO DE LA FICCIÓN
(Historias
de otro lugar. Cuentos reunidos, 1982-2004)
José María Merino (La Coruña, 1941) ha escrito
que su relación con la literatura fue, desde su infancia, de lector voraz, en
sus comienzos escribió unos cuantos poemas, que llegaron a convertirse en dos
libros publicados, aunque los pasadizos de su imaginación, le llevarían a la
construcción de textos de ficción narrativa donde desarrollar los conceptos de
realidad y de enigma. Bastantes años después, Merino forma parte de esa raza de
escritores que desde sus inicios como narrador, vuelven al relato como el
auténtico arte de contar, superando esa tesitura que oscila entre realismo e
idealismo, entre formalismo y contenido, es decir, el proceso de escritura
puro, o la literatura de compromiso. En la década de los 80 se le llamó la
«nueva fabulación» en la que sirviéndose de la realidad o del dato histórico se
descubre el revés de lo real y lo fantástico, siguiendo la estela de Todorov
cuando habla de esa incertidumbre entre lo real y lo irreal, entre la
vigilia y el sueño, entre la evocación de la memoria y una realidad presente.
Su literatura, en permanente actualidad, se renueva por la reciente aparición
de Cuentos reunidos (1982-2004), el volumen que, con el título de Historias
del otro lugar (2010), compila buena parte de la totalidad de sus
colecciones publicadas.
Hasta el momento la obra breve de José
María Merino se compone de Cuentos del reino secreto (1982), El
viajero perdido (1990), Cuentos del Barrio del Refugio (1994), 50
cuentos y una fábula. Obra breve (1982-1997) (1997), La casa de los dos
portales y otros cuentos (1999), Cuentos (2000), Días imaginarios
(2002), Cuentos de los días raros (2004), Cuentos del libro de la
noche (2005) y La glorieta de los fugitivos. Minificción completa
(2007) y Las puertas de lo posible (2008) que en su mayoría se adscriben
al género fantástico-maravilloso, situados cronológicamente en la Antigüedad o en la Edad Media, y elementos
de ficción científica. En esta ocasión, Historias del otro lugar, recoge
cinco de sus repertorios más amplios, Cuentos del reino secreto (1982), El
viajero perdido (1990), Cuentos del Barrio del Refugio (1994), Cinco
cuentos y una fábula (1997) y Cuentos de los días raros (2004),
quedan excluidos, por consiguiente, su minificción o microrrelatos, que hoy ya
constituyen un apartado importante en la obra breve del autor leonés.
Cuentos del reino secreto, reúne
un puñado de relatos en los que los prodigios se suceden en la Antigüedad como en la Edad Media, por
ejemplo, «Valle del silencio» y «Expiación», ambientados en la Iberia romana y «La prima
Rosa» y «La casa de los dos portales», en la Edad Media; en todos
estos cuentos, los protagonistas son niños y adolescentes. Los prodigios, que
se cuentan, son vividos como si de una realidad se tratara sin que el narrador
manifieste al lector sus posibles dudas, sino que prolonga la experiencia, a
veces, durante toda una vida. En su siguiente colección, El viajero perdido,
los once cuentos no se sitúan en el espacio geográfico anterior, es decir, la
frontera leonesa con Asturias y Galicia; ahora los personajes son adultos que
se muestran escépticos ante los desafíos de credibilidad de las situaciones
vividas. Lo fantástico está aquí servido por una técnica realista que describe
los ámbitos imaginarios originados por acontecimientos muy cotidianos. En el
tercer volumen, Cuentos del Barrio del Refugio, el espacio es urbano,
concretamente, madrileño, aunque aparece un paisaje suburbano que se quedó al
margen de la evolución de una modernidad de la capital: casas abandonadas,
callejas tortuosas y mal iluminadas, sombras, brumas que se extienden por
barrios habitados por ancianos abandonados, vagabundos, drogadictos o
inmigrantes sin cobijo alguno. Habría que señalar que a diferencia de sus dos
anteriores libros, en este surge de alguna manera un narrador de un mismo
sentir y parecer, con esa aparente actitud científica, que en los dos volúmenes
anteriores solo se veía en sus personajes, como ocurre con el cuento, «Los
paisajes imaginarios», incluido en su libro, El viajero perdido, que
ofrece una visión de las perturbaciones visuales que sufre el protagonista, con
lo que esa inquietud y esa duda que, indudablemente, caracterizan su lectura en
clave fantástica, se disuelve al final.
La obra narrativa breve de Merino ha sido
estudiada en numerosas ocasiones, a propósito de esa fantástica visión que
ofrecen la mayoría de sus relatos, además de esa manifiesta voluntad de
presentar fenómenos diversos como la irrupción del mundo ficticio en el real,
apariciones de ultratumba, seres o cosas de otros tiempos y espacios,
espíritus, monstruos, metamorfosis; pero pese a lo que pudiera pensarse con
respecto a este tipo de narrativa, reducida a una mera anécdota, tanto los
valores esenciales como los existencialistas plantean tanto al narrador, como
al personaje y al lector, no pocas dudas acerca de esa adscripción al género
maravilloso-fantástico. Cinco cuentos y una fábula, recoge «El huésped»,
«El adivino confuso», «El séptimo viaje», «La voz del agua», «Los frutos del
mar», y «Artrópodos y hadanes (fábula)», que ya aparecía en el volumen que, de
alguna manera, reunía su ficción breve hasta el momento, e incluía esta fábula
de cierta esperanza utópica, lo que se denominaba por los setenta, fantasía
científica, un género de gran vitalidad, según el autor. Cuentos de los
días raros (2004), quince relatos que nos hablan de esos días raros,
siempre al acecho para traernos la fascinación o el desasosiego de lo
imprevisto, de lo misterioso, de lo fatal, para mostrarnos, en definitiva, lo
que puede esconderse tras las imágenes de lo cotidiano. Al profesor Souto
empiezan a sorprenderle las respuestas de la inteligencia artificial que, él
mismo, está ayudando a crear.
En el conjunto de Historias del otro
lugar, el curioso lector, puede, una vez más, preguntarse por el lugar que
corresponde al espacio de la ficción, inevitable sombra esclarecedora de la
realidad para los seres humanos, y ese «otro lugar» por su visión de una
auténtica fantasía, hechos que, indiscutiblemente, pertenecen al ámbito de la
mejor literatura. Merino traslada muchas de sus historias a ese mundo extraño,
encuadrado en el marco de lo fantástico, y en cuya configuración y presencia,
la muerte, entre otros elementos, actúa simbólicamente entre dos mundos
diferentes, con acciones que se interfieren continuamente, e incluye,
además, esa «voz» que en ocasiones
encierra alguna explicación de las acciones de sus cuentos, se queja de una
vida decadente, que reitera, en cierta medida, el concepto de «metanovela»,
hecho que ocurre tanto en el conjunto de su narrativa breve como en la extensa,
y que explicaría esa conciencia explícita del narrador y de sus personajes, por
supuesto, de pertenecer a una realidad imaginada, dirigida por ese «demiurgo»
que ofrece la literatura como auténtica salvación.
José
María Merino, Historias del otro lugar; Madrid, Alfaguara, 2010; 708
págs.
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