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Vicente Luis Mora (Córdoba, 1970)
entiende los libros como esos lugares donde indagar, se sumerge en oscuros
pasadizos, utiliza vasos comunicantes que acercan conceptos tan amplios y
diversos como la noción de novela y metanovela, relato o intertexto para llegar
a significaciones como el microrrelato actual, definiciones con una alusión
directa o indirecta, cuya significativa fragmentariedad es percibida como parte
de otra cosa que conduce a la totalidad, previo paso por las nociones de
abstracción, apólogo, combinado surrealista y, por tanto, a ese lugar
fronterizo entre lo imaginario y lo irracional, sin abandonar, desde el punto
de vista textual, la tensión narrativa y valorando, sobremanera, el esfuerzo de
síntesis.
Desde hace años, Mora, representa esa
actitud crítica entre la literatura y la variedad de la cultura misma,
ensayando contenidos que presuponen una valoración distinta del tiempo para
diseñar textos visuales que conforman una visión literaria nueva, o un arte
discursivo diferente, conceptos complementarios a la plasticidad artística y el
diseño, incluso enfoques fotográficos que irían más allá de las páginas
impresas al uso, variaciones en suma de un libro conceptual. Es así como el escritor
cordobés ensayaba su proyecto más ambicioso, Circular (2003 y 2007),
textos en los que ponía de manifiesto una singular capacidad heterogénea de la
expresión literaria y su propensión a la metamorfosis, para conseguir que sus historias
se convirtieran en una compleja estructura arquitectónica, paralela a la
realidad de la escritura. Este círculo textual o libro en marcha, calificado
así por Vicente Luis Mora, supuso la acotación misma de esas sucesivas etapas
literarias que venía ensayando desde finales de los noventa y que, de alguna
manera, se concretarían en los híbridos literarios y ensayísticos entregados
hasta ese momento. Defensor de un concepto literario pangeico, cuya
acción comunicativa proporciona nuevas realidades digitales y virtuales, con
una absoluta capacidad para una asimilación convencida y profunda de los medios
de comunicación de masas que, en la actualidad incluirían internet y sus
herramientas más variadas: chat, facebook, twitter, twenty,
además de los aspectos visuales más avanzados que rompen y ensanchan una
narración tradicional, como ya se venía vislumbrando desde la aparición de los ismos
o, incluso, algunos de los aspectos de la poesía visual en estas últimas
décadas.
La sinopsis de Alba Cromm (2010),
la última entrega de Vicente Luis Mora, reproduce un argumento de lo más
convencional, calificándola de novela de suspense creciente, un thriller
que indaga en los procesos sociales que nos convierten en sospechosos o en
perseguidores en un mundo incapaz de proteger a los más débiles: en este caso
los niños, esto es, el mundo de la pederastia. La heroína Alba Cromm.
subcomisaria de la
Policía Nacional, miembro de la Brigada de Investigación
Tecnológica, no conoce familia, es huraña y esquiva, persigue, desde el
complejo mundo de la informática, a los seductores de inocentes niños que se
dejan embaucar por las redes sociales que envuelven a una sociedad anónima y
delictiva. Hasta aquí lo convencional, lo original se percibe ya en la primera
página donde se reproduce la portada de la revista «Upman», con el sugerente
subtítulo, «La revista para el hombre de verdad», número que anuncia el
especial dedicado a Alba Cromm y sus éxitos más recientes sobre pederastia, y/o
su participación en el concurso informático del multimillonario Jehová Lesmer.
Mora cuenta como a partir de este curioso hilo argumental: el dossier Alba
Cromm, se desarrolla el resto del relato, cuando la revista le encarga al
periodista español más prestigioso del momento, ganador del Premio Pulitzer, la
reconstrucción de los hechos a través de los materiales más diversos que,
finalmente, darán lugar a la historia: los diarios de la protagonista, los post
en su blog, las notas de Martínez Cerva, los diarios de la psicóloga y amiga,
Elena Cortés, variados informes de la Policía Nacional,
transcripciones de los numerosos chat y los diferentes blog, y
algunos de los email, de Alba cruzados con Nemo, del hacker pederasta
buscado, además de fuentes periodísticas y conversaciones convencionales de los
principales personajes de la historia.
Ambientada en un futuro cercano, con
datos y fechas de una inmediatez creíble, la ambientación y la disposición de
las imágenes, incluso el personaje, de una complejidad psicológica
decimonónica, se abre a una historia desarrollada en el mundo cibernético del
siglo XXI y muestra, además, esa visual textura del mundo del cómic. Lo
mejor de esta novela, sin lugar a dudas, su propuesta como medio de
comunicación; y, por supuesto, la ética de Vicente Luis Mora, capaz de posicionarse
valientemente frente a los problemas que asolan nuestro tiempo.
Vicente
Luis Mora; Alba Croom; Barcelona, Seix-Barral, 2010; 263 págs.
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