2015
Atrás quedó 2014.
Un año política, económica, social y culturalmente deficitario. Si recodamos la
celebérrima cita bíblica de siete años de vacas flacas, en este país, con algo
de suerte, deberíamos salir pronto de dicha condena, y solo así el recién
estrenado 2015 se convertirá para muchos en una incógnita que solo admite
alguna que otra tímida esperanza. Y atrás quedaron los cumpleaños de Unamuno,
Cortázar, Paz, Duras, y nos deleitamos, una vez más, con las lecturas de Platero y yo, Las uvas de la ira, Buenos días, tristeza, o sonreímos con las
tiras jocosas, irónicas e inteligentes de Quino, el creador de la indómita Mafalda, a sus cincuenta años.
La inevitable muerte se llevó a Doménikos
Theotokópoulos, El Greco, hace 400
años, aunque el arte de su trazo atrajo la atención a más de un millón de
visitantes; mientras las taquillas de nuestros teatros y cines se desplomaban
castigadas con el 21% de IVA wertiano, aunque pese a la tormenta cultural,
Miguel Ángel del Arco, triunfaba con su Misántropo,
y el cine más español recuperaba parte del público perdido con títulos como La isla mínima, El niño,o Mortadelo y
Filemón.
Este 2015 será el Año de Santa
Teresa de Jesús, y otros escritores vuelven a la actualidad y confirman, eso
sí, la buena salud literaria, presente y pasado vienen de la mano de Richard
Ford, Mario Vargas Llosa, Haruki Murakami, Patrick Modiano, Orhan Pamuk y Jonathan
Franzen, o los clásicos, Gustave Flaubert, Pablo Neruda o Jorge Luis Borges. Juan
Marsé y Arturo Pérez Reverte, no dejarán indiferentes a sus fieles lectores, y
para deleite de muchos, el descubrimiento de Milena Busquets, También esto pasará (Anagrama) y Joaquín
Camps, La última confidencia del escritor
Hugo Mendoza (Planeta).
Sábado, 17 de enero, 2015; pág., 8
La travesía imparable de la vida.
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