Ana
Rosetti
LO
SACRO Y LO HERMOSO, LO OFICIAL Y LO PROHIBIDO, LO PERMITIDO Y LO MARGINAL EN
ANA ROSSETTI*
Ana
Rossetti (San Fernando, Cádiz, 1950), cultiva una literatura de tono exquisito y cuidado. Desde sus inicios, en el
mundo del teatro, dispone de un mundo personal propio donde las referencias
culturales y literarias se mezclan con imágenes y símbolos del mundo de la
mitología, del renacimiento garcilasiano, del barroco gongorino o de tules
y bordados de una antigüedad fantástica
y clásica. De su producción lírica destacan Los devaneos de
Erato (1980), Dióscuros (1982), Indicios vehementes (1986), Devocionario
(1986), Yesterday (1988), o su obra en prosa, Plumas de España
(1988), Alevosías (1991) y Recuento. Cuentos completos (2001),
una suerte de ajustar y corregir, de fijar definitivamente toda la obra en
prosa anterior para emprender nuevos proyectos de ahora en adelante. Se ha
atrevido además con una ópera, letras para canciones y con varias obras de
narrativa juvenil
Lo
que hemos sido nos acompaña siempre.
Eso no es cierto. El pasado no tiene
porqué ser un estigma ni un destino. Estas afirmaciones significan una falta de
esperanza en el ser humano y negarle toda posibilidad de transformación,
rectificación, renovación, enriquecimiento o incluso perdición; como si no
existiera ni el albedrío ni la capacidad de regir su vida. En realidad esta es
una cuestión ética.
¿Realmente,
nada desaparece de la memoria?
Muchas cosas desaparecen de la memoria:
algunas por autodefensa, otras por cobardía, otras por falta de interés y otras por desgaste de neuronas,
simplemente.
¿Piensa
usted que en la infancia se encuentra la parte más importante de nuestra
memoria?
No precisamente. En cantidad claro, pues
en la infancia tenemos más sitio en el disco duro para que se nos grabe
información. Pero eso no pasan de ser datos o ráfagas de imágenes, no un
conocimiento de nuestra relación con el mundo. Lo importante empieza cuando
esos datos se cuestionan, se analizan, se reflexionan y van formando parte de nuestra toma de
conciencia. A partir de ahí hay antiguas actitudes que se alejan completamente
de nosotros como si concerniesen a otras personas y hay otras que van
configurando nuestra experiencia y que pueden llegar a convertirse en sabiduría.
La memoria sin revisión es sólo una acumulación de lugares comunes y de
prejuicios.
¿Cómo
cubrimos, entonces, nuestras pérdidas?
Jamás me he planteado las cosas que no
me interesan o no me convienen o han dejado de convencerme como pérdidas. Hay
otras situaciones que acostumbramos a identificar como pérdidas como puede ser
la muerte o el desamor o la traición o incluso la ruina material o el deterioro
físico. Naturalmente que supone una gran conmoción en los universos estables y
engañosos que tendemos a fabricarnos pero una vez superado el dolor hay que
recordar que la inteligencia sirve para adaptarse favorablemente a cualquier
contingencia para extraer felicidad y aceptar lo que hemos convenido en llamar
pérdida como una posibilidad de cambio.
Literariamente,
Ud. empezó estrenando algunas piezas teatrales, ¿qué le queda de aquella época?
Esa época fue muy importante en mi vida
personal, pero si vamos a ceñirnos a lo profesional me ha quedado lo que podría
llamarse «memoria de adiestramiento». De esa época data mi facilidad para
trabajar y escribir en equipo y el considerar un proyecto en su totalidad no
como la suma de protagonismos.
Sin
embargo, deslumbró como poetisa y su poesía ha sido calificada de apasionada,
audaz, sensual y brillante, ¿Usted se impuso una nueva estética con la lírica?
¿Yo? Hasta ahí no llega mi soberbia,
pero si eso fuera posible, me refiero a hacer coincidir la realidad con el
deseo me encantaría tener el truco. Yo no me impuse hacer una poesía como dicen
que hice pero a lo mejor no difería tanto de los presupuestos estéticos del
grupo de teatro que, para empezar, se llamaba «Metáfora».
Indicios
vehementes (1985) recoge buena parte de su obra lírica y muchos de sus poemas
recogen ese enfrentamiento entre infancia-inocencia y
adolescencia-voluptuosidad. ¿no hay un excesivo cuidado en el tratamiento del
tema sexual o erótico?
Yo no pretendí enfrentar nada.
Recordando algunos poemas de Los Devaneos de Erato, mi primer libro allí recogido, junto a los
del apartado «Otros poemas» que son también de antes del 1980, como por ejemplo
el de «Paris» o el de «Cibeles» o el de «Onán» o el de «Nikeratos» o el de «A
la puerta del Cabaret» o el de «Un señor casi amante de mi marido» o el de «Lindsay Kemp» o el «Los jadeos de Lélia» y así no sé cuántos, no veo que pueden tener
de infancia ni de adolescencia. En Dióscuros si hay infancia, pero no
inocencia sólo la imposibilidad de nombrar lo que se siente o se descubre. En Indicios... hay referencia a algunos jóvenes pero no en
relación con la voluptuosidad sino con sus suicidios o sus muertes prematuras.
En cuanto al excesivo cuidado en el tratamiento de un tema, nunca es demasiado
se escriba de lo que se escriba si se quiere hacer las cosas bien.
¿Establece
usted tratamientos distintos para la prosa y el verso?
Yo y todo el mundo. Hay distintas leyes
para una y otro. La prosa organiza oraciones y
el verso sílabas. El verso es verso porque tiene medidas, acentos,
ritmo, licencias y pausa métricas. Si no sería prosa poética.
En
1988 publicó Plumas de España, su primera novela, después
ha insistido, pero sobre todo en el cuento ¿qué le ha aportado este género a su
narrativa?
Es que mi narrativa se compone
generalmente de cuentos. No le ha aportado nada a mi narrativa como algo
externo a ella sino como algo que en sí lo es.
Nuevas
entregas, Alevosías (1991), con premio incluido,
Una mano de santos (1997), El antagonista (1999), todos incluyen
realismo y fantasía, ¿son estos los dos parámetros en los que se fija
para contar sus historias?
Me gustaría saber si además del realismo
y la fantasía hay otra cosa porque me la estoy perdiendo.
Este
Recuento (2001) significa lo que lleva implícito el
término en sí.
Explico en una
nota previa que se trata de «volver a contar», tanto en el sentido numérico
porque es una recopilación, como en el narrativo porque se trata de cuentos ya
publicados. Si hubiese sido una selección no lo habría llamado así. Procuro que
los títulos se correspondan con los contenidos.
Estos
Cuentos Completos recogen mundos medievales, con
ángeles, demonios, evocaciones del pasado, frustraciones amorosas, esbozos
celestiales, alegorías. ¿Son sus mundos particulares?
¡No, por Dios! Son mundos que pertenecen
a la literatura universal.
¿Cuáles
serían, pues, sus mundos particulares?
Insisto: así como
todos los mundos existentes están en este, los mundos literarios sólo pueden
proceder de la literatura. Lo único que puede hacer un escritor es combinarlos
para crear una sensación distinta convalidándolos o poniéndolos en duda, pero
nunca sacar algo de la nada. Yo le debo a las novelas policíacas mi manía de ir
provocando expectativas sin resolverlas hasta el final del poema o del relato;
el juego con los equívocos del lenguaje a las comedias de enredo; la preocupación
por el conflicto entre la individualidad y la identidad, a la literatura
amorosa; el gusto por la oralidad, a mis lecturas de Delicado, Muñoz y Pabón,
Fernando Quiñones...Yo podría seguir y seguir enumerando ramas genealógicas
aunque con eso no le garantizo el buen resultado de los injertos.
En
este Recuento dividido en unos apartados conscientes se
puede establecer buena parte del proceso de su producción en prosa: la
infancia, la religión, la fantasía, con duendes y princesas, el erotismo ¿todos
sus materiales temáticos y léxicos están incluidos en este volumen?
No creo que sea fácil establecer el
proceso puesto que hay ahí obras muy diferentes que se han escrito de manera
simultánea. En cuanto a si hay están incluidos la totalidad de los materiales
yo no soy quién para decirlo pero para determinarlo habría que examinar mi
poesía, mi literatura infantil, mi teatro, mis letras de canciones... sólo así
se puede estudiar cuáles son mis constantes, los distintos tratamientos que le
he dado y saber cuáles están representadas y cuáles ausentes. De todos modos
querría que, aunque ese fuera todo mi material, no lo siguiera siendo
siempre.
Su
insistencia en lo erótico, en la sensualidad, en esa metáfora del deseo, se
repite a lo largo de su toda obra y se percibe, también, en muchos de los
cuentos de este Recuento, ¿es ésta una temática
literaria a desarrollar o una nostalgia de esa inocencia perdida?
La inocencia es un estado de ignorancia
y de falta de responsabilidad moral. Yo no puedo tener nostalgia de nada
parecido. Y en cuanto a la insistencia en lo erótico existe más en las
preguntas de los entrevistadores que en mi obra.
¿El
antagonista es un extraño relato dentro de Recuento?
Vamos, que «Bitácora inmóvil» es muy
normalito y pega mucho con por ejemplo «Solamente una vez» o que «Esto es mi
cuerpo», «Dedicado a sus plantas», «El joyero de la infanta», «Las tres cartas
de una vedette« y «Ensueña de una noche de verano», tienen mucha relación entre
sí.
Insistamos
en el lenguaje y en las posibilidades que éste ofrece en sus obras, ¿por qué se
ha afirmado que sus textos son de intercambio?
Ni sé quién lo ha dicho ni a qué se
refiere y me parece que no me conviene demasiado saberlo. Las opiniones ajenas
sobre mi escritura no tengo porqué discutirlas ni suscribirlas porque qué valor
puede tener lo que yo diga: por mucho
que me empeñe no puedo ser imparcial.
Yo
se lo puedo apuntar, lo han afirmado dos hispanistas alemanes, y no se trata de
discutir o suscribir opiniones ajenas. El intercambio apuntado se refiere a la
mezcla o la unión (de lo santo, lo profano, lo moderno, lo pasado, lo popular
lo culto).
Es que esos dos
hispanista —que ya sé quienes son— no han estudiado nuestro Siglo de Oro,
porque su especialidad es la literatura contemporánea, por eso no pueden
considerarlo como dentro de una tradición. Si supieran que por ejemplo en El
caballero de Olmedo, que es una tragedia en verso, hay comicidad, intriga,
asesinato, enredo amoroso, e incluso un pasaje en prosa, o que Góngora era
capaz de escribir letrillas y Las Soledades o Quevedo que escribía al
amor y al ojo del culo...y mil etcéteras más, no les llamaría tanto la
atención. De todas maneras el término «intercambio» está mal elegido.
Se
ha apuntado un proyecto narrativo diferente, el de la literatura
infantil-juvenil ¿hasta qué punto le interesa ese público lector para dedicarle
su tiempo?
Cuando un creador está en proceso de
crear lo único que le importa es la creación en sí. Crear un Huckleberry Finn
no es dedicar el tiempo a unos adolescentes desconocidos sino a un muchacho
fascinante. No todo el mundo somos capaces de conseguir dar vida a un personaje
imprescindible en la historia de la literatura, pero yo puedo asegurar que me
lo he pasado tan bien con mis «Chicas Robinson» como Mark Twain.
¿Qué
queda de toda esa farándula sobre literatura femenina o literatura escrita por
mujeres? ¿Tal vez no está de acuerdo con este calificativo?
Créame que a
veces me gustaría operarme y llamarme Pepito Pérez para que dejaran de hacerme
preguntas estúpidas.
* La entrevista se hizo en la primavera de 2001, con motivo de la publicación de Recuento. Cuentos Completos (Páginas de Espuma).
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