A
Alma
“El alma es el espejo de un
universo indestructible”.
Gottfried
W. Leibniz
Franz Kafka
El castillo, un relato sórdido y onírico
Alfred Döblin llegó a afirmar que los textos de Franz
Kafka eran «informes basados en la absoluta verdad, sin invención alguna y,
a pesar de su extraña mezcolanza, ordenados alrededor de un centro verídico y
muy real». Y, de igual manera, aseguramos que las novelas del checo tienen
la esencia de los sueños, pero ¿cuál sería la esencia de esos sueños? En
realidad, unas imágenes sucesivas, transparentes y espontáneas, que nos parecen
lógicas en todo momento, la emoción y certeza de que las cosas son
profundamente verdaderas, y la sensación de que éstas nos tocan muy de cerca.
Universal
Franz Kafka es, sin duda, el escritor más
importante de nuestro siglo. Su vida se traduce en una de las paradojas más
surrealistas: judío de nacimiento, alemán de lengua, checo de patria, se
convierte en el símbolo más desarraigado de la figura de un escritor. Autor de
cuentos, sus novelas más importantes aparecieron tras su muerte. Su obra, para
algunos, supone la meditación acerca de la ausencia de Dios, o la interrogante
sobre el poder y la burocracia; para otros puede ser la apocalíptica visión de
un futuro inmediato. Lo que determina la escritura de Kafka es esa necesidad
absoluta de librarse de escribir página tras página. Lo mismo que las voces,
los gestos, los rostros que a diario observa el escritor deben ser reducidos a
la precisa sensación de la palabra, de la frase o del fragmento, según el pulso
riguroso que se le exige a la letra. Kafka escribe para vivir, quizá por este
motivo el paso de los hechos a la escritura, a la palabra en concreto, nos sirve
para identificar la gravedad que sus textos presentan y para percibir el
sentido último que parecen augurar. Por todo esto, nunca llegaremos a saber si El
castillo (1926) es una crítica metafórica del poder o una simple novela de
aventuras, con grandes dosis de humor, o incluso si La metamorfosis
(1915) es una simple novela realista o la interpretación de una profunda
pesadilla en un excelente tono literario, y aun más si El proceso (1916)
encierra una burla a la moderna burocracia bien conocida por el escritor.
El castillo,
ilustrado
A la espera de la avalancha de ediciones críticas y
variadas de La metamorfosis cuyo
centenario celebramos este año, la editorial Sexto Piso publica, su voluminoso
e inacabado texto, El castillo, traducido en esta ocasión por José Rafael
Hernández Arias e ilustrado, magistralmente, por Luis Scafati.
Es la obra más compleja de Kafka, la que ha
provocado las más diversas interpretaciones a causa de la multiplicidad de
significación de cada uno de sus elementos. El problema de El castillo está en el sentido general que podemos descubrir en la
novela, porque solo en apariencia es el relato de una búsqueda realizada por un
héroe que atraviesa una serie de pruebas. Lo importante es definir, si es
posible, cuál es el objeto y el fin de esa búsqueda o si realmente la búsqueda
existe como actividad realizable. El
castillo también plantea el problema de la realidad y la veracidad del
significado de las cosas y, sobre todo, de la imposibilidad de una fe ingenua de
la palabra. Todo lo que allí se afirma es cuestionable, ninguna de las
informaciones que se dan conserva su valor durante todo el relato, cada uno de
los elementos en juego tiene varios significados posibles, y cada uno de ellos
tan solo provisionalmente son exactos.
El
castillo sólo permite una lectura
a partir de la desconfianza, puesto que confiar implicaría cometer los mismos
errores de su protagonista.
La síntesis de esta obra se resume en pocas
palabras: El agrimensor K. acude a la llamada de un pueblo adscrito a un
castillo para que realice trabajos profesionales y, con tal propósito, el
protagonista del relato deberá abandonar su patria, su trabajo y su familia;
pero cuando llega le hacen saber ya no hace ninguna falta y pronto se sentirá
marginado por la comunidad y comienza u
lucha a ciegas para entrevistarse con la administración, aunque siempre
encontrará todas las puertas cerradas. Así, la obra estructura datos
objetivamente contradictorios, que plantean desde el comienzo varios
interrogantes: ¿K. es un agrimensor o simplemente asume esa identidad para
poder permanecer en la aldea? ¿El castillo existe o es un pretexto creado por
la enorme e independiente maquinaria burocrática? ¿K. se dirigía a esa precisa
aldea o ha llegado allí por puro azar? Es casi imposible responder a estos
interrogantes de una manera unívoca, puesto que la novela se organiza dentro de
un plano de gran ambigüedad significativa.
Para el lector que se acerca a Kafka, el problema
del mundo kafkiano es la validez de los significados, la mayor o menor honestidad
con que las palabras designan a las cosas. Esta actitud, que define la obra de
Kafka, conforma la base de los grandes momentos de la literatura del siglo XX.
Kafka no sólo presenta héroes sin historia, marginados y humillados, cuya
actitud fundamental es la espera, sino que plantea a la vez un universo desquiciado
por el absurdo y la arbitrariedad, a través de una crítica consciente de las
futuras posibilidades de significación por medio de la palabra y la escritura.
Su literatura fue dada a conocer en Francia por André Breton, y no es casual que sus textos hayan sido
comentados y seguidos por Sartre, Camus y Blanchot o que se refleje en
posiciones tan diversas como las de André Gide, el teatro del absurdo y la
novela de la segunda posguerra. Su proyecto literario es aun hoy contemporáneo;
la transparencia de su escritura y su impersonalidad anticipan muchas de las
experiencias más recientes de la narrativa y de la crítica. Y su mundo
coincide trágicamente con nuestra actual realidad fracturada y en crisis.
El ilustrador
Luis Scafati, nació en Mendoza, Argentina, 1947. Comenzó
a dibujar en la niñez, las historietas fueron su principal fuente de estímulo y
aprendizaje. Estudió artes en la
Facultad de Artes Plásticas de la Universidad Nacional de Cuyo.
Desde muy joven publicó sus dibujos en diferentes
medios nacionales argentinos, las revistas Humor,
Tía Vicenta, Noticias, El Periodista, Péndulo, los diarios Clarín, Sur, ADN el suplemento
cultural de La Nación, El País de Uruguay, entre otros. Scafati
experimenta con el dibujo diversas variantes, el humor gráfico y el cómic tiñen
su imagen, desarrollando un estilo ecléctico donde confluyen diversas escuelas
y técnicas, (tinta, lápiz, carbón, acuarela, témpera, pastel, transfer).Grabador,
trabaja con serigrafía, aguafuerte y litografía. Destacan sus ilustraciones de
textos literarios, algunos clásicos como Martín Fierro, Don Quijote,
La metamorfosis, Las aventuras de Arthur Gordon Pynn, o Informe sobre ciegos, y
ahora, El castillo, entre otros. Sus obras han sido expuestas en Barcelona,
Frankfurt y Madrid.
Franz Kafka; El
castillo; traducción de José Rafael Hernández Arias; ilustraciones de Luis
Scafati; Madrid, Sexto Piso, 2015; 345 págs.
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