M
Maldad
“Todo está perdido cuando los
malos sirven de ejemplo, y los buenos, de mofa”.
Demócrates
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El juego sigue sin mí
El narrador
Martín Casariego (Madrid, 1962) nos tiene acostumbrados a lo largo de una ya
dilatada obra a un juego alternativo en su últimas propuestas, una trama de
estructura compleja y un verdadero artificio estilístico o una simplicidad
engañosa con una linealidad expositiva que nos lleva a seguir el desarrollo de
la historia sin apenas dificultad alguna, sostenido todo el conjunto eso sí por
una prosa brillante y efectiva que fluye por el relato hasta llevarnos a un
final de infinitas posibilidades.
El juego sigue sin mí (2015)
obtuvo el Premio Café Gijón y según el jurado, actualiza un género literario
eterno: la novela de aprendizaje, y evidentemente forma parte de esa segunda
apreciación que desvelábamos en la obra de Casariego; esto es, una sencilla
historia, una anecdótica visión de la pubertad donde un suceso nimio convierte
su visión de la realidad en una insólita experiencia que forjará el carácter
futuro del joven protagonista. El narrador, un chico de apenas trece años,
evoca su relación con profesor particular impuesto por sus padres, que, en
realidad, se trata de un joven algo mayor que él, de diecinueve años pero
bastante maduro para su edad, y quien le dejará honda huella. Rai, esconde un
oscuro pasado, aunque su madurez le lleva a transmitir al joven alumno la
complejidad de la vida e intenta aclararle aspectos cotidianos, incluso influir
en su horizonte más inmediato, proponiéndole lecturas, y aportándole realidades
filosóficas y cinematográficas que irán cambiando la visión del niño en el
breve período de unos meses. Se establece así entre ellos, una relación
especial que incluye su visión sobre la verdad y la mentira, la felicidad y la
infelicidad, el amor y la traición, pero lo mejor es que Casariego ofrece una
visión humanizada de ambos personajes, uno en su faceta de aprendiz como el
otro en su faceta de maestro, el primero desde su visión cándida e inexperta y
el segundo con ese halo de misterio e incertidumbre en torno a su persona. Así
consigue un retrato minucioso de ambos caracteres y la historia a medida que
seguimos leyendo va dejando su simplicidad y se convierte en una elaborada
visión sobre ese trascendental paso que supone pasar de la adolescencia a la
madurez y la intensidad que se le supone psicológicamente a esta dura etapa de
la vida juvenil. Y al hilo de la relación de estos dos jóvenes, se cuenta la de
Samuel, cuya existencia dramática refleja, en algún sentido, la visión que hoy
tenemos de desarraigo en algunas capas de la sociedad actual y, como cabe
esperar, terminan envueltos en una metáfora de la violencia cotidiana. Además,
la sombra del suicidio planea sobre algunos de estos personajes, los presentes
y los ausentes, fantasmas que de alguna manera condicionan la vida, sobre de
todo, de Rai y de su pasado.
Ismael, como se autonomina el
personaje narrador, se dará cuenta de que ha crecido, o mejor ha madurado,
porque por fin sabe que tendrá que amoldar su vida a ciertos aspectos de un
mundo que ahora le resulta mucho más complejo.
EL JUEGO SIGUE
SIN MÍ
Martín Casariego
Premio Café
Gijón, 2014
Madrid, Siruela,
2015; 214 págs.
Otro para la lista de pendientes, que ya empieza a ser inabarcable...
ResponderEliminarAntonio, te gustará, es una estupenda novela.
EliminarAntonio, eres joven y te queda mucho por descubrir y por leer, estoy segura de que lo harás.
ResponderEliminarSin duda, aquí tienes una buena recomendación.
Mª Ángeles.