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Libertinos,
pornógrafos e ilustrados se asoman a los misterios del sexo.
¿Qué debemos leer?
La curiosidad
puede/debe llevar a los lectores a abrir las páginas de un curioso libro de
título tan sugerente como atractivo, Libertinos,
pornógrafos e ilustrados (2017), que Ana Morilla Palacios y Miguel Á. Cáliz
publican con esa innegable premisa que afirma cómo desde el principio de todos
los tiempos el erotismo ha formado una parte importante y singular de las
cultura y de la vida social del ser humano. Y para su propósito se empeñan en
ilustrar, de manera doble, con abundantes datos e ilustraciones de época, su
tratado que viene a resumir que durante el siglo XVIII tanto la sexualidad como
la pornografía se entendieron como una estrategia de liberación y desde la
clandestinidad, el anonimato o, incluso, desde la cárcel se produjeron docenas
de obras que cambiaron la mentalidad de los europeos, y no solo por el
atrevimiento moral sino porque iban unidas a unas ideas de cambio que propugnaba
la Ilustración.
Siglo XVIII hasta hoy
La forma de
entender la sexualidad en la actualidad, según los autores, debe mucho a
aquellos aventurados escritores libertinos y ese imaginario erótico que, sin
pudor alguno, hoy nos muestran los medios de comunicación y la industria del
entretenimiento estaría emparentado con aquellos ilustradores que se
aventuraron a tan libertinas estampas. El libro realiza un recorrido
cronológico desde la antigüedad para situar la aparición de aquellos escritores
libertinos en la Francia
del XVIII. Las razones, las formas y los impulsores de un movimiento artístico
y moral que contribuyó a la divulgación de los valores de la Ilustración, y cambió
las costumbres de toda Europa en apenas unas décadas. No es un libro
pornográfico, y pese a su brevedad ofrece un compendio ameno, divulgativo e ilustrado
sobre literatura erótica que los autores sitúan en la Antigüedad para centrarse
en el siglo XVIII, y en algunos de sus principales impulsores: Diderot, Sade,
Casanova, Choderlos de Laclos, Restif de la Bretonne, o John Cleland. Escrito con absoluto rigor,
aporta datos y con mucho sentido del humor.
Según leemos,
parece que los griegos atribuyeron a Astianasa, esclava de Helena de Troya, uno
de los primeros manuales de erotología, y a Fileanis de Samos un tratado
erótico. Otra autora utilizó el pseudónimo de Elefantis para sus textos
pornográficos ilustrados.
Clásicos
El pensamiento
neoplatónico cristiano en la
Edad Media supuso un profundo cambio, una represión de toda
sexualidad que no condujera a la procreación dentro del matrimonio, se
ensalzaba la castidad y se recomendaba la abstinencia; pero Juan Ruiz, Arcipreste
de Hita, en su Libro de buen amor, afirmaba
que, “el mundo por dos cosas trabaja: la primera por aver mantenencia; la otra
era por aver juntamiento con fembra placentera”.
Y otras obras
como el Decameron de Boccaccio o Los cuentos de Canterbury de Chaucer están
llenas de escenas eróticas, y su mundo compuesto por prostitutas y alcahuetas,
mujeres adúlteras, maridos cornudos, frailes y monjas fornicadoras.
El siglo XIX y XX
Durante el XIX
y a comienzos del XX numerosos creadores dieron rienda suelta a su imaginación
erótica, y según Morilla y Cáliz, con obras que, de alguna manera, pretendían
esa abolición de los tabúes y con sus textos rechazaban las prohibiciones. El
libro Libertinos, pornógrafos e
ilustrados, termina su recorrido con este breve apunte y señala que una
obra, best seller, como 50 sombras de
Grey, de E. L. James no es un referente aconsejable para un género que forma
parte de la humanidad desde el principio de los tiempos, porque muchos autores
escribieron sobre él sin tapujos ni prejuicios; y, salvando las distancias, en
la literatura erótica todo está dicho desde hace milenios.
Los autores
Ana Morilla es doctora en Teoría de la Literatura y máster en
Estudios Literarios. Dirige la editorial Artificios, y fue directora de la Escuela de Escritores
Valparaíso de Granada, subdirectora de la revista Garnata de divulgación de la historia, y coordinadora del Aula de
Cultura del diario Ideal de Granada. Ha publicado diversos trabajos de
investigación literaria y artículos de divulgación. Relatos suyos se han
incluido en numerosas antologías.
Miguel Á.
Cáliz ha recibido el I Premio de Narrativa Carmen Martín Gaite por la novela La felicidad en blíster (2016). Ha
publicado los libros de relatos Inventario
(2003) y Rupturas y ambiciones
(2011), así como la novela Horas para
Wallada (2009). Sus relatos están incluidos en numerosas antologías, como Relatos para leer en el autobús o Pirañas, antología del microrrelato en
España.
Ana
Morilla y Miguel Á. Cáliz; Libertinos, pornógrafos e ilustrados; Granada,
Traspiés, 2017; (Col., Cardinales); 124 págs.
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