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UN VODEVIL
Una trama detectivesca, un costumbrismo
de actualidad, con un trasfondo de mucha ironía y no menos sarcasmo, incluida
una visión rural y cáustica de nuestra sociedad, con situaciones de relativa
esquizofrenia en algunos personajes, incluso una verdadera historia de amor, se
convierten en los ingredientes de la segunda novela de Pablo Tusset (Barcelona,
1965), una esperada entrega tras su primer y sonado éxito, Lo mejor que le
puede pasar a un crusán (2001), una novela más ambiciosa que ahora titula En
el nombre del cerdo (2006), aunque siguiendo el esquema propuesto de El
jardín de las delicias, nos introduce en, en realidad, en el Paraíso, el
Mundo y el Infierno.
El argumento es tan original como
enrevesado en su ejecución. Parte de un macabro asesinato en un matadero de la
sierra barcelonesa, donde una mujer ha aparecido descuartizada y en cuya boca
se encuentra un papel con un extraño mensaje que da título a la novela. No
importa, en absoluto, que se desvele parte del argumento al principio de esta
reseña puesto que lo más significativo de la narración de Tusset es el
entramado que ha orquestado el narrador en torno a su relato, es decir, los
escenarios del crimen y fuera de él y la galería de personajes que se mueven
para configurar la historia; como por ejemplo, el comisario Pujol, un veterano
a punto de jubilarse, un joven inspector llamado T en el relato, que una semana
después viajará a Nueva York con el secreto deseo de encontrar cierta paz
interior, y luego los habitantes de un pequeño pueblo aislado en el sierra
catalana donde se ha producido el asesinato. Tres, pues, serán las direcciones
marcadas por Tusset para narrar su relato, alternando el hilo argumental
calculadamente para al final llegar a una sorprendente solución.
Y, además, en la historia, envuelta en
una atmósfera de intriga policial se explora la cruda realidad de una sociedad
desde un punto de vista psicológico, intelectual incluso antropológico para
ofrecer un realismo que resulte lo más convincente posible. Precisamente, en
esta actitud sobresale Tusset que nos ofrece un auténtico relato sobre la
maldad (retratada en el joven policía) y sobre la bondad (en el veterano
detective), además de algunas nociones de felicidad, de ternura y amor e,
incluso, esos aspectos negativo de nuestra vida que conllevan la visión de la
muerte que en el lector producirán esa sensación de pesimismo que asoma en
alguna página con una extrema convicción. Lo mejor de todo, la interpretación
de una realidad con las suficientes dosis de ironía como para no dejarnos
indiferentes ante actitudes tan negativas a todo principio, lease, nihilidad exultante
que recorre las calles de nuestras ciudades y de nuestros pueblos como bien
señala Tusset, en un mensaje narrativo de notables trascendencias.
EN
EL NOMBRE DEL CERDO
Pablo
Tusset
Barcelona,
Destino, 2006
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