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miércoles, 26 de abril de 2017

Pablo Tusset



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UN VODEVIL
              
        Una trama detectivesca, un costumbrismo de actualidad, con un trasfondo de mucha ironía y no menos sarcasmo, incluida una visión rural y cáustica de nuestra sociedad, con situaciones de relativa esquizofrenia en algunos personajes, incluso una verdadera historia de amor, se convierten en los ingredientes de la segunda novela de Pablo Tusset (Barcelona, 1965), una esperada entrega tras su primer y sonado éxito, Lo mejor que le puede pasar a un crusán (2001), una novela más ambiciosa que ahora titula En el nombre del cerdo (2006), aunque siguiendo el esquema propuesto de El jardín de las delicias, nos introduce en, en realidad, en el Paraíso, el Mundo y el Infierno.
        El argumento es tan original como enrevesado en su ejecución. Parte de un macabro asesinato en un matadero de la sierra barcelonesa, donde una mujer ha aparecido descuartizada y en cuya boca se encuentra un papel con un extraño mensaje que da título a la novela. No importa, en absoluto, que se desvele parte del argumento al principio de esta reseña puesto que lo más significativo de la narración de Tusset es el entramado que ha orquestado el narrador en torno a su relato, es decir, los escenarios del crimen y fuera de él y la galería de personajes que se mueven para configurar la historia; como por ejemplo, el comisario Pujol, un veterano a punto de jubilarse, un joven inspector llamado T en el relato, que una semana después viajará a Nueva York con el secreto deseo de encontrar cierta paz interior, y luego los habitantes de un pequeño pueblo aislado en el sierra catalana donde se ha producido el asesinato. Tres, pues, serán las direcciones marcadas por Tusset para narrar su relato, alternando el hilo argumental calculadamente para al final llegar a una sorprendente solución.
        Y, además, en la historia, envuelta en una atmósfera de intriga policial se explora la cruda realidad de una sociedad desde un punto de vista psicológico, intelectual incluso antropológico para ofrecer un realismo que resulte lo más convincente posible. Precisamente, en esta actitud sobresale Tusset que nos ofrece un auténtico relato sobre la maldad (retratada en el joven policía) y sobre la bondad (en el veterano detective), además de algunas nociones de felicidad, de ternura y amor e, incluso, esos aspectos negativo de nuestra vida que conllevan la visión de la muerte que en el lector producirán esa sensación de pesimismo que asoma en alguna página con una extrema convicción. Lo mejor de todo, la interpretación de una realidad con las suficientes dosis de ironía como para no dejarnos indiferentes ante actitudes tan negativas a todo principio, lease, nihilidad exultante que recorre las calles de nuestras ciudades y de nuestros pueblos como bien señala Tusset, en un mensaje narrativo de notables trascendencias.






EN EL NOMBRE DEL CERDO
Pablo Tusset
Barcelona, Destino, 2006

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