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UNA GRAN MENTIRA
La primera novela de Joaquín Pérez
Azaústre (Córdoba, 1976) América (2004) corroboraba, una vez más, que el
interés por la denominada «generación perdida» ofrece aún la suficiente materia
narrativa para desentrañar pizcas de esa atmósfera literaria de la América del jazz y del glamour.
Su segunda novela, El gran Felton
(2005), procede de buena parte de aquella primera entrega porque recupera
un personaje secundario como Robert Felton, cuya sombra se proyecta ahora sobre
la historia que se nos quiere contar, es decir, prolonga aún más esa mirada
minimalista sobre la generación que fascina a Pérez Azaústre y a cuya cabeza se
encuentran autores como Scott Fitzgerald o Hemingway.
El gran Felton es una novela sobre
literatura porque el narrador es un joven escritor que recibe el encargo de
reconstruir la vida de este siniestro personaje, su relación con la novela El
último magnate y las peripecias en torno a su amistad con Scott Fitzgerald,
autor de la novela y sobre quien se
apunta un posible misterio: el supuesto engaño entorno a su muerte ocurrida,
como es sabido, en 1940 y la posible falsa identidad adquirida por el agotado
autor que se prolongaría hasta 1992, bajo el seudónimo de Richard Yates. Todo
el relato gira en torno al final de la novela inacabada del escritor de la era
del jazz, la búsqueda y las pesquisas a las que se somete Bruno Díaz, una especie
de detective privado especializado en asuntos literarios, contratado por
Roberto Lara para investigar que fue del enigmático Robert Felton y la
continuación del manuescrito.
El discurso que elabora Juan, alias
Bronson, el narrador se mezcla con numerosos textos reproducidos que añaden luz
al misterio, sobre todo casi al final cuando Bruno Díaz y Laura King, hija del
escritor Joseph King, entablan una larga conversación en Nueva York hasta donde
ha viajado Bruno y reaparecen en la escena, magistralmente ambientada, cartas,
entrevistas, crónicas y semblanzas de los amigos del padre de Laura, albacea
hasta su muerte de los poemas de Felton. El texto gana en profundidad por la
multiplicidad de perspectivas narrativas y, sobre todo, porque Pérez Azaústre
crea, entre otros, personajes, como Roberto Lara, para multiplicar un relato
que se acerca, y bien, a escenas de la mejor cinematografía negra y que
recuerdan, en el mismo texto, a Hammett, Chandler o a Cheever, añadiendo así
una trama más compleja a su novela que se aparta de esa simple indagación
inicial para realizar un verdadero ejercicio de buena literatura porque ha sido
capaz de construir con eficacia toda una gran mentira.
EL
GRAN FELTON
Joaquín
Pérez Azaústre
Barcelona,
Seix-Barral, 2006
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