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NOCIONES DE LÍMITE
Un cuento es algo tan nítido y tan
limitado como cualquiera de los objetos que nos rodean. Inevitablemente, un cuento
—se convierte— en un
experimento con la noción de límite, y manifiesta esa voluntad impuesta por
el propio autor, como escribiera el argentino Ricardo Piglia, cuando asegura
que un cuento siempre relata una historia aparente y otra oculta. Pedro
Zarraluki, declara que «el cuento es un charco de aguas profundas» y, un
maestro del género, Julio Cortázar, afirmaba que un relato «es una máquina literaria de crear interés».
El caso de Julio Alfredo Egea (Chirivel,
Almería, 1926) es, tal vez, el más singular desde su abundante y amplia óptica
creativa de poeta porque, además, ha sido narrador desde siempre. El virtuosismo
de su prosa queda patente porque es capaz de sacar partido a un argumento
mínimo, crear un ambiente propio y repleto de contenido. El almeriense da
sobradas muestras de un fino humor en sus relatos, es capaz de herir la
sensibilidad del lector, concibe el cuento como ese campo donde se experimenta
para indagar nuevos territorios para alcanzar esa flexibilidad que permite
determinar lo significativo, lo que se cuenta sobre una base estricta, en la
medida de lo necesario, lo imprescindible, con una condensación que actúa
siempre en favor de la intensidad como ocurre en muchos de los cuentos de Sastre de fantasmas y otros relatos (2006),
una colección de doce relatos que complementan a El sueño y los caminos
(1990) o Puesto de alba y quince historias de caza (1996).
Tres tipos de cuentos se observan en la
narrativa breve de Egea: el cuento de «contracción» que el autor
desarrolla a lo largo de un dilatado período de tiempo, como ocurre en «Sastre
de fantasmas» la historia de Sigfrido Waldeck y su aventura con el compañero
Adolfo Hitler. Una segunda tipología, el cuento de «situación»: la época
coincide más o menos con el tiempo de la narración y el período transcurrido
carece de interés. La historia se desarrolla en un solo escenario, gira en
torno a un suceso o un símbolo y, en ocasiones, la situación en sí misma es
decisiva o representativa de otras iguales; un buen ejemplo es, «La rebelión
del abecedario», el mágico juego de las palabras porque todo gira en torno al
proceso de escritura con las nuevas tecnologías incorporadas. Los más líricos,
«Patria soñada» y «La huerta mágica», homenaje al poeta Federico; un narrador o
personaje principal sirve de nexo de unión a las diferentes situaciones, está
presente en todo el relato desde un principio al final, ambos buenos ejemplos
de cuento «combinado»; en realidad, una historia más compleja que se
simplifica por su propia estructura, que define tipos dilatados en un período
superior pero que la voluntad del escritor condensa porque es capaz de ofrecer
un gran material narrativo que el lector deberá completar.
SASTRE
DE FANTASMAS
Y
OTROS RELATOS
Julio
Alfredo Egea
Almería,
Arráez Editores, 2006.
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