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PINCELADAS
La presencia, inequívoca, de Medardo
Fraile (Madrid, 1925) en el ámbito literario hispanoamericano: Argentina,
Mexico, Venezuela, Cuba o Bolivia, en esta ocasión, no deja lugar a dudas: la
suya es una obra de hondo calaje en el ámbito de la lengua castellana a uno y
otro lado del Atlántico. En La Paz
se publica, En Madrid también se vive en Oruro (2007), una antología de
sus cuentos. En una reflexión sobre el género, Jaime Nisttahuz, afirma que
Fraile es de esos escasos narradores capaces de regalar en una cáscara de nuez
todo un mundo de connotaciones. Sus cuentos más deslumbrantes son tristes,
aunque se encuentren salpicados de humor. Melodramáticos quizá, llegan a esa
intimidad tan propia de cada persona, añade el ensayista boliviano. La suya es
una literatura de pinceladas, con descripciones al paso como en el cine. Nos
envuelve con detalles, para darnos una imagen esencial. Esta es la impresión de
los lectores de allende de los mares, características que, de alguna manera,
vienen a coincidir con las apreciaciones de nuestros críticos más renombrados.
Manuel Vargas es el responsable
de la antología que recoge diecisiete cuentos en total. Los catorce primeros
corresponden a los libros publicados por el madrileño a lo largo de su dilatada
vida y obra, Cuentos con algún amor (1954), «El retrato», «Una camisa»,
«Mecanógrafa o reina», A la luz cambian las cosas (1959), «El álbum», Cuentos
de verdad (1964), «Aquella novela», «Ojos inquietos», Ejemplario
(1979), «El mar», «La tonta», Contrasombras (1998), «Contar los
pájaros», «Defensa», Años de aprendizaje (2001), «Lecciones de inglés»,
«Primeros pasos», Cuentos completos (2004), «La piedra», «La carta» y,
solo tres, los últimos, se publican ahora en libro: «Postrimerías», «Amor» y
«El sillón»; el primero habla de ese después de haber cumplido los 65 años; el
segundo eterniza, aún más, ese ambiguo concepto de cerebro y corazón y, el
tercero, se cuentan los sueños y frustraciones de una familia a través de un
objeto preciado, un sillón.
De un juego o de una invención,
calificaba Ángel Zapata, la escritura de Fraile; una sorpresa o quizá un
hallazgo que configura el semblante de sus textos. El planteamiento de sus
cuentos, en realidad, es algo más o menos que una historia a contar, es decir,
un asunto y una trama expandida hacia una enunciación incierta que
desestabiliza nuestra sensibilidad. En alguna ocasión hemos leído que su estilo
es llano y natural, en su brevedad ofrece, mejor que nadie, esas pizcas de
humanidad y de sensibilidad tan necesarias en nuestro mundo. Excelente
iniciativa, pues, la de Manuel Vargas de presentar al narrador madrileño ante
un nuevo público lector: el boliviano, que sabrá apreciar cuánto sugieren estos relatos.
EN
MADRID TAMBIÉN SE
VIVE
EN ORURO
Medardo
Fraile
La Paz
(Bolivia), Correveidile, 2007
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