… me
gusta
SEGUNDAS INSTANCIAS
Momentos de extrañeza, impulsos o
simples impresiones que justifican, algunos años después, historias inventadas
en una época de tanteos, cuando el narrador busca con cada página escrita la
expresión personal de una posible y futura voz literaria. Se percibe esa
voluntad juvenil por encontrar expresiones artísticamente válidas y
experimentar nuevos temas y formas de expresión con que reinventar argumentos
universales: deseo, amor, infidelidad, libertad o locura, telón de fondo de
esta colección de relatos. El libro Cuídate de los poemas de amor (2007)
es, en palabras de Salvador Compán (Úbeda, Jaén, 1951), una autobiografía
sumergida, aunque la heterogeneidad de los catorce cuentos va mucho más allá de
esta afirmación. Él autor justifica, uno a uno, su prehistoria porque, en
algunos momentos de su vida, le advirtieron que algo iba a suceder. Un
espectáculo que no quiso perderse y pudo retener. Y esa «involuntaria unidad
temática» esgrimida por Compán para reunir, por primera vez, aquellos textos
que le proporcionaron algún premio y una no menos importante causa de
satisfacción, se muestra en la fuerza y contundencia de varios de ellos, caso
de «Jiménez, el Espeso» una visión más de las atrocidades de nuestra guerra
civil con los inevitables fusilamientos en los pueblos de nuestra España más
rural. O «Trenes» hermosa historia de amor que sobresale por el paralelismo
planteado en sus dos protagonistas: Ana y Juan, cuyas voces, alternativamente,
se van apagando a medida que se intensifica su relación y la acción del cuento
llega al final, cuando el joven maquis cae abatido sobre la vía. Dos
perspectivas ofrecen en este relato una perfecta visión de esa acción interna y
secreta que continúa en otra externa y visible, un todo voluntariosamente
oculto por acciones accesorias, por esa actividad que no persigue otra
finalidad, sino la de conducir al lector al hecho en sí, la fatalidad. Y «La
reina del carnaval» otro cuento de amor fallido con una duplicidad narrativa
que propone un narrador, en primera y tercera persona, y que, de alguna manera,
sirve de unión a las diferentes situaciones y está presente, como si de un
confidente se tratara, para contar una alocada visión de un fortuito encuentro
carnavalesco y sus funestas y dramáticas consecuencias.
Lirismo, violencia, locura
individual o colectiva como la practica Compán en los tres relatos anteriores,
muestran el inequívoco talento de un autor con capacidad para sintetizar con
garantía de calidad el difícil arte del cuento. El algunos casos, la economía
mínima de los medios de expresión provoca una explosión y, lo insignificante y
lo accidental, muestra el lado amable de la vida, como en «El limpiador de
cristales», relato característico por su brevedad, por sus alusiones,
convertido casi en un poema en prosa, que vertebra el tema a otros relatos en Cuídate
de los poemas de amor. Finura literaria, en suma, manchas de conciencia
para dejar constancia de una meditación que suavice algunas actitudes de
nuestra vida y, por añadidura, siembre algo de verdad en nuestra existencia
porque, los argumentos de este libro y los personajes, trasiegan en lo
verosímil y, también, en lo inverosímil mostrando las pasiones que arrastran.
Los cuentos de Salvador Compán, al menos, los se que incluyen en este volumen,
no ayudan a soñar, sino realizar aspectos de una existencia cualquiera que sea
esta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario