N
Naturaleza
“Produce
una inmensa tristeza pensar que la naturaleza habla mientras el género humano
no escucha”.
Victor Hugo
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Al Sur de la Nada
La construcción formal de un relato configura, de
alguna manera, el resto de la historia a contar; y si, además, en esa narración
se pretende hilvanar una coherente sucesión de sucesos o alternar acontecimientos,
la cuestión puede resultar harto difícil y de un complejo y elaborado
desarrollo narrativo. Este ha sido el proceso seguido por Herminia Luque
(Granada, 1964) para justificar su nueva novela, Al sur de la nada (2013), una convergencia de historias, que
protagonizan tres mujeres cuyo denominador común es la certeza de su cercano
fin. Un oscuro tapiz, la sombra misma de la muerte, recorre en su esencia las
páginas de esta novela. La narradora granadina ha compuesto su obra de ficción,
desde sus comienzos, con una calculada mirada, y desde perspectivas técnicas muy
distintas, casos de Piscinas de enero (2009), Bitácora de Poseidón
(2010), El códice purpúreo (2011), y ahora en su cuarta entrega, Al sur de la nada, exhibe la vida de las
mujeres, cuyos nombres fácilmente reconocibles, Juliana, Amparo y Virginia, muestran
tres asombrosos caracteres, y consigue establece entre ellas, y su atormentada
existencia, un vínculo narrativo posible, secuela de una sutil galería
histórica que le permite, como novelista, ahondar en la esencia misma de sus
vidas.
Herminia Luque se ejercita literariamente hablando cuando propone sus
historias basadas, esencialmente, en la fuerza de unos registros lingüísticos
distintos, y así en “Al sur de la nada”, ensaya una prosa cargada de arcaísmos,
palabras en desuso de un mundo rural ya desaparecido, que amorosamente son
recuperados. En esta nouvelle, Anica
en la ficción, es seducida por un escritor, sin duda, Gerald Brenan, del que
queda embarazada, y bastantes años después reconstruye su pasado cuando muy
enferma quiere conocer a su hija. En la segunda, “Un féretro naranja”, una
antigua reina de la belleza, Amparo Muñoz, encara con lucidez la recta final de
una enfermedad, cuando antes había sido considerada la mujer más bella del
universo, y tras dejar atrás una vida de placeres y excesos. Y finalmente, en “La
cabra”, se cuenta que una anciana Virginia Woolf escribe sus memorias, que
incluyen, para mayor verosimilitud, el episodio de un fallido intento de
suicidio al que sobrevivió milagrosamente, según narra Luque. Pura ficción
porque en este caso la narradora inglesa es rescatada de ese trágico final, y se
le inventa una vejez apacible en la que pueda escribir sus memorias con toda
tranquilidad, propósito que ella siempre había esgrimido cuando llegara el día,
una vez cumplidos los sesenta. Esa muerte, la que Herminia Luque le proporciona
a cada una de las heroínas, no es sino el telón oscuro sobre el que destaca la
silueta iluminada y vibrante, el cuerpo sensual e intelectual, profundamente
vivo, de tres mujeres singulares y de su proyección real o ficticia, como
queramos verlas los lectores.
AL SUR DE LA NADA
Herminia Luque
Benalmádena, e.d.a. Libros, 2013
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