TAL
COMO ÉRAMOS
Los jóvenes que crecimos
imaginando un mundo mejor y más justo, hace ya algún tiempo que no intentamos
cambiar nada, hemos abandonado nuestros principios más elementales, nos queda
el dogmatismo de alguna antigua verdad. En Tal como éramos, película de
Sydney Pollack, dos jóvenes cómplices: ella, inteligente de claros ideales y
militante activista, él escritor y amante de la vida, terminan uniendo sus
vidas, hasta que la libertad de expresión por la que Katie siempre ha luchado y
la práctica voluntad individual, que Hubbell representa, termina separándolos.
Ella seguirá su lucha, él se refugia en el éxito. Es mi película favorita: me enamoré de una
Barbra Streisand radiante, que gritaba: «Save Spain! Stop Franco!», y aún me
emociono cuando tarareo, Será que entonces era todo tan sencillo, será que
aún recordemos: tal como éramos.
La novela de José María
Guelbenzu, El amor verdadero (Siruela, 2010), ofrece una espléndida
visión sobre la existencia humana, crónica moral de toda una generación de
españoles que, con pasión, vivieron sus años universitarios en los 60, una
década alimentada por las ilusiones de cambio, de apertura, y una activa
militancia antifranquista. Retrato de unos jóvenes marcados, que
protagonizarían el paso a la transición política durante los 70, se
comprometerían en los difíciles 80, y sufrirían el desencanto en los 90, cuando
se habían logrado unas transformaciones sociales y políticas, que derivarían en
una red de corrupciones y engaños a niveles escandalosos. Y al final —como dice
uno de los personajes— todo da igual, tenemos que elegir entre la peste y el
cólera.
Sábado, 4 de diciembre, 2010; pág. 8
Una de mis favoritas, siempre la recomiendo. El amor verdadero fue, es, y supongo que será siempre eso: VERDADERO.
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