M
Mediocridad
“Algunos
hombres nacen mediocres, otros logran la mediocridad y a otros la mediocridad
les cae encima”.
Joseph
Heller
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LAS
NOVELAS CORTAS
El escritor austriaco de ascendencia judía Stefan
Zweig se suicidó un 22 de febrero de 1942, en Petrópolis, Brasil, a donde había
llegado exiliado, cuando Hitler en Europa aun parecía invencible. Murió junto a
su segunda esposa, Lotte Altmann, enferma sin posibilidades de curación, y el
propio Zweig que, a sus sesenta años, padecía una profunda depresión y un
agotamiento tras deambular de un país a otro, privado de su gran biblioteca y
sin un hogar y sosiego para seguir trabajando. Había cosechado el éxito, y sus
libros se traducían a más de cincuenta idiomas. Sus magistrales ensayos sobre
Nietzsche, Hölderlin o Dostoievski eran respetados por un público culto que alternaba
su obra leyendo algunas de sus insuperables biografías sobre María Antonieta y
María Estuardo; lo mejor de sus ensayos, su capacidad de transmitir sentimientos,
descubrir pasiones, mostrar una inquebrantable personalidad o vislumbrar el
giro inusitado que el destino les otorgaba a las vidas de sus biografiados.
Balzac,
Tolstói y Chéjov fueron sus admirados maestros y se enamoró de la literatura
francesa del XIX. Empezó su obra literaria componiendo relatos y posteriormente
novelas que enseguida destacaron por su inconfundible estilo, ágil, conciso y
sin concesión alguna. Exploraba las pasiones de sus contemporáneos cotejándolas
con algunas personalidades importantes del momento como tema para sus
argumentos, y era capaz de mimetizar o transcribir las pasiones de esposas
seducidas o tentadas por la aventura de una relación con un extraño, e incluso
de jóvenes con deseos inconfesables. Por su carácter, siempre mostró cierta
ternura con las debilidades humanas, fue un crítico extremadamente duro con la
falta de compromiso tanto político como social, tan es así que sus obras, sobre
todo sus novelas y nouvelles, siguen
ocupando un lugar privilegiado en la literatura universal y deleitando a
generaciones de lectores. La editorial española, Acantilado, que ha venido
publicando la obra de Stefan Zweig (Viena, 1881- Petrópolis, Brasil, 1942)
reúne toda su obra de ficción, novelas extensas y breves, en un solo volumen
que muestran la sutilidad de su prosa y el complejo proceso de creación de
ambientes y caracteres, ocurre en, Ardiente
secreto (1911), Miedo (1920), Carta de una desconocida (1927), Los ojos del hermano eterno (1922), Confusión e sentimientos (1926), Veinticuatro horas en la vida de una mujer (1929),
El candelabro enterrado, La impaciencia del corazón (1939), Novela de ajedrez (1941), Clarissa, y La embriaguez de la metamorfosis (1931-1942).
Zweig se caracterizó por su interés en la
introspección psicológica, evitando los detalles superfluos que pudieran dotar
a sus historias de tonos melodramáticos y
exagerados. Y es aquí donde radica uno de sus grandes aciertos. Él mismo
aclara estos conceptos en algunas notas de su propia biografía.”El inesperado éxito de mis escritos
proviene, según creo, en última instancia de un vicio personal: soy un lector
impaciente y de mucho temperamento. Me irrita todo lo difuso y vagamente
exaltado, lo ambiguo, lo innecesariamente morboso de una novela, de una
biografía, de una exposición intelectual. Sólo un libro que se mantiene
siempre, página tras página sobre su nivel y que arrastra al lector hasta la
última línea sin dejarle tomar aliento, me proporciona un deleite perfecto (…)”.
Aunque vencido por el desencanto, prefirió ser actor principal de su propia
destrucción, abandonando, rindiendo armas ante la barbarie, el olvido y un
presente sin sentido. A lo largo de su vida conoció los laureles del éxito, incluso
llegó a tocar las llamas del infierno. Fue aclamado, adorado por la más selecta
sociedad europea, y terminó olvidado, exiliado en una tierra lejana, ajena a
todo cuanto en él era esencial. Y, pese a todo, el alma del brillante escritor
no pudo soportarlo porque en su memoria conservaba como fue el declive de Centroeuropa,
lo que provocaría en él una intensa agonía y el adiós a una esperanza.
En definitiva, Zweig no fue capaz de asimilar la pérdida de un mundo perfecto, su mundo. Agotó toda su fuerza intelectual y vital en sus recuerdos, los de su querida patria: la vieja Europa. Se consideró un judío errante, viajó por todo el mundo, sin olvidar en ningún momento sus orígenes. No supo sino mirar hacia atrás toda su vida y así quiso acabar con ella, agradecido y libre, pero anhelando con nostalgia un ayer dorado:
En definitiva, Zweig no fue capaz de asimilar la pérdida de un mundo perfecto, su mundo. Agotó toda su fuerza intelectual y vital en sus recuerdos, los de su querida patria: la vieja Europa. Se consideró un judío errante, viajó por todo el mundo, sin olvidar en ningún momento sus orígenes. No supo sino mirar hacia atrás toda su vida y así quiso acabar con ella, agradecido y libre, pero anhelando con nostalgia un ayer dorado:
”Antes de abandonar esta vida por mi propia
y libre voluntad, quiero cumplir un último deber: Quiero dar las gracias más
sinceras y emocionadas al país de Brasil por haber sido para mí y mi trabajo un
lugar de descanso tan amable y hospitalario. Cada día transcurrido en este país
he aprendido a amarlo más y en ningún otro lugar podría con más gusto tener la
esperanza de reconstruir mi vida de nuevo, ahora que el mundo de mi lengua
madre ha perecido por mí y Europa, mi hogar espiritual, se destruye a sí misma.
Pero comenzar de nuevo requeriría un esfuerzo inmenso ahora que he alcanzado
los sesenta años. Mis fuerzas están agotadas por los largos años de
peregrinación sin patria. Así, juzgo mejor poner fin, a tiempo y sin
humillación, a una vida en la que el trabajo espiritual e intelectual ha sido
fuente de gozo y la libertad personal mi posesión más preciada”.
Sus novelas
El
autor describe con maestría y con un lenguaje sencillo pero muy efectivo las
pasiones humanas que pueblan algunas de sus mejores novelas. En la época en que
se desarrollan, priman las apariencias y dominan los prejuicios sociales
sobre todo lo demás. Zweig es un narrador clásico, de impecable técnica, absolutamente
comprometido con su obra. Un tipo culto y con una clara vocación de escritor
transmisor de la cultura y del entretenimiento, como puede comprobarse en
algunas de sus más significativas. En Carta
de una desconocida, un escritor famoso y mujeriego recibe una carta cuya
caligrafía no reconoce. La carta es la confesión de una mujer profundamente
enamorada que le declara su amor en los últimos momentos de su vida. ¿Conseguirá
el escritor saber quién es esta desconocida y por qué le escribe? Un magnífico relato corto que pone de relieve las cualidades que le han
convertido en uno de los autores más apreciados por todos los públicos:
humanidad, ternura, dramatismo y apasionante interés. Ardiente Secreto,
transcurre en un hotel austriaco antes de la Gran Guerra y narra
como es el descubrimiento del mundo adulto por parte de un niño a través de su
fascinación por un caballero. Como el fin de la infancia llega con el
descubrimiento de las debilidades adultas, sus mentiras y la soledad. Pero,
también, con la necesidad de respuestas, las conclusiones apresuradas y la
falta de información sobre la naturaleza humana. En la tercera apuesta, La
embriaguez de la metamorfosis, la acción se desarrolla en el año 1926, y la novela
está divida en dos partes, que guardan una estrecha relación, pero están
claramente separadas en cuanto a los hechos y al ambiente. Al principio el
núcleo está constituido por las experiencias vividas en el mundo brillante de
una estación de verano suiza, en la segunda muestra, su reverso, la atención se
centra en la atmósfera opresiva de la época de postguerra y de una existencia
pequeño burguesa, que hace madurar el proyecto de un desfalco de grandes
proporciones. De nuevo, Zweig, demuestra su arte para desvelar esas
motivaciones psicológicas que motivan los actos y los comportamientos humanos.
Stefan Zweig, Novelas;
Barcelona, Acantilado, 2012; 1550 págs.
Estupendo autor, breve , intenso, muy recomendable. Gran descubrimiento. Ya sea novela,ensayo,sus memorias...Era increible. Hay un antes y un despues de Zweig
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