PADRES
E HIJOS
La historia de la Literatura Universal
está plagada de ejemplos sobre las relaciones: padres e hijos. Ningún vínculo
es tan significativo e importante como este, sin embargo, la naturaleza del
mismo, se torna conflictiva, repleta de decepciones. Quedan hermosos ejemplos, Padres
e hijos, de Turguéniev, Carta al padre, de Kafka, Rulfo tituló
originariamente, Mi padre, el primer capítulo de Pedro Páramo, un
asombroso Kureishi, Mi oído en su corazón, el lírico Stuparich, La
isla, espléndido recuentro de un padre enfermo con su hijo, y, aún más recientemente,
La esposa del Rey de las Curvas, donde Bryce Echenique soslayaba su
relación con un padre timorato. Sin embargo, es Tiempo de vida
(Anagrama, 2010), un libro que, sin inhibiciones ni exhibicionismo, proporciona
al lector una amplia visión de esa compleja relación que para el autor, Marcos
Giralt Torrente, supone una lección vital de los continuos desentendimientos
mantenidos con el padre a lo largo de su vida.
Será la relación padre e hijo la
que aporte la base anecdótica del relato que, en gran medida, se despoja de esa
ficción que justifica el proceso de escritura de Giralt Torrente para contar su
vida y la de sus progenitores, con una dedicación, exclusiva, al padre tras conocer la situación
terminal en la que se encuentra. Al igual que en Stuparich, las distancias se
acortan cuando empiezan a saber algo más el uno del otro. El efecto terapéutico
y liberador de Tiempo de vida demuestra, en su proceso final, esa
declarada admiración y homenaje de amor tributado al padre.
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