S
Sabiduría
“La
sabiduría, después de todo, no es otra cosa que la experiencia”.
Marûn
Abbud
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La publicación de los Todos los
cuentos (2008) o la suma de toda una narrativa breve, sin duda, sirve para
apreciar, según el prologuista Fernando Valls, cuanto hay de unidad en una
perseguida diversidad, como la experimentada hasta el momento en las cinco
colecciones de la narradora Cristina Fernández Cubas (Arenys de Mar, Barcelona,
1945), Mi hermana Elba (1980), Los altillos de Brumal (1983), El
ángulo del horror (1990), Con Ágata en Estambul (1994) y Parientes
pobres del diablo (2006), y a lo largo de casi tres décadas dedicadas a la
narración breve y a la novela corta, con ese prestigio que iguala a la
escritora a otros cuentistas
contemporáneos, léase Zúñiga, Mateo Díez, Merino, Millás o Vila-Matas.
La narrativa breve de Fernández
Cubas desarrolla, al menos en sus primeras propuestas, esa intensidad propia de
la media distancia y los relatos proponen enigmáticas situaciones, con el
clásico motivo del doble para mostrar las conflictivas convivencias de sus
personajes; en otras ocasiones, predomina el terror con hechos que nunca acaban
de explicarse, o historias de una doble complicidad, como el cuento que da
título al volumen, «Mi hermana Elba»: la narradora por un lado, Fátima, su
compañera en el colegio y la propia Elba, con habilidades extraordinarias para
descubrir nuevas dimensiones de la realidad. La infancia es uno de los temas
que predominan en la prosa de la catalana, ocurre nuevamente en Los altillos
de Brumal, cuatro historias donde, también, lo fantástico cuestiona
creencias racionales; y tampoco el humor y el terror, características en este
tipo de relatos, está ausente en su siguiente entrega, El ángulo del horror,
un hecho y una visión del tema disuelto en la vida cotidiana, como el conflicto
que se da en el cuento «Helicón», una especie de Jekyll y Hyde o la confusión
entre hermanos; incluso «El legado del abuelo», donde se habla de verdades y
mentiras, sobre la soledad y la ambición humana. Su siguiente libro, Con
Ágata en Estambul, recoge cinco nuevos cuentos, calificadas por su autora
como «historias» con mujeres como protagonistas, localizadas en un convento, en
un panteón familiar o en el espacio fantasmagórico de Estambul, el cuento que
da título al conjunto, y se convierte en un homenaje a lo mejor de Agatha
Christie.
En su última entrega, Parientes
pobres del diablo, tres narraciones cortas, cuentan en una atmósfera
perturbadora, una historia de misterio en un desconocido lejano, «La fiebre
azul»: un falsificador encuentra donde vivir en impreciso lugar de África; o
cierta cercanía en «Parientes pobres del diablo», dos confusiones, la de un
vendedor ambulante, y la de un hermano, para contar otra enigmática vida, y,
por supuesto, dosis de humor en «El moscardón», narrado en tercera persona,
muestra la relación de doña Emilia con su canario y algunos programas de la televisión.
En un Apéndice, al final, se incluye un cuento inconcluso de Poe que
Cristina Fernández Cubas terminó a instancias de una editorial en 1997. El
libro, en su conjunto, muestra esa síntesis de oralidad esgrimida desde siempre
por la narradora, además de la mejor herencia de los clásicos del relato de
terror y de misterio.
TODOS
LOS CUENTOS
Cristina
Fernández Cubas
Barcelona,
Tusquets, 2008
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