V
Vejez
“Saber
envejecer es la obra maestra de la vida, y una de las cosas más difíciles en el
dificilísimo arte de la vida”.
Henri-Frédéric Amiel
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Julio Cortázar y Cris
(Conversaciones con el gran cronopio)
París y Barcelona fueron las dos ciudades cómplice
y escenario de una larga amistad entre Julio Cortázar y una entonces
jovencísima y prometedora Cristina Peri Rossi (Montevideo, 1941), y de una
profunda admiración surgió una no menos insondable amistad que tres décadas
después convierte, Julio Cortázar y Cris (2014)
en una amena experiencia, en un interesante, agradable e instructivo documento
para el lector, esa singular relación entre el Gran Cronopio y la musa que
inspiraría los más bellos poemas escritos por el autor de Rayuela.
Transcurridas
tres décadas de la desaparición de Cortázar, es ahora cuando Peri Rossi elabora
un libro con textos que divide en dos grandes apartados, uno de ellos publicado
a instancias de Nuria Amat en 2010, al que se añaden nuevas anécdotas y
fragmentos de su correspondencia privada, y una segunda parte, un total de ocho
textos, que la narradora uruguaya ha escrito sobre el maestro desde entonces y
que ahora con la visión del tiempo transcurrido ha sido capaz de publicar, y
alguna que otra correspondencia que ha quedado inédita por no tener el permiso
de sus albaceas, o tal vez por respetar la voluntad del propio Cortázar que una
vez escribiera al respecto. “Lo que se escribe y se envía privadamente no debe
ser publicado con la frescura con que suele hacerlo mucha gente, y por eso te
pregunto”, y lo manifestaba el argentino a propósito de los quince poemas que
había enviado a Cristina Peri Rossi y que tituló, “Cinco poemas para Cris,
Otros cinco poemas para Cris y Cinco últimos poemas para Cris”.
El
libro, breve en realidad, aporta no pocas luces a un asunto que siempre había
sido soslayado, la dudosa enfermedad y posterior muerte de Cortázar, una
incógnita desvelada por Peri Rossi que habla de “una trasfusión masiva de
sangre contaminada, a raíz una hemorragia estomacal que, entonces, supuso un
escándalo y la dimisión del ministro francés de Sanidad”; y aun más, añade la
uruguaya, consultado el médico y poeta barcelonés Javier Lentini, gran amigo de
la narradora y admirador de Cortázar una vez que lo había examinado en su
clínica de la Ciudad Condal,
“El nombre no tiene importancia, lo único importante es si lo podíamos curar. Y
no lo hubiéramos podido curar”; y concreta Peri Rossi, el virus contraído y esa
extraña enfermedad, hoy se conoce como, sida.
En
la segunda parte, los ocho textos que se publican sobre el argentino muchos
después de su muerte, se pone de manifiesto la admirada devoción que ambos
sentían el uno por el otro, y las similitudes que Cortázar vio entonces entre
la primera novela de Peri Rossi, El libro
de mis primos (1969) y el libro que él mismo escribía al comienzo de esta
amistad, Libro de Manuel (1973). El
resto forma parte de esa intensa amistad
que hoy se convierte en crónica de un pasado y entristece a Cristina Peri Rossi
cuando recuerda junto a su cómplice, “Me moriré en París con aguacero, un día
del cual tengo ya el recuerdo”, los versos de César Vallejo, y también fue, en
una lluviosa mañana de febrero de 1984, cuando Julio Cortázar fue enterrado en
el cementerio parisino de Montparnasse.
JULIO CORTÁZAR Y CRIS
Cristina Peri Rossi
Palencia, Cálamo, 2014
Desconocida historia y, por lo tanto, muy interesante.
ResponderEliminarMª Ángeles.