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miércoles, 12 de noviembre de 2014

PERI ROSSI/ CORTÁZAR


V
Vejez
“Saber envejecer es la obra maestra de la vida, y una de las cosas más difíciles en el dificilísimo arte de la vida”.
                                                    Henri-Frédéric Amiel

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Julio Cortázar y Cris
(Conversaciones con el gran cronopio) 



     París y Barcelona fueron las dos ciudades cómplice y escenario de una larga amistad entre Julio Cortázar y una entonces jovencísima y prometedora Cristina Peri Rossi (Montevideo, 1941), y de una profunda admiración surgió una no menos insondable amistad que tres décadas después convierte, Julio Cortázar y Cris (2014) en una amena experiencia, en un interesante, agradable e instructivo documento para el lector, esa singular relación entre el Gran Cronopio y la musa que inspiraría los más bellos poemas escritos por el autor de Rayuela.
     Transcurridas tres décadas de la desaparición de Cortázar, es ahora cuando Peri Rossi elabora un libro con textos que divide en dos grandes apartados, uno de ellos publicado a instancias de Nuria Amat en 2010, al que se añaden nuevas anécdotas y fragmentos de su correspondencia privada, y una segunda parte, un total de ocho textos, que la narradora uruguaya ha escrito sobre el maestro desde entonces y que ahora con la visión del tiempo transcurrido ha sido capaz de publicar, y alguna que otra correspondencia que ha quedado inédita por no tener el permiso de sus albaceas, o tal vez por respetar la voluntad del propio Cortázar que una vez escribiera al respecto. “Lo que se escribe y se envía privadamente no debe ser publicado con la frescura con que suele hacerlo mucha gente, y por eso te pregunto”, y lo manifestaba el argentino a propósito de los quince poemas que había enviado a Cristina Peri Rossi y que tituló, “Cinco poemas para Cris, Otros cinco poemas para Cris y Cinco últimos poemas para Cris”.
      El libro, breve en realidad, aporta no pocas luces a un asunto que siempre había sido soslayado, la dudosa enfermedad y posterior muerte de Cortázar, una incógnita desvelada por Peri Rossi que habla de “una trasfusión masiva de sangre contaminada, a raíz una hemorragia estomacal que, entonces, supuso un escándalo y la dimisión del ministro francés de Sanidad”; y aun más, añade la uruguaya, consultado el médico y poeta barcelonés Javier Lentini, gran amigo de la narradora y admirador de Cortázar una vez que lo había examinado en su clínica de la Ciudad Condal, “El nombre no tiene importancia, lo único importante es si lo podíamos curar. Y no lo hubiéramos podido curar”; y concreta Peri Rossi, el virus contraído y esa extraña enfermedad, hoy se conoce como, sida.
     En la segunda parte, los ocho textos que se publican sobre el argentino muchos después de su muerte, se pone de manifiesto la admirada devoción que ambos sentían el uno por el otro, y las similitudes que Cortázar vio entonces entre la primera novela de Peri Rossi, El libro de mis primos (1969) y el libro que él mismo escribía al comienzo de esta amistad, Libro de Manuel (1973). El resto forma parte de esa intensa  amistad que hoy se convierte en crónica de un pasado y entristece a Cristina Peri Rossi cuando recuerda junto a su cómplice, “Me moriré en París con aguacero, un día del cual tengo ya el recuerdo”, los versos de César Vallejo, y también fue, en una lluviosa mañana de febrero de 1984, cuando Julio Cortázar fue enterrado en el cementerio parisino de Montparnasse.













JULIO CORTÁZAR Y CRIS
Cristina Peri Rossi
Palencia, Cálamo, 2014







 



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