U
Utopía
“Si les
parece esto utópico, les ruego reflexionen por qué es utópico”.
Bertold
Brecht
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Niños en el
tiempo
La obra de Ricardo Menéndez Salmón (Gijón, 19771)
quedó marcada desde el principio por ese proyecto que, él mismo, o la crítica
bautizaba, con el nombre de Trilogía del
Mal, y que incluye los títulos, La
ofensa (2007), Derrumbe (2008) y El corrector (2009), la suma de una
metafórico visión sobre este concepto que, además, de tremendamente literario
queda ejemplificado en la versión que el propio autor otorga a la maldad
humana. Sin duda, una búsqueda personal que surge de esa exploración de nuevos
territorios donde concretar un paisaje posible. Y, en posteriores entregas, la apuesta
narrativa del asturiano, se concretaba en desafíos doblemente arriesgados, La luz es más antigua que el amor (2010)
y Medusa (2012), textos en los que ahora,
de alguna manera, continúa en Niños en el
tiempo (2014) y que viene a confirmar algunas de las preocupaciones
estructurales y temáticas de Menéndez Salmón con respecto a escritura y vida,
lenguaje y realidad circundante, o tiempo e Historia, esta última precisamente concebida
como algo perdurable.
La
novela Niños en el tiempo muestra el
desmoronamiento familiar que conlleva la tragedia de la pérdida de un hijo, el
dolor extremo a que se ven sometidos sus personajes y así “La herida”, la
primera historia se sustenta con esa sencillez de frases y puntualizaciones que
provoca los momentos en que sobran las palabras, y aunque la estructura narrativa
convierta al conjunto en tres partes proporcionales, cada una de ellas
condiciona a las restantes, y así la tercera concluye de alguna manera con esa
visión de herida abierta que nos adelanta la primera, y la segunda, en realidad
muestra una íntima y sorprendente recreación de la infancia de Jesús, y como
resulta totalmente inventada, Menéndez Salmón se esfuerza en glosar su ficción con
una delicada prosa, que incluye imágenes luminosas con que disfrutamos de esa
milenaria tradición cristiana que nos descubre a un Jesús, niño inquieto en
Nazaret, protagonista de una infancia que como afirma el autor “dura poco, pero
dura siempre”, y lo mismo ocurre con un José que aporta su nobleza a la
historia, y María de una complejidad psicológica no menos destacada, que
compone esa segunda entrega, “La cicatriz”, para así llegar al final, una
tercera, y definitiva parte titulada, “La piel”, donde se cuenta la esperanza
de una nueva vida, liberando así a su protagonista de esa necesidad interna de
autojustificarse a través de ese pez que lleva dentro, porque en la isla de
Creta llegará, de alguna manera, a ser feliz, con la ayuda de Antonio, el
extraño personaje con quien pasará unas semanas y, que finalmente, dejará atrás
para cerrar un ciclo propio de su vida.
Menéndez Salmón sigue hablándonos del
amor sin caer en ese lugar común, aunque solo él es capaz de dotarlo de una
elevación trágica, aumentando así la capacidad simbólica del sentimiento matriz
que presupone la vivencia de concebir un hijo.
NIÑOS EN EL TIEMPO
Ricardo
Menéndez Salmón
Barcelona,
Seix-Barral, 2014
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