D
Desdicha
“Desdichado es el que por
tal se tiene”
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Muerte en el bosque
La simplicidad y la sinceridad definen la vida y la
obra de Sherwood Anderson, autor admirado por la “generación perdida” su visión
intimista de la vida le proporcionó la estupenda acogida del público lector
durante décadas, sin olvidar que el norteamericano ofrece un efecto innovador
en sus relatos que abre posibilidades nuevas ante un modernismo en la América tradicional y
conservadora. Mientras en Europa ese proceso se convertía en algo natural tras
las vanguardias, y se trabajaba en conceptos de percepción y de lenguaje, una América,
hundida en una profunda crisis, solo veía un proceso de transformación en una
sociedad que se alejaba de los presupuestos calvinistas más rurales, y sus
críticas se orientaban hacia actitudes psicológicas, ocurre en su propia
novela, Winesburg, Ohio (1919), o Main Street (1920), de Sinclair Lewis, y
literariamente hablando los 20 fueron de un conservadurismo atroz, la
industrialización y la comercialización creciente propiciarían un desarrollo
considerable de la cultura y de las letras. La famosa “Era del Jazz”, isla del
hedonismo y del materialismo, desembocaría en el Crack de 1929, y cuanto supuso en Norteamérica entre los aspectos
morales y los datos económicos que plasmarían escritores de distintas
generaciones en sus obras.
Sherwood
Anderson forma parte de la tradición clásica emersoniana y whitmaniana, de las
leyendas del Medio Oeste, de las tradiciones patrióticas, o de las lecturas de
Melville y Borrow y por edad y adscripción literaria pertenece a la llamada
“escuela de Chicago” o “Renacimiento de Chicago” que incluye a Theodore
Dreiser, Edgar Lee Masters, Carl Sanburg, Sinclair Lewis y Ernest Hemingway.
Los primeros pasos literarios de Anderson se centran en una amplia mirada sobre
el naturalismo del XIX y en el modernismo del XX, modelos culturales que
contribuyeron a un sentido determinista de la economía, que en América supuso
un crecimiento industrial y financiero, y el desarrollo de pensamientos
filosóficos que provocarían una concienciación de clase que denunciaría la
explotación del sistema y la deshumanización de las relaciones humanas que hizo
reaccionar a autores como J.T. Farell, Upton Sinclair y John Steinbeck, que con
su literatura denunciaron corrupción política y cinismo financiero.
MIERTE EN EL BOSQUE
Sherwood Anderson
Trad. De Miguel Á.
Martínez-Cabeza
Granada, Traspiés, 2014;
Col. Breves, 203 págs.
Sherwood Anderson ha dejado de ser un perfecto
descocido para la gran mayoría de lectores españoles tras la publicación
reciente de algunas compilaciones de sus cuentos, La chica de Nueva Inglaterra (Nórdica, 2014), la novela Pobre blanco (Barataria, 2013) y de
nuevo, la colección de relatos, Muerte en
el bosque (Traspiés, 2014), además de sus novelas más conocidas, Winesburg, Ohio (1919) y Muchos matrimonios (1923). Un austero y
escalofriante viaje por la soledad nos hace partícipes de los problemas
cotidianos a que se enfrentan los personajes de Anderson, vistos desde un punto
de vista interior, porque en sus cuentos el paisaje rural de fondo conforma esa
identificación con el mundo exterior, y la fuerza de la naturaleza se convierte
en una cualidad del pensamiento para salir de la alienación a que se ven
abocadas sus vidas. Muerte en le bosque
reúne trece relatos que ofrecen lo peor o lo mejor de la vida en la América profunda; una
auténtica bajada a los infiernos del alma humana con un lenguaje sencillo y
eficaz que, en realidad, procede del habla cotidiana de los habitantes de tan
recónditos lugares, y reproduce una charla o una confesión en cualquier calle
de un pueblo de Ohio. En todos y cada uno de estos cuentos, la sensación de
libertad plena, el contacto constante con la naturaleza, la idea de la bondad
del ser humano, conforman una variedad de sorprendentes e interesantes
soluciones narrativas, aun cuando apenas si ocurre nada en estas historias. Los
relatos de esta compilación, originariamente, de Death in the Woods and Other Stories (1933), reúne los diez que
quedaban inéditos en español hasta el momento, con una nueva traducción de
Miguel Ángel Martínez-Cabeza, además de dos dispersos, “La siembra del maíz” y
“La esposa”. Según el traductor, Anderson había quedado satisfecho con esta
colección en la que el narrador comparte la vida que observa, al contrario de
sus relatos anteriores, relatados por un observador pasivo sobre el que se
impresiona la realidad. El eje temático planteado, en esta ocasión, es la figura
de la muerte y el mundo de la mujer. Precisamente, “Muerte en el bosque”, uno
de sus últimos cuentos (1933) ha sido comentado por Harold Bloom, uno de los
estudiosos más polémicos de la crítica universal, trata de un personaje que ha
sido una víctima durante toda su vida y con tan escasa conciencia de ello que
no puede ser considerado grotesco, narra la triste historia de una mujer pobre
y sola de la que se han aprovechado toda su existencia.
Anderson ni le rinde
homenaje ni se compadece de ella, pero el narrador, claramente un sustituto del
propio autor, experimenta su propia transformación consciente del hecho a la
vez que se inicia su despertar sexual con la contemplación del cuerpo congelado
de la anciana, de un extraño aspecto blanco y adorable como si realmente tras
la muerte se hubiera convertido de nuevo en una niña. Bloom, en su
análisis, señala como se siente estremecido e impresionado tras su lectura
porque, al centrarse en la visión que el narrador ofrece de la muerte de la
vieja, Anderson reduce la muerte a sus consecuencias estéticas que sirven de
material para la historia. El narrador se aprovecha de la anciana tanto como
los humanos y los animales se han aprovechado siempre de ella. Uno espera
hallar algo de ironía en esa conciencia de la culpabilidad en "Muerte en
el bosque", pero no la hay. Esa ausencia indica la pureza de Anderson como
cuentista, y por añadidura sus limitaciones. El resto de cuentos concretan
la vida en las montañas, los avatares sentimentales de varias parejas, la
pasión por los caballos o las contradicciones entre el espíritu norteamericano
y el europeo tras su paso y vivencias por el París de los 20, o los más
sensibleros como el excelente, “La esposa”, y la brutalidad del medio, “Juicio
con jurado” son otros de los temas que aparecen en estas narraciones de
magistral factura y de mejor traducción.
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