SCOTT FITZGERALD
Descubrir a estas alturas que la narrativa breve de Francis Scout
Fitzgerald fue censurada por sus editores no añade valor alguno a su obra, se
convierte en una anécdota más a toda una vida de novela. Ocho décadas después,
las versiones originales de sus colecciones, mutiladas por la mano de los
editores de la revista Saturday Evening
Post, acaban de ser recuperadas por la editorial Cambridge University Press que
inaugura una ambiciosa edición completa: Toque
de diana, es la primera, publicada en 1935, muestra cómo las historias de
Scott Fitzgerald eran mucho más complejas y realistas de lo que se desprendía de
la versión retocada de sus editores.
El
escritor de la Era del Jazz quiso que las criaturas de sus
cuentos hablaran como en la vida real, que blasfemaran o insultaran, contemplaba
escenas de sexo o desnudos, y se tacharon palabras despectivas o prejuicios
raciales, porque la revista consideró que semejantes matices alejarían a los
lectores, y apenas interesaban. La censura era más implacable cuando uno de sus
personajes quedaba envuelto en desmanes etílicos o sustancias prohibidas. Hoy
podemos leer como en, “Two Wrongs”, Bill, su protagonista, es castigado por el antisemitismo
hacia su mujer, o en “The Hotel Child” se evidencia la decadencia de los
personajes por su abuso de las drogas y el alcohol. Según el profesor James
West, el nivel de los originales está a la altura de sus grandes novelas, y
escribió 178 de estas historias que vendía a publicaciones de la época como
medio para subsistir a los problemas familiares, los de Zelda y los propios,
perdido al final en la garras de su alcoholismo. Jamás plantó cara a quienes
mutilaban sus textos que por fortuna han sobrevivido en la biblioteca de la Universidad de
Princenton.
Sábado, 28 de junio, 2014; pág., 8
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