DALLAS
Dallas
es la capital del estado de Texas que hace cincuenta años tuvo la mala suerte
del convertirse en el escenario del asesinato del trigésimo quinto presidente
John F. Kennedy, ocurrido el 22 de noviembre de 1963, mientras realizaba una
visita de carácter político a la ciudad. Cuando la comitiva presidencial
circulaba en una limusina descubierta por la calle Elm, a su paso por Dealey
Plaza, sobre las 12:30, el joven estadista recibía dos impactos de bala, uno le
perforó la espalda, y el segundo le alcanzó en la cabeza, ocasionándole la
muerte media hora más tarde. Su asesino detenido poco después del atentado, fue
identificado como Lee Harvey Olwald.
En
los tiempos prehispánicos, la región estaba habitada por los caddo una etnia que se extendía por el
este de Texas, el norte de Lousiana y el sur de Arkansas y Oklahoma, con una
ancestral variedad de lenguas que se conservan hasta la actualidad. En el siglo
XVI, el Imperio Español, la declaró parte del Virreinato de la Nueva España, y más tarde
Francia ejerció su derecho hasta que volvió a manos españolas en 1819, y hasta
1821, cuando México declaró su independencia, y la consideró parte del estado
de Coahuila y Texas. En 1836, el estado tejano se declaró independiente y John
Neely Bryan fundó Dallas con la intención de convirtirla en un centro de
negocios entre amerindios y pioneros.
La CIA, la KGB, la mafia, incluso se
especula que un perturbado actuase en solitario y milagrosamente consiguiera
matar al presidente de los Estados Unidos. Antonio Manzanera fabula ahora en La suave superficie de la culata (2013)
acerca del funcionamiento de la Cosa Nostra,
del complot para asesinar a Fidel Castro y de la vendetta que dará lugar al enigma en torno a los disparos que acabaron
con JFK.
Sábado, 16 de noviembre, 2013; pág., 8
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