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martes, 14 de octubre de 2014

TRAVESÍAS



AMISTAD
          
        La tópica/típica afirmación que habla de la literatura como una ventana abierta al mundo, no deja de ser una frase hecha, o mejor un pensamiento aprovechable para cuantificar/calificar el concepto literario y sus pretensiones, aunque esa visión exterior revierta en un espléndido mundo interior, capaz de concebir espléndidos pensamientos como el presente, «voy de una habitación a otra y escribo/a las sombras, pensando como siempre/ que solo escribir da la paz, endereza/ y cura lo que una vida ha hecho sórdido». Hermosos versos que justifican cómo los libros pueden ser nuestro indudable refugio, un escape, esa la luz íntima que arroja claridad sobre lo deplorable de un hecho. La lectura de un libro como Astrid y Veronika (2009), de Linda Olsson, proporciona la visión paradigmática de una amistad, concebida como una salvación para sus protagonistas, auténtica catarsis para unas mujeres de edad dispar: la treintena de Veronika, y la ancianidad de Astrid, con nada en común, aunque la fuerza narrativa del texto provocará en ambas un espacio de intimidad que les permitirá, recordando su pasado, enfrentarse a su soledad.
       La infancia y la familia, las dificultades vividas, el dolor de los recuerdos caracterizan las páginas de esta novela que logra establecer ese paralelismo existencial entre mujeres de tan diferente carácter, unidas finalmente por su visión de la casa donde viven, la música que escuchan, el silencio que las envuelve, el sentimiento lírico que recorre sus páginas. Sobresale la luz de una vida: otra perspectiva de concebir la amistad.


                  Sábado, 15 de enero, 2011; pág., 8

1 comentario:

  1. De esa novela me llegó al corazón lo siguiente: "Lo que puede parecer un instante dramático y único es tan solo un vínculo entre lo que había antes y lo que viene después".
    Lo tengo como una gran cita de esta escritora, Linda Olson. Magnífica, al menos para mí.

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