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domingo, 14 de diciembre de 2014

Hoy tomo café con…



Svenja Leiber

     En Los tres violines de Ruven Preuk (MALPASO, 2014), la escritora alemana Sevenja Leiber aborada la realidad actual de su país a través de un virtuoso de la música.



     Svenja Leiber (Hamburgo, 1975), creció en el norte de Alemania, hoy vive en Berlín con sus marido y sus dos hijos. Publicó un primer volumen de relatos, Luz de lata, 2005, y cinco años después su novela, Shipino (2010). Ahora publica, Los tres violines de Ruven Preuk (Malpaso, 2014) en nuestro país, y la crítica señala que “con su nuevo libro, Svenja Leiber presenta una novela de prosa sustancial: mientras que a su alrededor, todo un país, sigue a un músico excepcional frente a las probabilidades que demuestra con su talento”.
  
¿En qué momento se encuentra Alemania, literariamente hablando?

        Difícil de responder. Un país, una nación, rara vez se encuentra en un momento concreto, yo lo veo más bien como en un proceso. En términos generales, es un país muy preocupado por (que tiene muy en cuenta) su pasado. Se puede observar en la literatura, por supuesto. Pero en la actualidad hay entre los escritores jóvenes una discusión sobre los valores y las circunstancias de la llamada literatura política. Yo me siento muy marginada/sola porque muchos de mis colegas no sienten la necesidad de relatar y escribir sobre cuestiones políticas. No lo puedo entender.

Voces cuestionan una literatura alemana antes y después de la caída del Muro, ¿qué nos puede decir al respecto? 

        Es cierto que hay una diferencia entre la literatura alemana antes y después de la caída del Muro. Echo de menos muchas de estas voces importantes de la RDA. Por un lado, la literatura de la resistencia de Alemania del Este perdió su temática cuando se abrieron las fronteras, pero estoy segura que todavía tendrían mucho que decir sobre la sociedad contemporánea. Desafortunadamente, el sistema occidental eliminó a muchos de ellos.

Centrándonos en su obra, ¿su literatura es el fruto de contar todo un fracaso social?

        Sí, es cierto. En mi escritura escribo las condiciones de los fracasos de la sociedad. Quizá el problema es que sociedades que funcionan bien, como los aborígenes, tienen que ser destruidas, como si no estuviera  permitido estar bien. Siempre intento describir el ser humano como el único que crea un espacio mínimo para actuar y resistir frente a estos problemas. Busco la dignidad y un tipo de libertad.



Se lo pregunto porque la historia de Ruven va más allá de la pura anécdota del personaje, ¿es así?

        Las anécdotas son como las ruedas que tiran de la narración, el verdadero contenido. Espero que los lectores no se queden sólo con las “ruedas”. Quiero que se dejen llevar por mi historia. Puedes leer mis novelas en diferentes niveles. La obra trata sobre el desarrollo, sobre la crítica a la sociedad, es una historia de amor, una novela en un pequeño pueblo – pero antes que nada  es un intento de transformar la música en lenguaje.

Al final de la novela, Los tres violines de Ruven Preuk, el protagonista, se convierte casi en un héroe, o al menos es un superviviente, ¿existe hoy esa necesidad en Alemania de dar carpetazo a toda una historia reciente?

        No, Ruven no es un héroe, en absoluto. Para mí más bien es finalizar, acabar con el heroísmo. Ruven no recupera nada después de más de un siglo enfermo y destruido. Las cicatrices todavía están ahí. Ruven se hiere a sí mismo al final: en lugar de perdonar, actúa por venganza. Era su última oportunidad para hacer algo diferente y la desaprovechó. Creo que la nación alemana depende del hecho que el resto del mundo sea capaz de perdonar. ¿Pero es eso posible? Quizá tras si cambiase completamente hacia una sociedad de paz; pero en este momento no lo veo así. La nación alemana es, como muchos otros países occidentales, una potencia que explota al resto del mundo..

La música es el motivo, o tema esencial del relato, ¿por qué?, y dígame si ¿consideró usted algún otro?

        ¡El segundo tema central son las mujeres! Y el amor. Y podría responder tímidamente que la música no es otra cosa que amor.

¿El personaje Ruven Preuk es un virtuoso del violín que no percibe que se aleja de la gente, y solo al final de la novela lo comprende?

        La distancia y la soledad; eso es de lo que se da cuenta constantemente. Al final de la novela tiene que entender que el amor humano es más que amar la música. No olvidemos que fue tocado por la crueldad de la historia. Donde muchas cosas han sido “amadas” y “adoradas”, cualquier cosa menos la humanidad

Su literatura es un ajuste de cuentas con el pasado, y quizá ¿por eso con la vida y acciones de Preuk contribuye usted a cerrar viejas heridas?

        Si, eso es cierto, yo contribuyo a mantener estas heridas abiertas. Es un intento.



Permítame decirle que tiende al detalle en su novela, y en numerosas páginas resulta fría y calculadora, ¿quizá porque quiere contarnos la trastienda de la Historia?

        Me conmociona que la crueldad y la banalidad estén tan cerca la una de la otra. Por eso he intentado extenderme en los “fríos” detalles. Tengan en cuenta que en el jardín de los vecinos de mi familia había un corral de patos donde vivían mujeres polacas que trabajaban como esclavas...  Cuando yo era pequeña solía jugar ahí…

Siguen teniendo ustedes mentalidad de derrotados, ¿algo de esto trasciende en su novela porque para Preuk al final ya casi no le importa la música?

        Al final de la novela, el cuerpo de Ruven es un espejo de la guerra. Yo no quería darle a la guerra una “historia”, es imposible. Pero la guerra destruyó una generación entera (y a las siguientes) y a su cultura. Por eso intento imitar o hacerme pasar por Ruven.


En realidad, en su relato, ¿Preuk encarna la bondad y Fritz la maldad? 

        No, son algo así como una pareja. Esta pareja muestra dos caminos diferentes. Fritz se vuelve malo porque amaba a Ruven sin recibir respuesta. Por otro lado, Ruven era demasiado joven e ingenuo para comprender su responsabilidad hacia Fritz y la oportunidad de ayudarle. Esto es lo que yo llamo destino real: como hilos entre seres humanos que quizá son más viejos que esas mismas personas.

Ha culminado usted un sueño propio escribiendo una novela como Los tres violines de Ruven Preuk?

 Mis sueños son realmente sueños. No son para hacerlos realidad. Y ni siquiera lo intento. A través de la escritura más bien quiero entender algo. Escribir es (estar involucrado en la pregunta sobre) preguntarse quiénes somos. Espero que esto dé lugar a muchas más novelas en las que  aparezcan/surjan diferentes maneras de escribir.

 

1 comentario:

  1. Pues que siga con esos sueños. Es cierto, a veces es mejor no aspirar a que sean realidad.
    Mª Ángeles.

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