Julio
Cortázar (Ixelles, Bélgica, 1914- París, 1984)
Cuentos Completos
Los sellos Galaxia Gutenberg/ Círculo
de Lectores inician la publicación de las Obras Completas de Julio Cortázar con
el volumen de sus Cuentos, editado por Saúl Yurkievich.
Los
escritores Arlt, Mallea, Sábato y Cortázar forman, dentro de la narrativa
argentina moderna, un sólido grupo cuyos temas se concretan esencialmente en:
la soledad y el desasosiego metafísico. La sombra del surrealismo surge, una
vez más, tanto en América como Europa, con esa pujanza que desde sus inicios
convocó a aquellos autores cuyo orden de las cosas era más secreto y menos
comunicable, es decir, como el propio Cortázar señalaría «la más alta empresa
del hombre contemporáneo como previsión y tentativa de un humanismo integrado».
En ese mismo sentido, en alguna otra ocasión, el argentino ha señalado que la
búsqueda de esa nueva orientación existencial equivaldría a ver a través de un
caleidoscopio, es decir, como si de tratara de una caótica realidad aparencial.
El
mundo cortazariano
El mundo literario de Julio Cortázar es un juego que recobra esa virtualidad perdida y se convierte en refugio para la sensibilidad y la imaginación. En muchos de los libros de Cortázar el autor juega con el narrador, juega con los personajes e incluso llega a jugar con el lector. Los cuentos de Cortázar se convierten así en más ambiciosos e iconoclastas que el resto de su producción narrativa. Saúl Yurkievich acaba de editar los Cuentos (completos) del escritor argentino en un amplio proyecto de «Obras completas» que Galaxia Gutenberg/ Círculo de Lectores editará en nueve volúmenes. El primero contiene los Cuentos y en la documentada «Introducción general» sobre el autor y sobre su obra, el crítico afirma que sus relatos desconciertan, producen un asombro inquietante; son cuentos sembrados de misterio, hacen vislumbrar lo oscuro, la desconocida amenaza que acecha, selecciona lo admisible y lo discernible de nuestro mundo y permite atisbar otros posibles, enmarcados en un orden distinto para, así, llegar a otras magnitudes, y vislumbrar ignorados parámetros; los cuentos de Cortázar —insiste Yurkievich—ofrecen una visión «intersticial», es decir, esa manera de estar entre, y afirma con rotundidad, ni por encima ni por detrás sino, precisamente, entre. Darío Villanueva señalaba en su Trayectoria de la novela hispanoamericana actual (1991) que «los cuentos de Cortázar suelen ser apreciados por los lectores de su obra con mayor aceptación y complacencia estética que sus desconcertantes experimentos novelísticos; con aquellos ha contribuido a la creación de una nueva retórica del relato breve, mostrando recortes significativos e intensos de la vida, fundiendo en perfecta alianza objetividad e imaginación (...) dotándolos de una creciente tensión y de un ritmo de semejante libertad al del jazz en su influencia, hasta conseguir formas esféricas, en las que tiene amplia cabida la fantasía y el misterio a partir de su atenta captación de la realidad y de la observación de sus dimensiones maravillosas y poéticas (...).
La obra y la vida de Cortázar
—según ha manifestado José Miguel Oviedo— pueden dividirse en tres etapas,
perfectamente, reconocibles, marcadas por cambios y reafirmaciones: la etapa
formativa es breve, algo tentativa y acaba cuando en 1951 publica Bestiario
y abandona Buenos Aires para instalarse en Europa. Había sido hasta el momento
un escritor cuya experiencia literaria le ofrecía una verdadera evasión donde
jugar con presencias imaginarias, fantasmas, desdoblamientos, animales míticos
y otras convergencias que le abrían puertas hacia lo desconocido. La segunda
etapa comienza con su vida en París, donde pasó largos años como traductor de la UNESCO y donde vería
publicados dos de sus mejores libros de relatos Las armas secretas
(1958) y la segunda edición de Final
de juego (1964). La última etapa se inicia a mediados de la década de los
60 cuando el compromiso de Cortázar se hace mucho más activo: Cuba, las
revoluciones latinoamericanas, incluso la causa palestina; surgen así los
cuentos de Todos los fuegos el fuego (1966). Su obra cuentística
—continúa señalando Oviedo— es muy extensa y de bordes imprecisos, porque se
entremezcla con formas paralelas, como el resto de textos incluidos en sus
misceláneas y las prosas en las que aparecen sus «cronopios» y «famas».
Los
cuentos
En la «introducción» de
Yurkievich leemos que Bestiario aparece en 1951, justo cuando el autor
se ha instalado en París. Se trata de su primer libro de cuentos publicado y
que contiene uno de sus relatos más estudiados y publicados, «Casa tomada»,
preciso en su lenguaje, de engañosa morbosidad, repleto de juegos de ominosas
sugerencias y claves que crean un clima que hace sospechar al lector de todo y
del que no espera su final. Relata un ambiente normal: una pareja de hermanos
que llevan una aburrida existencia, de hábitos vacíos e indiferentes pero a
quienes un buen día les ocurre que alguien o algo invade su casa, los va
arrinconando y progresivamente termina por expulsarlos. Esa actitud, esa
incapacidad para indagar y resistir complica aún mucho más la interpretación
del cuento porque se trata de confinar lo ocurrido al silencio o a esa parte
del mundo en el que es mejor no hablar de ciertas cosas. ¿Hay una explicación
sobrenatural o fantasmal? ¿Son personas o personajes reales? ¿Tal ve son
objetivaciones imaginarias del propio sentimiento de culpa de los protagonistas
del cuento? Esto se cuestiona José Miguel Oviedo cuando analiza, certeramente,
el más famoso relato del argentino. A este volumen seguirán en un riguroso
orden calculado Final del juego (1956), Las armas secretas (1958),
Todos los fuegos el fuego (1966), Octaedro (1974), Alguien que
anda por ahí (1977), Queremos tanto a Glenda (1981), Deshoras
(1982), además la presente edición incluye La otra orilla, esos cuentos
de aprendizaje que el autor compuso entre los años 1937 y 1945. El editor
reconstruye la edición de estos relatos de una forma cronológica y los
distribuye en tres secciones, «Plagios y traducciones» (cinco cuentos fechados
entre 1937 y 1939), «Historias de Gabriel Medrano» (cuatro cuentos entre 1941 y
1945) y «Prolegómenos a la
Astronomía» (cuatro cuentos fechados entre 1942 y 1945). Esta
colección había aparecido por primera vez en los Cuentos completos que
Alfaguara había publicado en dos volúmenes en el año 1994. El manuscrito
encontrado entre los papeles del autor después de su muerte, concluye con uno
de sus relatos más famosos «Casa tomada» que se publicará en su segundo libro
de cuentos Bestiario (1951) y muestra esa especie de puente entre sus
relatos desechados por sus «frágiles estructuras» y la ya consumada maestría
que se anuncia con este relato que el mismísimo Borges había incluido en la
revista Los Anales de Buenos Aires, en su número 11, en diciembre de
1946. Sobre este cuento y sobre la obra, en general, Borges había afirmado en
una entrevista de 1974 lo siguiente: «Conozco poco la obra de Cortázar, pero lo
poco que conozco, algunos cuentos, me parecen admirables. Además tengo el
orgullo de haber sido el primero que publicó uno de sus trabajos. Yo dirigía
una revista y recuerdo que se presentó en la redacción un muchacho alto que
traía un manuscrito. Le dije que iba a leerlo. Volvió al cabo de una semana. El
cuento se llamaba «Casa tomada». Le dije que era admirable y mi hermana Nora lo
ilustró». Borges, evidentemente, no se equivocó y hoy «Casa tomada» es uno de
los relatos más estudiados de la obra de Cortázar y junto a «Bestiario» y
«Lejana» que lo siguieron y que cuentan entre los más prefectos de su ficción
breve, forman el núcleo de su primera colección publicada como hemos señalado, Bestiario.
Jaime
Alazraki señala en su «Prólogo» a la presente edición, «que los cuentos de La
otra orilla tienen una rara afinidad con los relatos de Las fuerzas
extrañas de Leopoldo Lugones. «Desde sus primeros relatos —señala el
estudioso— Cortázar acepta la condición, conflictos y destino de sus personajes
como la única manera de hacer pie en su realidad más profunda». Por eso, el
propio escritor, llega a decir, «los temas me eligen a mí, me caen encima; de
golpe pasa algo que me lleva a mí a escribir» Nadie como él ha explicado el
punto de vista intrínseco del relato. Así llega a afirmar: «Cuando escribo un
cuento busco instintivamente que sea de alguna manera ajeno a mí en tanto
demiurgo, que eche a vivir con una vida independiente, y que el lector tenga o
pueda tener la sensación de que en cierto modo está leyendo algo que ha nacido
por sí mismo, en sí mismo, en todo caso con la mediación pero jamás la
presencia manifiesta del demiurgo. Siempre me han irritado los relatos donde
los personajes tienen que quedarse como al margen mientras el narrador explica
por su cuenta detalles o pasos de una situación a otra. El signo de un gran
cuento me lo da eso que podríamos llamar su autarquía».
A la edición de sus cuentos en
1976 realizada Alianza Editorial, en tres volúmenes, han seguido la que
Alfaguara hiciera en 1994 con un prólogo de Mario Vargas Llosa en dos volúmenes, y el presente de más mil
páginas que incluye un aparato crítico interesante, bien documentado, así como
el inédito «Bix Beiderbecke». Escribir para Cortázar, señala el crítico
Yurkievich, constituía una tentativa de conquista ( o comprensión) de lo real.
La buena literatura encarna para él una forma de acción (no la acción de las
formas sino las formas de la acción); de ahí que escoja el existencialismo como
teorética de su praxis de escritura.
Cuentos / Obras completas. Vol.I
Edición de Saúl Yurkievich
Colección: Obras Completas, 2003
1136 pp.
El complicado/complejo, pero maravilloso Cotázar.
ResponderEliminarMª Ángeles.