BIBLIOTECAS
Ptolomeo
fundaba en el año 283 a.
C. una de los más fabulosos centros de cultura del mundo antiguo, la Biblioteca de
Alejandría, parangón de una exquisita modernidad contemporánea que ha renacido
de sus cenizas hace apenas unos años, tras ser pasto de las llamas en el 48 a.C., cuando Julio César
conquistaba Egipto. Y aun más, durante el siglo II y a lo largo del III, una
serie de desastres se abatieron sobre la antigua capital de los Ptolomeos.
En una
época de futilidad cultural como la presente, recorrer los espacios donde se
albergan los tesoros bibliográficos más importantes del mundo, resulta un paseo
de lo más estimulante. La
Palafoxina, de Puebla, México, está considerada como la
primera biblioteca pública de América, cuando el obispo Juan Palafox, en 1646,
donara 5.000 volúmenes, a condición de permitirle el acceso a cualquier persona
que supiera leer, y no sólo a los miembros de la iglesia. João V proyectó en
Portugal dos de las más importantes bibliotecas del XVIII, la del Palacio
Nacional de Mafra, ubicada en un edifico barroco de 1717, con 40.000 volúmenes,
y la Joanina
de la Universidad
de Coimbra, de la misma época, con obras impresas de los siglos XVI a XVIII.
Tampoco importaría otorgarnos un pequeño paseo por Libros
Raros Thomas Fisher, en Toronto, que custodia primeras
ediciones de los libros de Lewis Carroll, el Trinity College de
Dublín (Irlanda), Santa Genoveva (París), que forma parte de la Universidad de la Sorbona, el Beinecke de
Manuscritos y Libros Raros de Yale (EE UU), donde se guardan
ejemplares impresionantes, la primera Biblia de Gutenberg, el Real
Gabinete Português de Leitura (Brasil), fundado en 1837 por un grupo de
emigrantes portugueses, o la
Biblioteca del Monasterio Benedictino de Admont (Austria), el
mayor centro/ espacio monacal del mundo.
Sábado, 16 de febrero,
2013; pág., 8
No hay comentarios:
Publicar un comentario