Vistas de página en total

jueves, 27 de abril de 2023

Cuaderno en blanco

  

Abril, 2023

 

 

       Abril es el mes de las lluvias, de los días grises y, también, de los soleados atardeceres, aunque la mano del hombre esta siendo injusta con la Naturaleza que se resiente de la excesiva industrialización de nuestras granes ciudades.

       Luce, no obstante, un sol en días despejados, y nos invita a disfrutar de esos días luminosos que añun asoman en nuestro horizonte.

       La chilena María José Navia nos devuelve entrevista completa con juicios acertados.

       Termino el mes con una panorámica y una visión de la narrativa de Stefan Zweig, el autor austríaco, de tantas novelas, ensayos y memorias que Alianza editorial pone a disposición de los lectores. Un buen momento para volver la vista a la sinrazón y los horrores de la barbarie humana.

     


 

martes, 25 de abril de 2023

Hoy invito a...

 

Viaje al interior de un escritor

Pedro M. Domene conversa con López Andrada en ‘Esa infinita quietud’

 



Alberto Monterrosso

       Cuáles son las claves de un escritor? ¿Cómo alcanza esa intensidad emocional a la hora de escribir? ¿Cuál es su papel en el proceso creativo? ¿Cómo se configura su universo literario? Para conocer todo esto y viajar al interior de Alejandro López Andrada, para entender cómo surge su inspiración, nada mejor que la lectura de este libro de conversaciones de Pedro M. Domene con el escritor pedrocheño, ameno, sencillo, bien estructurado y sorprendentemente revelador. ‘Esa infinita quietud’ trata los temas centrales de un gran escritor y uno de los mejores poetas de nuestro país. En sus páginas se muestra la labor creativa de Alejandro López Andrada, la idiosincrasia de su universo literario, el propio concepto de creación, reflexiones variadas sobre la literatura, la poesía, el paraíso de la infancia o el paisaje que lo habita; todo ello aparece aquí de forma pura y esencial, clara y sincera, como lo es el propio escritor, sin velos ni tapujos, para que el lector entienda toda la maquinaria intelectual y emocional que funciona como chispa explosiva de la que surge el fuego de la creación.

       El lector entenderá pronto esa quietud que da título a este libro de conversaciones entre el crítico literario y el poeta, porque pasarán por sus páginas las claves definitorias de este gran escritor: la quietud, el sosiego, la poesía y el idealismo mágico, el paisaje de Los Pedroches como rincón místico, rural y mágico, que forja su literatura, esencializándolo: un paisaje perdido que habita aún en sus venas y que se expresa en todos y cada uno de sus libros entre silencio, soledad y bruma, al estilo de los poetas románticos que tanto admira, Hölderlin o Novalis, que supieron también sublimar la naturaleza en sus versos.

       ¿Cómo y cuándo escribe el poeta? ¿En qué estado de ánimo? Las doscientas páginas del libro lo van desvelando sin pudor, con claridad, sin imposturas, en ese viaje interior hacia la naturaleza que lo habita y que lo hace sentirse como un médium, como si se limitara a escribir lo que alguien le susurra al oído. Con una estructura muy cuidada y abarcando un orden temático más allá de lo cronológico, desfilan los libros y su mundo. Asistimos a la génesis de novelas como ‘La dehesa iluminada’, uno de los primeros libros sobre la España vacía, obra pionera del ruralismo mágico, que rebosa naturaleza, amor, soledad, muerte, paso del tiempo y crítica social.

       López Andrada mira con ojos de niño aquel mundo rural de antaño que aún habita en su interior y del que es testigo. Seguirán ‘Los pájaros del frío’, premio Hispanoamericano Rafael Alberti y Andalucía de la Crítica, ‘El libro de las aguas’, adaptado al cine por Giménez Rico o ‘La tumba del arcoíris’ (Premio San Juan de la Cruz), con ilustraciones de Ginés Liébana, un deslumbrante poemario sobre la muerte de su padre que universaliza todas las pérdidas de los seres queridos. A lo largo de estas páginas, se hace un recorrido vital y humano que desvela las claves íntimas de la creación poética y literaria del autor, el vínculo con la naturaleza, las tardes de primavera, la soledad y el olvido que el poeta macera en las bodegas de su corazón, para sacarlas decenios después, quintaesenciadas en belleza y poesía, en ética y estética, que definen su creación literaria. Y el entrevistador, con fino olfato de crítico literario, como sabio guía e intérprete de ese horizonte de realidad y deseo, de memoria y olvido, de naturaleza y ciudad, ‘Entre zarzas y asfalto’, va desde ‘El rumor de los chopos’ (Premio José Hierro) a ‘Las voces derrotadas’ (Premio Ricardo Molina) y a ‘La tierra en sombra’; de ‘El musgo y las campanas’ a ‘El horizonte hundido’, esa impresionante antología que hizo el gran poeta Antonio Colinas sobre los poemas también inmortales, como los suyos, de este Alejandro López Andrada que sigue amalgamando versos en ‘Parte de ausencias’ y también en sus ensayos, en esa trilogía rural que quedará en la historia reciente de nuestra literatura, amamantada por la luz de la dehesa: ‘El viento derruido’, ‘Los años de la niebla’ y ‘El óxido del cielo’, reeditadas por Almuzara entre 2004 y 2009, donde se inmortaliza el paisaje de la memoria y cuaja con esplendidez ese ruralismo mágico que ya inició con ‘La dehesa iluminada’. Y el poeta entrevistado cuenta sus secretos, los pilares de su creación, los fantasmas de su universo lírico y narrativo, sus obsesiones, sus pasiones como la música o la ornitología, sin cuya información no se entienden las claves creadoras del poeta.

       El recorrido por la memoria en ‘Los árboles que huyeron’, la importancia de los escritores amigos, maestros y colegas, las anécdotas con José Hierro, Caballero Bonald, Antonio Colinas, Julio Llamazares o Juan Bernier. Y junto a ellas, la reflexión sobre cómo surge el proceso creativo para escribir un relato de ficción o un poemario, la diferencia de envergadura literaria entre ambos géneros, los resortes secretos de su escritura, como en ‘Los ojos de Natalie Wood’, donde el personaje encuentra su refugio en el recuerdo de los tiempos puros, cuando jugaba de niño en la aldea minera que lo vio nacer. O el relato histórico de la España en crisis de este primer cuarto del siglo XXI en los desahucios, el paro, la precariedad. Y la desesperación que todo ello infunde en el protagonista de ‘El jardín vertical’, donde late la denuncia de la realidad social, política y económica que continúa en su siguiente novela, ‘Los perros de la eternidad’, que se alzó con el prestigioso Premio Jaén de novela 2016.

       El reciente ganador del Premio Internacional de poesía Claudio Rodríguez muestra en este libro su intensidad emocional, los resortes secretos de su quehacer artístico, teoría y praxis, las relaciones e influencias mutuas entre literatura y periodismo y un sinfín más de aspectos esenciales de la escritura que hacen de este volumen una oportunidad amena y enriquecedora para estudiar no solo las claves poéticas de Alejandro López Andrada sino las propias claves de la creación literaria.


Esa infinita quietud. Conversaciones con Alejandro López Andrada.

Autor: Pedro M. Domene.

Editorial: Trifaldi. Madrid, 2022.     

 

 

 

viernes, 14 de abril de 2023

Solo de cuentos

       El azar marca el destino de los protagonistas de estos catorce relatos.

 


 

      Los cuento       s se convierten, en una definición categórica de absoluta rotundidad, en el reverso insospechado de nuestra realidad y, en ocasiones, cuando el escritor ensaya el género se ve obligado a la renuncia expresiva y a la economía de un rico abanico de posibilidades textuales; es más, invierte en el juego de lo invisible para que el lector, en última instancia, desarrolle con su intuición esa dosis de realidad, incluso de fantasía que se le supone en un buen cuento, o a un mejor relato en su desarrollo.

       El concepto de fabulación que se sirve de la realidad, de la memoria, o del dato histórico que descubre el revés de lo real y de la ficción. Y, es verdad, el cuento, literariamente hablando, es el género con más peculiaridades que el resto de disciplinas literarias porque, desde una perspectiva histórica, es anterior puesto que existe desde que el hombre tuvo necesidad de inventarse aventuras y leyendas sobre dioses o héroes, sobre hombres y mujeres, viajes fantásticos que incluían seres imaginarios en un absoluto sentido estricto de lo que denominamos *narración, o *relato.

       La literatura es un inmenso campo de experimentación en el que los escritores ofrecen lo deseable de su imaginación y los lectores lo completan con su mejor interpretación. Erna Brandenberger ya se cuestionaba, en 1973, delimitar la extensión de cuento literario y, en el examen que realizó en un abanico amplio de relatos demostró que sus límites habría que establecerlos en torno a la estructura y a la técnica y no con respecto al número de páginas, convenciéndonos de que se trataba de un género mixto que explicaba la diversidad de sus formas y zonas de contacto con otros géneros literarios, y Juan Antonio Masoliver Ródenas piensa hoy que, con respecto al cuento, el escritor es quien debe adaptarse a las exigencias del género, lo único que caben son variaciones y más allá de estas variaciones el cuento dejaría de ser cuento.

       Los cuentos, como ha escrito Eugenio Fuentes y hacemos nuestra esta definición, son como frutos de un bosque por el que uno se pierde con toda facilidad, pero sobre todo permiten experimentar, indagar nuevos territorios narrativos con mucha flexibilidad. En un relato se determina lo significativo, aquello que se cuenta sobre una base estricta y en la medida de lo necesario, de lo imprescindible, esa condensación que actúa siempre en favor de la intensidad, como elementos sustanciales de un género que, como afirmaba Julio Cortázar, todo debe conducir a una especie de fabulosa apertura de lo pequeño hacia lo más grande, también, el cuento es, según Antonio Pereira, el resultado de saber una buena historia y saber contarla con la intensidad y brevedad necesarias.          

          Ricardo Piglia asegura que, el cuento, es un experimento con la noción de límite y, como sostiene Andrés Neuman, en un relato, un minuto puede ser eterno y la eternidad caber en un minuto. También, compartimos la opinión de Henry James que consideraba que este tipo de textos debían ser una impresión directa de la vida, y no una mera copia. En ocasiones, el relato se vale del efecto sorpresa, y de otros muchos elementos que nos alejan de una realidad concreta. La amplia variedad de fórmulas y registros en las colecciones que han venido publicando no pocas editoriales, grandes y pequeñas, ejemplifica, de alguna manera, el buen momento de la nueva narrativa breve en nuestro país: los autores, aquellos que vienen escribiendo desde décadas, observan cómo sus pequeños textos se abren camino en el difícil mercado competitivo con la novela y los best sellers, con perdón.       Francisco Antonio Carrasco (Belalcázar, Córdoba, 1958) es un periodista cultural y autor de cuentos, con varias colecciones publicadas hasta el momento, El silencio insoportable del viajero y otros silencios (1999), La maldición de Madame Bovary (2007), Taxidermia (20011), y su última entrega, Los ídolos de bronce (2022), una muestra sobre el inequívoco sentido a que nos somete el azar, que en un concepto definido se entiende como casualidad, caso fortuito, o desgracia imprevista, o supuesta causa de los sucesos no debidos a una necesidad natural ni a una intervención intencionada humana o divina".

       Caracteriza la prosa breve de Carrascoa la versatilidad, el ritmo y la intensidad, una medida y calculada extensión y aunque varios de sus relatos ofrecen una perspectiva consabida, terminan con un quiebro final y no menos sugerente; y, una vez más, el cordobés cargará la fuerza de sus cuentos en el concepto de oralidad, y el resultado de una aparente sencillez en su aspecto formal se verá medido en su estética que, además, queda identificada con una prosa ajustada, con calificativos calculados que recrean una visión convincente y real de ese devenir de los tiempos, tanto del pasado como del presente.

       Las catorce historias que reúne el volumen, Los ídolos de bronces, recrean episodios y perspectivas del pasado y del presente que cuestionan, de alguna manera, situaciones imprevistas que el hombre califica como acontecimientos del azar y que provocan un desenlace inesperado que rompe la causalidad de los acontecimienos. La primera historia, “El Canfranero”, marcará los límites a que somente el narrador cordobés al resto de sus cuentos, temas universales, con estructuras narrativas, cuentos o relatos de contracción que se desarrollan en un espacio geográfico variado, y aportan secuencias biográficas, contados de una forma lineal aunque con ciertos desniveles entre el inicio mismo y el final del cuento, léase, “Problemas domésticos”; o el cuento de situación, cuya época, el narrador, la hará coincidir con la historia a contar, se desarrolla en un mismo escenario, y las secuencias giran en torno a un mismo suceso con ese evidente objeto convertido en símbolo, léase, “La máscara”; y el cuento combinado, más complejo y extenso, desarrolla una situación inicial sobre un dilatado período de tiempo, y el narrador principal servirá de nexo de unión para todo el relato, léase “Cuentas pendientes”, textos todos ellos de una calculada variedad y extensión

       La creación de caracteres, de individuos o tipos corresponde, en gran medida, a la novela, aunque los protagonistas en el relato no tienen la evolución de ese carácter y se mantienen invariables desde el comienzo mismo, incluso cuando se narra una agitada vida o existencia que se desarrolla en unas páginas, muestra inquívoca de un buen relato, de estructura, ambientación, caracterización, y desarrollo hasta el final, con un guiño que nos muestra la maestría de un mejor final, tan inesperado como solvente, el caso de “Tormenta”, un texto que subraya ese pasado reconocible, una idea o situación repetida en la historia de la literatura, sobre un tipo respectivo de narración que confirma un tópico, aunque en este cuento se individualiza en cada uno de los hombres que forman la partida de maquis y, sobre todo, en el joven protagonista que de esa forma adquiere un nombre propio.

       Francisco Antonio Carrasco teje una tela de araña en torno a esa causalidad caprichosa que hemos apuntado, y que se concreta en un seguro azar de los más variopinto, como si el tema hubiese acompañado a los protagonistas de estos relatos a lo largo de un dilatado tiempo y que el narrador recupera en algunas propuestas que tienen que ver con enfermedades, con secretos guardados en viejos mapas, monstruos cotidianos, encuentros del pasado juvenil, violencia femenina, accidentes de tráfico y sus consecuencias de pareja, retrato de un pasado bélico, amores platónicos de consecuencias funestas, historias de niños, violencia de género de insopechados finales, la educación, la realidad de los trasplantes, una vuelta de tuerca con el pasado histórico, y esas cuentas pendientes que muchos arrastramos y que, con algo de suerte, se convierten en el espacio textual que confirma como somos conscientes de un posible destino, que si no forjamos al menos estamos sometidos a su antojo, o ese guiño del devenir que una vez alejó a los protagonistas de una vieja historia de amor y que años después quedará marcada por la tiranía del tiempo, o el infortunio.

 


 

    Francisco Antonio Carrasco, Los ídolos de bronce, Córdoba, Berenice, 2022.

 

jueves, 13 de abril de 2023

miércoles, 12 de abril de 2023

Hoy invito a…

 


M. Ángeles Pérez

 

amaneceres

Abdul

 

       Después de casi toda una vida dedicada a la enseñanza, disfrutando ya de una tranquila jubilación, la vida me suele poner en el camino reencuentros con antiguos alumnos que en ocasiones reconozco y en otras no. En el paseo matinal que ahora suelo hacer con tranquilidad, se me acerca un apuesto y atractivo muchacho, menciona mi nombre anteponiéndole la dulzura que aporta la palabra «profesora» y percibe al instante que yo no lo he reconocido. Se identifica como Abdul y, enseguida, me vino a la memoria aquel pequeño niño inquieto y travieso, dentro del aula, recién llegado a nuestro país en busca de algo mejor, supongo, y con el que yo me esforzaba para que aprendiera nuestro idioma. Abdul me cuenta, emocionado, que está trabajando y que sigue estudiando para obtener el carné y poder conducir un enorme camión. Entreveo en su cómplice mirada una gratitud humana y generosa que yo percibo con cautela y satisfacción. Addul me ha recordado que esta vida está llena de distintos matices y colores. Abdul ha colmado el día, y mi corazón, de una inocente generosidad llena de futuro y esperanza.