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sábado, 29 de mayo de 2021

Hoy tomo café con...

 Alfredo Taján: “Mi vida ha estado marcada por mis lecturas, y viceversa”

 

 

       Alfredo Taján (Rosario, Argentina, 1960) es autor de las novelas, El salvaje de Borneo (1993), un relato barroco y lleno de sabiduría, El pasajero (1997), Continental & Cía (2001), La Sociedad Transatlántica (2005) y Pez Espada (2011). Ha publicado la colección de cuentos, El retrato de Doris Day (Renacimiento, 2020), que confirma a un narrador dueño de un auténtico retablo maravilloso de obsesiones, experiencias, fobias y, sin duda alguna, ensueños que se convierten en los latidos que calan en todas y cada una de las piezas, extensas y breves, de esta colección de relatos que pone en nuestras manos un singular mago del artificio literario en que se convierte Alfredo Taján, narrador y personaje, en sus historias, y de quien, en el breve e intenso prólogo, Juan Bonilla, afirma, es una muchedumbre cuya literatura breve explora casi todas las posibilidades del cuento, y en este friso, mezcla de fábula y de realidad, encontramos la crónica personal y de viajes, 

       En la actualidad ocupa la dirección de la Casa Gerald Brenan.

 


Después de la novela ¿viene inevitablemente el cuento como un género distinto de expresión?

       La narrativa ofrece un campo ilimitado de expansión en el género novelístico, que últimamente, por cierto, está siendo cuestionado por anacrónico, propio del siglo XIX, mientras el cuento propicia la comodidad de la concisión, la brevedad, el esquematismo, el numen de la historia. Pero resulta difícil diferenciar una novela corta de un relato largo a lo James, Wharton, Bioy Casares o tantos otros. Precisamente Estrella distante de Roberto Bolaño ¿es una novela corta o un relato largo? Unamuno intentó solucionar el problema creando el neologismo nivola, pero ese intento se quedó más en un arma para atacar a la novela realista, imperante en su época, con Blasco Ibáñez y compañía. Resulta sorprendente que el más famoso microrrelato de la literatura, el de Monterroso, se refiera a un dinosaurio que es el animal más desmedido que ha conocido la tierra, mitad reptil, mitad ave. Ese bestiario mixto le fascinaba a Juan Perucho, uno de los cuentistas más interesantes, e injustamente olvidado, de la narrativa en español y en catalán del siglo pasado, con sus historias fascinantes, sus aves bibliófilas, la Avutarda géminis o el Áurea Picuda, que forman parte de la lista de mis obsesiones, y aparecen como protagonistas -Perucho, sus trenes y sus aves-, en uno de los títulos que conforman El retrato de Doris Day. Homenajeando a Perucho, y su universo, festejo de paso aquella corriente literaria, lo real maravilloso, que tuvo, aparte de Perucho, en Álvaro Cunqueiro, Carlos Pujol, y Néstor Luján, sus principales representantes. 

 

 

¿Hasta qué punto le atrae el mundo del libro para escribir toda una colección de cuentos como El retrato de Doris Day (2020)?

       En Una historia de la lectura Alberto Manguel reflexiona sobre el poder, ya no solo del libro, sino acerca de los distintos soportes en que el signo, la palabra, los códigos de transmisión del saber, nos han convertido en lo que somos. Desde las inscripciones en piedra hasta el papiro, el pergamino, el papel, y desde hace unos años, los libros electrónicos, que tienen tanto ventajas como desventajas, la principal, a mi entender, la pérdida de control de la obra artística, la estafa mecanizada, el fin de Galaxia Gutenberg. Todos estos soportes han hecho que nos distanciemos de nuestra congénita ignorancia, de nuestra tendencia a la barbarie, aunque de todos estos soportes el más importante y efectivo, a mi entender, ha sido el libro en papel y su inventario vivo: la biblioteca. Otro título de Manguel, menos conocido, (con Gianni Guadalupi), Breve guía de países imaginarios, nos enseña a que indudablemente un libro puede hacernos viajar a países, continentes y ciudades inexistentes, sin movernos de la butaca. Borges, el ciego vidente, dijo que un libro es la prolongación de la memoria y, por tanto, de la imaginación. 

 

Un catálogo de obsesiones o ¿más bien un tipo de pulsiones para construir una auto-ficción?

       He utilizado El retrato de Doris Day para exhibir, sin pudor alguno, todo un arsenal de nombres, citas y situaciones que mantenía ocultas desde muy joven, porque, también desde muy joven, he sido consciente de que algunas armas de ese arsenal eran tóxicas, y llegado el caso, letales. Me fascina formar parte de mis relatos no sólo como creador ficcional sino además como protagonista de esas aventuras, que, en un tanto por ciento muy elevado, son ciertas, incluso en sus aspectos fantásticos o increíbles. Asumo que todo esto es resultado de una infancia de hijo único, muy sociable, pero con un mundo interior potente, repleto de lecturas, llamémosles ilustradas, que marcaron mi posterior estilo, sin ir más lejos, mi interés exacerbado por determinados pasajes de la Historia, del Arte y de la Literatura que han sido esenciales en mi producción literaria; puedo decir que mi vida ha estado marcada por mis lecturas, y viceversa.   

 

¿Cuánto hay de placer y de terror en su vida?

       Hace más de una década experimenté una sensación que responde esta pregunta. Estaba en mi casa saboreando la soberbia película Vampyr, dirigida por Dreyer en 1932, con el multifacético dandi Julian West como actor principal. Para poner en pie este complejo filme Dreyer se inspiró en uno de los relatos góticos esenciales del vampirismo literario, Carmilla de Sheridan Le Fanu, escrita medio siglo antes que el famoso Drácula de Bram Stoker. Recuerdo que estaba acompañado por mi anterior mascota, una perra de agua, Úrsula, cuando, de repente, me fue embargando una sensación de terror ante aquellas imágenes venenosas en las que se escuchaban voces en francés, inglés y alemán, que entraban y salían de aquella odisea muda; estaba aterrorizado, pero a la vez, no podía apartar mis ojos de la pantalla, hasta tal punto que Úrsula se acercó a mí y empezó a lamerme la mano, supongo que para librarme de aquel maldito éxtasis. En efecto, esto lo explica todo: para mí el placer quizá sea la sublimación del terror. 

 

¿Existe una vocación selectiva previa para construir su libro en cuatro espacios o apartados, con personajes característicos y concretos?

       Una vocación selectiva es probable, pero previa no creo. Lo que me hizo estructurar el libro en cuatro secciones fue la necesidad de darle una coherencia menos cronológica y más argumental. Los personajes, y los temas, irían juntos, pero no revueltos, a pesar de que son personajes miméticos que se inscriben en situaciones ambiguas y se prestan a casi todas las variables posibles.

 

Uno de los temas fundamentales de estos cuentos, ¿puede ser la identidad?

       Por supuesto, uno de los temas relevantes es la identidad. Lo anuncia el título intercambiable de Doris por Dorian, y Day por Gray. Lo anuncia la portada con ese retrato collage de David Bowie en la época de Aladino el insano, un Bowie con el pelo y los pechos de Marilyn Monroe, que era menos recatada que la intérprete de Qué será, será. Bowie canta en Rebel, rebel, una de sus letras icónicas, que “su madre no está segura si su hijo rebelde es un chico o una chica porque su tiene un look divino y su cara es un lío, pero yo lo amo así…” ¿qué sugiere esta letra? Además, la cita con la que se abre el libro está extraída de esa novela, Cobra, de Severo Sarduy, un autor cuya experiencia estilística revolucionó el neobarroco cubano con gotas del telquelismo más hermético. Cobra, el protagonista de este retablo enloquecido, es un transexual en constante cambio, una crisálida en estado puro, un travesti rodeado de una corte de envidiosas hermanas gongorinas; Cobra utiliza diversas máscaras que le protegen de un universo donde impera la asfixia del determinismo ortopédico. Ahí es nada.

 

¿Se puede ir más allá de esa transfiguración terrorífica, con algún sobresalto, como leemos en el relato, “Rojo manantial de juventud”?

       ¿Más allá? Cuando el mal se apropia del instinto y del pensamiento lógico, ya se está pisando un terreno pantanoso. Recordemos como sufre el Doctor Jeckyll cuando se transforma, muy a su pesar, en Mr. Hyde, y pierde el control, y asesina a seres inocentes. El dualismo sin control se transforma en un trastorno grave. Pienso que Stevenson, al escribir Dr. Jeckill y Mr Hyde, otra de las cumbres de la novela gótica inglesa junto con Frankestein, Drácula o Dorian Gray, también atacaba a la hipócrita sociedad victoriana que se sustentaba en las apariencias, y ya se sabe, detrás de luminosos escaparates hay siempre oscuras trastiendas. 

 


¿Se ha mirado usted en el espejo para escribir estos retratos, y piensa que el lector debe hacer lo mismo para leerlos?

       Sí, en algún momento, y me ha dado miedo. Y no es broma. Con el relato La copa del olvido, me ocurrió que debí dejar el final para más adelante porque me invadió una extraña sensación, entre espantosa y repugnante. Respecto al lector, poco puedo decir, solo que le aconsejo que disfrute y no se inmiscuya demasiado en los entresijos en que se basan algunas historias.

 

Si muchos de estos relatos son una suma de su propia autobiografía, ¿necesita la realidad para inventar su propia ficción?

       No todos estos relatos son autobiográficos, por ejemplo, nunca he sido espía de ningún gobierno, y menos del británico, ya me hubiera gustado a mí. Confieso que en mis anteriores novelas hay más o menos páginas autobiográficas, depende de qué título abordemos. En mi próximo proyecto, del que no voy a contar nada, también quiero llevar las riendas de la Historia, con mayúsculas, seré una voz más entre distintas voces, pero una voz singular que guiará al lector a zonas pantanosas, a una terra incognita. 

 

¿Cuánto de tradición literaria, de lecturas, de vivencias y de catálogo cultural puede apreciarse en su literatura breve?

       No lo sé, supongo que hay tradiciones que se entrecruzan, de Borges a Wilde media todo un océano y dos lenguas distintas, pero paradójicamente más cercanas, en actitud y erudición, que el mustio realismo de la literatura europea de la última posguerra, sobre todo la española. En cuanto a catálogo cultural, desde muy pequeño me han chiflado las Enciclopedias, pasaba horas muertas hojeando el Larousse, la Espasa Calpe o la Británica. Después me quedé atrapado en la Antología de la literatura fantástica de Borges, Bioy y Silvina Ocampo, por poner sólo un ejemplo de tantos libros fascinantes que han pasado por mi retina, con preferencia por los títulos raros de autores más raros todavía. A esto debe sumarse que cada día detesto más la palabra catálogo.

 

Convertir a sus contemporáneos en personajes y protagonistas de sus cuentos más que un homenaje ¿podríamos interpretarla como una terapia?

       Más homenaje que terapia. Y también agradecimiento. En el mundo cultural hay mucho odio, luchas cainitas y envidias, pero en el fondo, se trata de una Sociedad de Admiración Mutua.

 


El relato, “La flor pisoteada” ¿quiere reivindicar la figura de María Rosa de Gálvez como amante, y sobre todo su condición de mujer en el panorama literario del Madrid neoclásico?

       Así es. María Rosa de Gálvez fue una mujer que cabalgó entre dos siglos, el dieciocho y el diecinueve, es una de las últimas escritoras neoclásicas, fue apoyada por Moratín, fue después una prerromántica. Se trata de una mujer que demostró en su producción literaria, poesía y teatro, y en su vida, planteando su separación a instancia de parte, una independencia digna del mayor elogio. Posteriormente la historiografía, avanzado el siglo diecinueve, la maltrató por estar relacionada con el omnipresente Manuel de Godoy, bestia negra del liberalismo isabelino, quien le pagó la edición de su obra poética en Imprenta Real. Su prematura muerte, con apenas treinta y ocho años en 1806, hacen que no sepamos que decisiones estéticas y políticas hubiera tomado durante la debacle de 1808, después de las abdicaciones de Bayona, y tras el apresamiento de los reyes y de Godoy.

 

El lector siente, al final de El retrato de Doris Day, que comparte, mitos culturales, referentes bibliográficos, literarios e históricos, artísticos, arquitectónicos y musicales, con usted, ¿se trata de un aliento tan crítico como humanístico?

       Nunca hubiera imaginado ese grado de persuasión de mi prosa, conseguir una complicidad de tal calibre, aunque, ahora que me lo comenta, El retrato de Doris Day está siendo muy bien acogido, lo que no esperaba, y siempre viene bien para animarme y continuar escribiendo.

 

¿Sigue quedando los fines de semana con Catherine en Hampton Court?

       No, ya no voy a Hampton porque me he enterado que el rey está celoso y temo que si me sorprende con ella ordene mi arresto en la Torre seguida de mi inmediata decapitación. Y, como usted menciona, me debo a mis queridos lectores y aún más a mis más queridos editores: no puedo permitir que me corten la cabeza.

jueves, 27 de mayo de 2021

Cuaderno en blanco

 Mayo

  

       Un mayo de tardes lluviosas, de tiempo poco ortodoxo y propuestas para seguir leyendo y escribiendo. Leo Transbordo en Moscú, la nueva historia sobre Rufo Batalla, de Eduardo Mendoza, y escribiré reseña para Artes & Letras, de Heraldo de Aragón, según me indica Antón Castro.

       Pilar Tena me devuelve contestada su entrevista, y una vez editada se publicará en la primera semana de junio en Cuadernos del Sur. Nuevos relatos, recién traducidos y  editados, de F. Scott Fitzgerald, y una nueva traducción de El gran Gatsby, propuesta para una curiosa página del siempre clásico autor de la era del jazz.

       Preparo la amplia reseña de Canción, de Eduardo Halfon para Turia, una curiosa novela que mezcla realidad y ficción en un marco como el convulso escenario guatemalteco, lamentablemente tan desconocido para mí, y el resto de su buena literatura.

       El óxido del cielo (2021), cierra la trilogía de Alejandro López Andrada, un curioso manifiesto en favor de un episodio de auténtica antropología rural que el cordobés ha venido ensayando durante años, y cuyo ciclo cierra con una nueva edición en la editorial Almuzara.

           

martes, 25 de mayo de 2021

José Ovejero

… me gusta

                             La esencia última de la materia

                                                   

       Si algo sorprende de la prosa de José Ovejero (Madrid, 1958) es el deseo de unir literatura y vida como un trayecto único, tal vez porque, de otro modo, este mundo no tendría una explicación posible. La galería de personajes de sus historias anteriores ya habían decidido transformar el universo desde la ficción misma, como si de la esencia última de la materia se tratara, sin duda porque en un relato se determina lo significativo, aquello que se cuenta sobre una base estricta, en la medida de lo necesario, de lo imprescindible, una condensación que actúa siempre en favor de la intensidad, como elementos sustanciales de un género que, como afirmaba el argentino Cortázar, “todo debe conducir a una especie de fabulosa apertura de lo pequeño hacia lo más grande”. Y si, además, algo turba nuestra existencia, aun en los momentos y situaciones más comunes, o incluso en aquellos aspectos en que la cotidianidad se convierte en rutina y nuestra vida se levanta sobre un muro de silencios. Quizá por este motivo el narrador madrileño ensaya en sus novelas el arte de las relaciones humanas con una rabiosa actualidad como trasfondo, en una amplísima diversidad temática, y así Humo (2021), la nueva novela de Ovejero, funciona también como una acertada metáfora de un concepto de vida, aunque esta historia tan intensa como sorprendente se va apoderando de un curioso lector que encontrará su sentido a medida que la narración vaya cobrando fuerza y de alguna manera se vaya expandiendo hasta invadir todo el espacio ficción-realidad.

       La protagonista, una mujer, cuyo pasado desconocemos, un niño que aparece de la nada, con quien no tiene parentesco alguno y apenas habla, una gata, Miss Daisy, y una cabaña situada en un bosque fuera del tiempo, en mitad de una naturaleza que enseguida ofrece una imagen tan ciega como brutal, incomprensible y sin sentido como se vislumbra la propia vida humana como descubriremos en esos instantes. No sabemos ni de dónde vienen ni por qué están ahí, y tampoco sabemos cómo es el mundo fuera de ese bosque salvo por las visitas de un hombre que les lleva unas exiguas provisiones de vez en cuando, un visitante misterioso como la única pista para saber que el mundo no se ha extinguido por completo, que la vida sigue aunque se intuya que algo grave ha pasado, la comida escasea y se percibe que no es fácil conseguirla. La mujer y el niño tratan de sobrevivir juntos en ese entorno hostil, y las amenazas a las que se enfrentan, las primeras imágenes de un enjambre de abejas que atacan la cabaña son impactantes, el humo de un incendio cercano o las incursiones de algunos visitantes agresivos les harán elegir entre la bondad y la supervivencia, o ese otro hombre, el intruso, que tiene una presencia, desde el principio, absolutamente violenta, y pretende establecer una situación de dominio y de utilización de la mujer y del niño, hechos que provocarán en ellos reacciones que nunca hubieran sospechado, además, a medida que vamos pasando las páginas, el narrador dibuja un presente desalentador, un pasado desvaído y un futuro incierto que no evitarán esa permanente huida hacia delante de los protagonistas, ya sea por iniciativa propia o por inercia, y que no impedirán la creación de unos lazos basados en la ternura, o en el cariño.

       Humo habla de la incomunicación, de la fragilidad humana y de su fortaleza para hacer frente a un entorno hostil y tratar de salir adelante, incluye escenas de sexo y de violencia, pero al mismo tiempo subyace el amor y la ternura en muchos momentos. Y como es habitual en Ovejero, relatado con una prosa tremendamente sensorial en la que la naturaleza marca los diferentes tiempos y en la que se conjugan con acierto tanto el ritmo y la belleza de las descripciones en mitad del entorno mismo, y ese ritmo narrativo se refuerza en la cadencia de las frases, precisas y cortantes, evocadoras y sugerentes según lo requiera la situación, y nos va desvelando esa singular muestra en el viaje al interior de su protagonista que, al mismo tiempo, es la propia narradora que, curiosamente, cuenta su historia en presente porque así se contribuye a que los lectores formen parte de la situación de los personajes.

       El autor ha renunciado para contarnos su historia a cualquier adorno o detalle no indispensable que pueda distraernos de lo verdaderamente importante en su relato, por eso los personajes no tienen nombre, se dice uno en la primeras páginas, Andrea, pero enseguida se advierte cómo tan solo es uno que le gusta a la mujer, y enseguida se añade que da igual como se llame, tampoco sabemos dónde ni cuándo transcurre la acción, ni siquiera llegamos a conocer quiénes son en realidad. Así, sin contexto ni referencias, desde un espacio geográfico concreto, un bosque y sus inmediaciones, el lector se enfrenta a una historia de personajes que no tienen más horizonte que seguir vivos, y que irán acostumbrándose a vivir en una incertidumbre continua, porque, de alguna manera, persiste esa constante pregunta si las sociedades evolucionadas han perdido de vista algunos aspectos esenciales de la vida. Los esfuerzos de esta mujer por sobrevivir ponen de manifiesto que la lejanía del hombre con la naturaleza resulta cada vez mayor, se menosprecia el medioambiente y cuanto podemos encontrar en este medio natural y rico, y esa distancia en una situación como la que viven los personajes nos haría completamente inútiles, aunque Ovejero lejos de trazar una idealización amable e idílico de la naturaleza, sino que reflexiona para mostrar un medio violento, destructivo, brutal, una fuerza nada complaciente que impone siempre su ley por mucho que se le intente doblegar; y para reforzar su visión sobre el hombre profundiza en cómo los afectos nos hacen vulnerables, pero a la vez se muestran necesarios, e incluso inevitables, quizá por todo esto la protagonista trata de no sentir apego por el niño y para ello tendrá que reprimir sus sentimientos, aunque subyace esa idea constante y de tremenda actualidad que sostiene si es posible vivir sin estar sometido a un orden social y si necesitamos a los demás para sobrevivir.

       Esta novela, como cualquier obra literaria, tiene varias lecturas, en una primera instancia con esos posibles significados que le otorgaría cualquier lector, otro no menos significativo le dispensaría el placer de adentrarse en un mundo con sus propios ecos, con una atmósfera singular y tan propia que prescinde del detalle pero envuelve, con un lenguaje que contribuye a corroborar e intensificar dicha atmósfera; y por otro lado, y en definitiva, se puede leer como cualquier obra, en su contexto temporal, y en ese sentido como toda obra de ficción que contribuye a trazar, en su justa proporción, el mapa de la realidad en la que vivimos.

 


                                               Humo

                                         José Ovejero

                            Barcelona, Galaxia Gutenberg, 2021

 

 

 

sábado, 22 de mayo de 2021

Adiós a…

 Francisco Brines, el poeta de la vida

 


       Desde Las Brasas en 1959, su primer libro, hasta La última costa (1995) la intimidad de Brines se vio reflejada en una serena constatación de que somos tiempo y de que el tiempo no es nuestra condena sino el que potencia cualquiera de nuestros actos. Era un hombre tranquilo, con el que cada conversación se transformaba en una complicidad, hablaba de Madrid o de Oliva como los mapas de su utopía, del mar como una mirada perdida en ese horizonte que era una cultura. Muchas veces en medio de la noche, de las altas horas de la noche hablaba del Mediterráneo como ese espacio de mitos personales, como ese ámbito de la serenidad y de lo misterioso.

 

Obra poética

Las brasas, Madrid, Colección Adonais, 1960 (Premio Adonais 1959).

El santo inocente, Madrid, Poesía para todos, 1965.

Palabras a la oscuridad, Madrid, Ínsula, 1966 (Premio de la Crítica). Reeditado por Huerga & Fierro editores (1996)

Aún no, Barcelona, Llibres de Sinera, 1971.

Insistencias en Luzbel, Madrid, Visor, 1977.

El otoño de las rosas, Sevilla, Renacimiento, 1986 (Premio Nacional de Literatura).

La última costa, Barcelona, Tusquets, 1995. Premio Fastenrath de la Real Academia Española

 

viernes, 21 de mayo de 2021

Emilia Pardo Bazán

                               El juego y la razón

               Emilia Pardo Bazán en su centenario (1851-1921)    

                               

          

       La situación social de la mujer en el siglo XIX, tanto para casadas como para solteras, no era nada halagüeña, y un excesivo control de la sociedad, de la familia y del marido reprimía cualquier atisbo fuera de la norma; no todas las mujeres eran desgraciadas, las conformistas y acomodaticias se adaptaban a esa manera de vivir sin pensar que cierta libertad mejoraría su vida; otras guardaban apariencias, no escandalizaban aunque esos deslices que infringieran las normas sociales no fueran una tragedia, sino una válvula de escape de su naturaleza; un último grupo, minoritario, se rebela en contra una sociedad injusta. Mujeres anticonvencionales pretenden esa libertad que manejaba el hombre siempre, dispuestas a ser libres sexualmente, a recibir educación, ejercer una profesión, o a mantenerse por sí mismas. En este último grupo estaría Francisca Asís Taboada, la protagonista de Insolación, puesto que la marquesa se comporta con independencia casi masculina; las normas sociales, los prejuicios tradicionales no son un obstáculo para ser libre, aunque, al final, se evite el escándalo de la trasgresión con el anuncio de su boda con Diego Pacheco.

       La novela Insolación (1889) está llena de vida, pese a su aparente sencillez, bien construida, Emilia Pardo Bazán maneja diferentes estrategias narrativas que sustentan diversas tradiciones literarias; si el costumbrismo romántico deja su impronta en descripciones y escenas coloristas, la configuración de los personajes y su discurso, el naturalismo lo hace en otros rasgos respecto al dato físico, objetos, tecnicismos, y en la sencillez de la trama que se desarrolla en Insolación. En esta novela el realismo, que admira la coruñesa, alienta el sentido profundo del relato como una recreación de la realidad madrileña del último tercio del XIX. El propio título, ambiguo, y polisémico, tiende al lector una doble trampa: ni Francisca Asís sufre una insolación, ni su entrega a Pacheco es su consecuencia, sino que en la lucha interior de la viuda, el amor, el deseo, o el afecto se imponen con inesperada fuerza. Una lectura atenta de la novela ofrece el análisis psicológico de su protagonista, una transformación o evolución interior que atiende a un doble aspecto: interno y social; surge el deseo amoroso y su aceptación conlleva, en el desarrollo narrativo, un enfrentamiento con los códigos morales establecidos, y ese doble debate íntimo de Asís Taboada contribuye a que el relato tenga mucho de psicológico, y aleja a Insolación de la poética naturalista que proscribía la atención a la intimidad como un mundo vedado para el novelista experimental; Pardo Bazán defenderá su realismo como “una teoría más ancha, completa y perfecta (...). Comprende y abarca lo natural y lo espiritual, el cuerpo y el alma”, afirma en La cuestión palpitante (1883).

       El proceso psicológico de la protagonista resulta de una fase amorosa, de ahí el subtítulo, Historia de amor, aunque el narrador muestra sus reservas sobre este aspecto, la relación se considera un enredo, sin finalidad o excusa, y las expresiones amorosas calificadas de vulgares; Insolación no es un relato subjetivo, el personaje vive en un mundo de ficción que la coruñesa, bajo un visión realista, recrea en la España de su momento histórico con la idea de mostrar esa dependencia entre novela y sociedad. Dos ambientes opuestos bipolarizan el Madrid social de la Restauración: la nobleza y alta burguesía, frente al pueblo, y una voz narradora describe esos dos mundos, del centro y el extrarradio. Descripciones minuciosas, llenas de datos, muy naturalistas: un atasco de carruajes en la Castellana, los arrabales, el bullicio del puente de Toledo, las orillas del Manzanares, o el campo de San Isidro; no son naturalistas otros aspectos que se dedican a la romería del santo y al encuentro de la viuda y Pacheco en las Ventas; la protagonista rememora y describe la fiesta popular: la pradera que rebosa de gente, el colorido de los puestos, los tiovivos y los mantones de las chulas, o el mal gusto de los objetos a la venta, el olor a aceite frito, y el ruido de la música.


 

 

Una historia amorosa

 

       Insolación es una novela de amor que muestra la evolución íntima de Asís Taboada, el nacimiento de una pasión amorosa que origina una atracción física y acaba transformando la vida del personaje; la marquesa, a pesar de las admoniciones de la voz narradora, tiene derecho a ser feliz con el hombre que le gusta, a enamorarse de un calavera, de un pillo guapo, o de un ignorante. La decisión de casarse, consecuencia del enamoramiento, será de los amantes en el transcurso de la noche, de forma imprevista, sin pensárselo, pero que la novela acabe en boda es una concesión a la moral de la época para evitar la censura, y se acepta. Los protagonistas se conocen apenas cinco días, pero la impresión del lector es de un periodo mayor. La idea del matrimonio servirá a la autora para cubrirse las espaldas y ofrecer la escena más atrevida de la novela: Asís abre la ventana de su dormitorio de par en par, despeinada y alegre, con cierto orgullo, se asoma con su amante quitando todo el sabor clandestino a la situación, ofrecen a su amor un baño de claridad solar, y la noticia de la boda en ciernes ante la vecindad. Así se comporta la marquesa de Andrade ante el amor y el placer, en un evidente deseo sexual, con la soltura impropia de una mujer de su época, aunque las circunstancias ayudan a esa toma de posición; no es una jovencita inexperta, sino una viuda de treinta y dos años con independencia económica, con libertad de no verse obligada a rendir cuentas a un marido, y pertenece a la clase alta de mayor tolerancia que la media. Asís Taboada no se propone subvertir el orden social, no es una revolucionaria, sino una conformista, aunque tampoco está convencida de estar obligada a cumplir las normas sociales al pie de la letra.

 

Un feminismo incipiente

      Insolación es la muestra de un feminismo incipiente, la historia de la viuda Andrade recuerda que a finales de mayo de 1888 doña Emilia visitó la Exposición Universal en Barcelona, tras Pérez Galdós, su compañero sentimental. Acompañada por Narcís Oller, este le presenta a José Lázaro Galdiano, un refinado y culto joven, que seduce a la novelista gallega. Abandona a sus amigos catalanes Oller, Ixart y Sardá, y los amantes viajan a Arenys de Mar y comienzan una relación íntima. La amistad entre doña Emilia y Oller se enfría, dejan de escribirse con asiduidad. La relación de la gallega y el navarro fue del dominio público, frente al secreto mantenido con Galdós que supo pronto del affaire, doña Emilia confesaría su desliz, y le pedió perdón por carta. Insolación reproduce aquel lance: una viuda aristocrática conoce a un joven, se van a la romería de San Isidro, y el sol y el jerez trastornan su comportamiento e incurre en una serie de ligerezas que comprometen su honor ante esa hipócrita sociedad de la Restauración. La novela está dedicada “A José Lázaro Galdiano, en prueba de amistad”.

 


                                             Insolación

                                      Una historia amorosa 

                                      Emilia Pardo Bazán            

                               Ilustraciones de Irlanda Tambascio (Eire)

                                Madrid, Alianza Editorial, 2021

miércoles, 19 de mayo de 2021

Hoy invito a…


 

Amaneceres

 

Un libro

 

María Ángeles Pérez

 

       Un año más, y a pesar de estar rodeado de circunstancias adversas, somos capaces de alejarnos de escenarios pantanosos para loar, ensalzar y celebrar nuestro particular día del libro. No podemos entender nuestra historia sin los libros. Desde el origen del más antiguo y primitivo, que carecía de soporte material, pasando por grandes puntales como el de la piedra, la arcilla, la madera, el papiro y el gran descubrimiento de la imprenta, hasta el moderno y electrónico de hoy que nos puede facilitar la elección y el momento más oportuno para deleitarnos con el placer de la lectura. De entre todos, yo me quedo con el libro de papel, ese que puedo hacer balancear sus delicadas páginas con mis amorosas manos, el que bajo y subo de la estantería las veces que me plazca, el que he elegido para regalar este año. Recordar que los libros nos pueden transportar al mundo maravilloso de la imaginación, convertir en realidad nuestros sueños, llenar nuestro corazón y nuestra mente de conocimientos infinitos. Y, como decía aquella hermosa y casi olvidada canción: «Todo, todo, todo está en los libros».

 

martes, 18 de mayo de 2021

Enrique Vila-Matas

Me gusta…

                                         Anverso y reverso

 

         La lectura que provoca la obra de Enrique Vila-Matas supone ese viaje sin retorno que uno emprende, y cuyo destino ignora. Sus libros convierten la ficción en un trayecto que no se transforma en una trama cerrada, en un argumento estructurado, sino que explora el concepto de creación, y esa noción historicista de la literatura que, para Vila-Matas, se concibe como una sucesión de variaciones sobre los mismos temas, o un proceso en desarrollo a lo largo de los tiempos, siempre y cuando entendamos que la obra de un escritor se convierte en un viaje interminable alrededor de una misma obsesión. Los lectores del escritor barcelonés estamos obligados a volver la vista a sus inicios, cuando publicaba Una casa para siempre (1988), una novela de cuentos encadenados que reproduce las memorias de un ventrílocuo, un hombre atormentado por un crimen, con la idea de una sola voz para contar su historia que proclama con más severidad que ironía, como única y definitiva fe: creer en una ficción que se sabe simulación, conocer que la verdad consiste en ser consciente de que se trata de una invención y, sabiéndolo, creer en ella.

       La ubicación metaliteraria de Vila-Matas convirtió su entorno más cercano en esa otra realidad donde todo es susceptible de hacerse visible; solo así es posible que entendamos cualquiera de sus propuestas, como una experiencia única, descubramos temas que dialogan a través de su obra, que se entremezclan y te observan, un todo que no acaba y se transforma, aunque al final lo importante es el placer de adentrarse, de perderse, de disfrutar de los personajes que construye, de las reflexiones que plantea y del curioso conocimiento literario y cultural que subyace, del viaje a través del lenguaje, porque de eso se trata, de un encuentro con el habla, con la literatura, con la imaginación, con una idea muy interesante sobre la creación, sobre la autenticidad y la identidad; es entonces cuando ocurre algo singular, y decides leer esos libros en los que se dialoga con Vila-Matas.      

       La editorial, WunderKammer, publica Ese famoso abismo. Conversaciones con Enrique Vila-Matas, de Anna Maria Iglesia. Escrito en formato de diálogo clásico, un encuentro más allá de las páginas de un libro, o cerca de las muchas aseveraciones y conjeturas de un escritor que uno no deja de admirar, por lo que su prosa tiene de ensayo de laboratorio y de juego literario, de originalidad y de audacia, o de osadía porque plantea esa meta-ficción que sustenta la palabra, el lenguaje se diluye por el mundo de la creación en la amplitud de sus sentidos, y en la significación de la estricta función de la literatura. Creación y crítica, ficción en expansión que busca esa manera de aparecer y desaparecer, de ser efímera, que confirma su presencia sin que seamos conscientes del todo, como ocurre en muchas de las propuestas de Vila-Matas que tienden a la asimilación, convergen o se someten a un criterio lector identificado con uno mismo.  

       Las preguntas ensayan y crean un diálogo de referencias, de comprensión y deseo que vislumbra el espacio del escritor; en sus respuestas nos obliga a una vuelta atrás a cada uno de sus libros que conforman ese único libro en los muchos libros; y encontramos reflexiones certeras sobre la creación y la literatura, o curioseamos anécdotas personales, de la infancia, o de los primeros pasos como escritor, conversaciones y descubrimientos de los personajes cuyos nombres se cuelan en la realidad, o esa curiosidad de citas transformadas, de las que Vila-Matas siempre hace gala, ese entender que toda ficción es una creación, una construcción, y afirma cómo hay que abandonar esa tragedia que impregna sus páginas que redescubre el juego, y una vez más, atreverse a crear.

       El volumen se divide en capítulos que exploran un tema concreto, y las acertadas preguntas de Anna Iglesia permiten ir enhebrando el hilo del pensamiento del escritor; cada apartado resulta una suma más de esa visión de conjunto; partimos de una lectura que fomenta el interés del lector hacia el autor y su obra, unas páginas que se convierten en esa posibilidad que descubre y afianza el resto de la obra del narrador, en las que abunda la literatura. Como toda buena entrevista, o conversación se convierte en una exploración que ilumina esos puntos ciegos, que nos lleva por parajes menos conocidos, que desenmascara y disipa la bruma, aunque ignoremos si debamos calificarla de insensata, y nos obliga a ver el abismo, ese envés, o negativo, en su sentido estricto.

        


                                    Ese famoso abismo

                       Conversaciones con Enrique Vila-Matas

                                   Anna María Iglesia

                         Terrades, Wunderkammer, 2020

 

viernes, 14 de mayo de 2021

Cuentos universales para una colección Austral

 Los mejores relatos de Wilde, Mansfield, Scott Fitzgerald y Stoker.

 

          La editorial Planeta inicia la colección Austral Cuentos y se convierte en una nueva iniciativa que se suma a la biblioteca de fondo universal más curiosa y genuina de la antigua editorial Espasa-Calpe.  

       Propone reunir los mejores relatos de grandes autores de la literatura en un formato manejable con el objetivo de ampliar el espectro de lectores que se acercan a los clásicos, esta vez de la mano de esos autores de todos los tiempos en el ámbito del relato breve, una colección que se inicia con cuatro autores fundamentales de los siglos XIX y XX.

 

Cuentos de Wilde

   Una primera propuesta con algunos de los mejores relatos del escritor irlandés, Oscar Wilde (1854 - 1900), el celebrado autor de El retrato de Dorian Grey (1890), una de las figuras más fascinantes y magnéticas de las letras inglesas, estandarte del dandismo, que consagró vida y obra a un proyecto común cuya máxima aspiración fue cultivar la belleza. El volumen reúne ocho cuentos, “El Príncipe Feliz”, uno de sus relatos más populares nos explica las virtudes de un corazón bondadoso, que observa con dolor la tristeza y drama de los otros, un corazón con tanta empatía capaz de sacrificar todo lo que tiene por ver felices a los demás; “El ruiseñor y la rosa”, dirigido más bien a un público adolescente y adulto, porque Wilde nos plantea la siguiente pregunta: ¿merece de verdad el amor tanto sacrificio? ¿Y si no se trata de amor verdadero? Y así con esta dramática historia, el escritor irlandés defiende el sacrificio por amor, pero solo cuando se trate de amor sincero; “El gigante egoísta”, para contar que frente a aquellos fabulistas que insisten en la imposibilidad de cambiar a un corazón malvado, Wilde sin embargo aboga por la esperanza y el poder transformador del amor, ya que nos muestra a un gigante muy egoísta que es capaz de cambiar por completo; “El joven rey”, un maravilloso cuento que denuncia las injusticias de una sociedad que mantiene el poder de los ricos sobre los pobres porque parece que es la única forma de vida posible, y ante ello, el protagonista de esta historia reivindica la necesidad de de destruir las apariencias y denostar las riquezas materiales frente a las riquezas espirituales; además de,“El niño-estrella”, “El crimen de lord Arthur Savile”, “La esfinge sin secreto” y “El millonario modelo”, traducidos por Catalina Montes Moro.

   


Cuentos de Mansfield

                                                                                 



     Una de las escritoras más influyentes y carismáticas que revolucionó el relato corto Katherine Mansfield (1888-1923), considerada una de las maestras del cuento, su influencia fue decisiva para escritores posteriores de la talla de Hemigway, Salinger o Cheever, Mansfield destacó por una prosa embebida de atributos poéticos que la situó entre los escritores más importantes de su época. En este volumen reúne algunas de las piezas más delicadas de su producción, se publican los cuentos, “El viento sopla”, “Felicidad”, que cuenta la anécdota de una pequeña fiesta en casa de los Young a la que asisten unos cuantos invitados, y la protagonista siente, sin saber por qué, una felicidad desbordante; es feliz; incluso “demasiado feliz” llega a afirmar, y en ese estado de éxtasis, en el que tiene la sensación de que algo va a pasar, ve reflejada su felicidad en cuanto la rodea: hasta en la cualidad y color de la fruta que ha comprado; pero no todo es felicidad, la protagonista no encuentra su lugar de madre ante la presencia de la niñera de su hija, y algo tan estúpido como una imagen entrevista a través de la ventana la inquieta con un significado que no alcanza a comprender. Luego, esa misma noche, sentirá por su marido emociones confusas e inesperadas; “La señorita Brill”, “Vida de Ma Parker”, “Las hijas del difunto coronel”, un cuento que resume el estilo y la atmósfera narrativa de Katherine Mansfield, admirable tanto desde el punto de vista de un lector, como de un escritor, muestra ese ejercicio que constituye la historia: personajes, espacios, ambiente y sentimientos, sin el empleo de una sola descripción. El cuento es un retazo de la vida de dos solteronas, que acaban de perder a su padre, un anciano militar que ha condicionado su existencia hasta convertirlas en dos seres inseguros, incapaces de enfrentarse a su entorno, basculando entre la acción y la inacción. Dos personajes que son uno solo, tal es su interdependencia. Las protagonistas y el resto de personajes no hacen sino hablar, y a través de sus diálogos, a medias entre la palabra y el pensamiento, entre la frase dicha y la sugerida, nos ofrecen un retrato casi fotográfico de toda su existencia; “Fiesta en el jardín”, cuenta la historia de una familia acomodada que se prepara para celebrar una fiesta en el jardín de su casa, cuando les llega la noticia de la muerte de un trabajador que vive en un grupo de casuchas cercanas. Entonces se desencadena una batalla entre la ética y el orden; será una de las hijas de la familia, quizá el único personaje del relato con atisbos morales, la que finalmente se verá forzada a una patética asistencia al sepelio, bajo la mirada feliz y serena del fallecido; y “La mosca”, traducidos por Alejandro Palomas, los dos primeros, y el resto por Francesc Parcerisas y Ester de Andreis.

 

 
    

 

Cuentos de Scott Fitzgerald


       Algunos de los relatos más celebrados de uno de los escritores norteamericanos más importantes del siglo XX, una selección como puerta entrada al asombroso universo de F. Scott Fitzgerald (1896-1940), que publicó una vasta obra de cuentos que gozaron de una absoluta popularidad y que contribuyeron al testimonio de excepción de la euforia de los prósperos años 20 y de la posterior depresión norteamericana. El volumen recoge, “Bernice a lo garçon”, “El palacio de hielo”, “El niño bien” y “Retorno a Babilonia”, traducidos por Gemma Martínez y Vicente Campos.

       El autor se encargó de reflejar en sus textos la vida de la sociedad bien norteamericana durante los años 20 y 30. Y los cuentos incluidos en esta recopilación son perfecta muestra de ello, asistimos a pequeños dramas personales de jóvenes de la alta sociedad que maduran, son aceptados en grupos o rechazados, viven el amor y el dolor, o jóvenes sureñas de familia rica y personalidad fuerte que evocan con nostalgia el pasado glorioso de los Estados del Sur, aunque su ansia de modernidad hace que los miren con cierto desdén y tengan siempre la vista puesta en los fríos Estados del Norte, y otras historias acerca de acaudalados americanos que viven en el extranjero, sobre todo en Europa, y se enfrentan a mil y una desgracias causadas por su inexperiencia, sus ansias de vivir y despilfarrar.

 

Cuentos de Stoker

       Un autor imprescindible de la literatura de terror, y el creador de Drácula, el escritor Bram Stoker (1847–1912) que, también, escribió más de un centenar de cuentos recopilados en diversas obras, como El invitado de Drácula y otros relatos extraños y macabros (1914), de los que se seleccionan, “La profecía gitana”, “La casa del juez”, “El secreto del oro creciente”, “El retorno de Abel Behenna”, “La squaw” y “El invitado de Drácula”, un joven aventurero cruza el bosque durante la noche de Warpurgis y se ve envuelto en una serie de conflictos sobrenaturales, entonces su vida peligra, sin embargo, alguien ha estado cuidando de él desde lejos, su futuro anfitrión, el Conde Drácula; los cuentos están traducidos por Jon Bilbao.

       Más allá del libro del vampiro, Stoker desarrolló en vida una prolija obra que trata temáticas muy variadas, y algunos de sus relatos recuerdan ese estilo gótico del XIX que cultivó en Drácula: plagados de magia, doncellas en apuros y castillos; pero, al mismo tiempo, otros tienen un aire más propio de las novelas de suspense, incluso se llegó a atrever con relatos de amor y humorísticos y, curiosamente, se manejó con una soltura espectacular.