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miércoles, 27 de marzo de 2024

Cuaderno en blanco


 


 Marzo, 2024

 

 

       El mes de marzo estña lleno de contradicciones, de tiempo, de reflexiones, de noticias o de esos mensajes amigos que no llegan, y por añadidura se sitúa en el comienzo de una primavera que no acaba de llegar.

       Espero la aparición de Así empezó todo, esa novela generacional que me llevó a los años 70 de una década prodigiosa que fue eso, el comienzo de todo, o al menos el comienzo de una vida distinta para mí.

       El bachillerato y la universidad, la literatura y la vida, el amor y las relaciones de pareja que fueron cimentando mi personalidad y más tarde mi voz personal y literaria. La Semana Santa se acerca, el cambio horario, las vacaciones de millones de personas, la vida sigue siendo un reto para quienes pensamos que eso es, la vida sigue siendo bella.

       Recibo libro de cuentos de Emilia Lanzas, Anatomía del desastre, unos textos, según su autora, experimentales.

       Durante unos días, el buen tiempo se asienta y vemos que los pajarillos sobrecuelan buestro cieki, y kas rosas y los árboles quieren a somarse a la primavera.

 


viernes, 22 de marzo de 2024

Lecturas de primavera, 1

"Miro ahora el mar, la playa se extiende ante mis ojos, al fondo la isla a la que nunca me acerqué, y si fijo la mirada a la izquierda, mucho más alejado, el promontorio que sobresale es el Pichirichi, y por debajo la playa donde sentados dejábamos pasar las horas tantas tardes de verano y mirábamos a un futuro que cincuenta años más tarde forma parte de toda una vida”.

 


miércoles, 20 de marzo de 2024

Hoy tomo café con...

 Javier Sáez de Ibarra

 

 

Javier Sáez de Ibarra (Vitoria, 1961) es autor de los libros de cuentos El lector de Spinoza (2004), Propuesta imposible (2008), Mirar al agua. Cuentos plásticos (Premio Ribera del Duero, 2009), Bulevar (Premio Setenil, 2013), Fantasía lumpen (2017); y la novela Vida económica de Tomi Sánchez (2020), y ha editado la antología de Hipólito G. Navarro, El pez volador (2008). Coordina la revista digital oxinobstante.blogspot.com. Acaba de publicar Un réquiem europeo (2024) en Páginas de Espuma.

 

 


 

¿Para escribir un buen relato hay que ser audaz y arriesgar mucho?

       Yo pienso que un buen relato, como toda obra de arte, tiene valor en la medida en que nos descubre el mundo y la forma de acceder a él desde un ángulo nuevo. “Los asesinos”, “Casa tomada” o “¡Diles que no me maten!” lo hacen. Creo que en cada uno de estos cuentos el autor es fiel a sí mismo en lo que explora, y por eso es audaz. Ahora bien, la audacia y el riesgo no aseguran que el resultado sea bueno, pueden producir obras fallidas. 

 

 

¿Cree usted que el cuento no exige nunca un dogma estético?

       Creer en un dogma es limitar, prohibir, desde el presupuesto de que existe una forma previa que será necesaria y exclusiva para todo lo que se quiera escribir en el futuro. Significa pensar que ya hay un guante que vale para todas las manos. Y eso es un error. No, la elasticidad del arte significa justamente lo contrario, que cada necesidad expresiva buscará su forma mejor, y ambas cosas están siempre por venir.

 

 

¿Un cuento literario es más actitud e intención a la hora de plantearlo?

       Las personas que empiezan a escribir no quieren ser admiradas ni contentar al público lector, mucho menos ganar dinero, tampoco pasar el rato. Intuyen que escribiendo encontrarán la felicidad de expresar con palabras lo que sienten y piensan, lo que se mueve dentro de ellos. Luego, el resultado será más o menos satisfactorio; irán afinando la forma, precisando lo que buscan, encontrando sus temas y sus soluciones. Para mí, la literatura surge de eso. La repetición es la muerte.   

 

 

Desde El lector de Spinoza (2004) hasta Un réquiem europeo (2024), ¿qué puede aportar al género?

       Esta pregunta sólo puede contestarla un estudioso del cuento que tenga la suficiente perspectiva. Yo lo único que me atrevo a decir es que creo que mis cuentos se caracterizan por entrar en dimensiones no frecuentadas por la cuentística mayoritaria: el pensamiento, la religión, la crítica social y política, la ética. Además, practico diversos estilos, empleo diferentes recursos literarios en cada libro y aun en cada cuento, lo que, en el panorama predominante, suele considerarse experimental. Y dentro de un tono por lo general intenso.

 

 

Usted argumentaba en Bulevar (2013) el significado del mismo como algo roto, frente a conceptos clásicos que hablan de una colección de piezas textuales artísticas que representan una forma de cultura, ¿sigue siendo válida esa valoración textual?

       Bulevar nació como un conjunto de relatos de estilo convencional y temática realista en un tono homogéneo. Como en los tres libros anteriores yo había empleado fórmulas literarias muy variadas, sentía que ese libro no me representaba genuinamente; por eso lo mantuve durante años sin publicar. Sólo accedí a sacarlo cuando encontré la manera de romperlo incluyendo textos que contradecían esa estética (había algunos para que el lector escribiese en ellos y un tríptico que comparaba varias ediciones de un mismo libro escolar de Historia). Respeto la obra de autores que mantienen su uniformidad; pero yo, como escritor, no quedo satisfecho con eso. Ambos procedimientos me parecen formas de cultura, claro.

 

 

¿La búsqueda de nuevas formas de expresión sigue siendo una voluntad de ofrecer otro concepto de escritura?

       Sí. No siento que tenga un estilo que se repite en cada cuento, porque con cada historia va aparejada una forma de representarla. Puede ser un diálogo, el uso de un estilo barroco entreverado con otro convencional, uno lírico intercalado con otro en clave, el uso de diferentes tipografías y de disposiciones de líneas en la página, cuatro finales alternativos, intercambio de voces narrativas, etc. 

 


 

La sociedad actual, como materia literaria, ¿es esa zona oscura de nuestra realidad?

Muchos cuentos que leemos hoy hablan de relaciones personales y sentimientos, de la interrelación de la fantasía en lo cotidiano, de comportamientos extravagantes y personajes pintorescos, de una violencia a veces inverosímil… A través de ellos, cuando no son una simple exhibición de ingenio, podemos atisbar aspectos del ser humano. Sin embargo, no suelen iluminar el entono social, laboral, mucho menos político, de ese personaje que nos lleve a pensar en nuestra sociedad. De modo que sí creo que es una materia literaria ausente o, al menos, poco frecuentada. Y me resulta llamativo que esto ocurre en la narrativa, pero no tanto en la poesía y en el mejor teatro.     

 

 

¿Por qué recurre a la música en su último libro, todo un réquiem?

       Alguna novela, Sender, o libro de poemas, Ajmátova, emplean la palabra réquiem en su título para indicar la muerte. En mi caso, la idea de escribir un réquiem vino inspirada por las obras musicales de compositores como Mozart, Verdi, Fauré o Ligeti. Ellos aceptaron escribir música a partir de los himnos que se cantan en el réquiem. Yo quise explorar esa posibilidad y ver qué daría de sí en un libro de cuentos. Si podían configurarse en diálogo actualizado o irónico, casi siempre, con ellos y si también el libro como unidad podía responder a ese concepto.

 

 

¿Suena de fondo una absoluta libertad para la estructura de este libro como ocurre en la música?

       El réquiem es una liturgia cristiana para pedir por la salvación del difunto. Cada músico ha escogido determinados himnos y partes de la misa y ha desestimado otros con absoluta libertad. Yo he recogido prácticamente todos esos himnos y he añadido partes de la celebración que nunca se cantan en un réquiem (como el Credo o la Bendición). Así que invito al lector a entrar en el libro como en una ceremonia, a leer los cuentos en orden y percibir, quizás, una cierta experiencia de viaje o proceso que se le plantea.    

 

 


¿Quienes lean Un réquiem europeo consiguen al final el perdón?

       Hay en mi libro una traición al réquiem porque en él no se pide por la salvación de nadie en un juicio ante Dios tras la muerte, por su descanso eterno. Se analizan comportamientos personales, sociales y políticos que van desde la violencia criminal hasta la solidaridad y la esperanza. El Introito se titula “Otros y yo” y la Sequentia, “No descansan”. Es un libro que cuestiona todas esas caras de la muerte y confía en animar a conseguir el descanso de la paz para la vida que estamos viviendo ahora.   

 

 

¿Una misa de réquiem para una Europa que agoniza y no tiene solución o como ocurre en sus relatos aún podemos tener esperanza?

       Yo quería hacer un réquiem, como he dicho. Cuando llevaba varios cuentos escritos, me asaltó esta pregunta: “¿quién ha muerto?” Claro, se trata de Europa, de los europeos. No pretendía desarrollar algo así como un diagnóstico completo de nuestro continente, eso lo harán los sociólogos e historiadores. En el libro se señalan tres ejemplos dramáticos de la inhumanidad, crueldad e indiferencia europeas; como también actitudes que indican nuestra pobreza espiritual y ética. Tras el relato “Pleberio” la degradación llegaba a un punto límite. Con el Ofertorio que viene a continuación, el cuento “La gota”, hay un atisbo de esperanza, una llamada a buscar lo más valioso: el entendimiento, la generosidad, el amor y la aceptación del mundo como es y como puede ser.

 

 

¿Los lectores caminamos atravesando una oscuridad pero con la esperanza de llegar a vislumbrar una luz al final?

       Sí, como he dicho en la pregunta anterior. Yo creo que sin esperanza no podríamos vivir. Sin embargo, el libro no plantea ninguna solución global o pública que tanto necesitamos; presenta ejemplos de personajes que luchan contra la injusticia, que no desfallecen, que se sacrifican a sí mismos por el bien de alguien a quien aman… Siempre hay una acción a nuestro alcance que arroje luz en medio del desastre en que vivimos.

 

 

¿La inteligencia artificial posibilita que usted se desdoble como autor-personaje?

       Mi aparición en el libro con mi nombre se produce en dos cuentos. Uno como firmante de una carta que realmente yo envié a un periódico y que no quiso publicarla. Y la otra, para citarme como autor de un cuento en que la precariedad (una furgoneta de fruta se convierte en una ambulancia) se vio corroborada en Madrid con el uso de mantas como almohadas y de centros de atención médica sin médico.  Hay dos relatos que, más allá de la Inteligencia Artificial, plantean: uno, la posibilidad de que una máquina cobre conciencia de sí misma y con ello descubra la intimidad y la libertad; y el otro, la posibilidad del poder de unas máquinas que se apoderen no solo de archivos de memoria humana, sino de su conciencia misma.

 

 

¿Lo íntimo (personal) y lo colectivo (universal) quedan unidos por ese réquiem sinfónico?

       Cada clase de esos relatos ponen el foco de atención sobre un aspecto. El cuento que relata la reacción de unos padres ante el sufrimiento de su hija con su pareja es doméstico, íntimo. El que habla de la tragedia de los migrantes que mueren en el Mediterráneo trata un drama humano colectivo, aunque también se abordan las actitudes personales ante él. Con todo, yo creo que el título nos da a entender que ninguno en Europa estamos libres de reflexionar qué está ocurriendo, de leer con verdad la realidad a la que estos cuentos remiten, impelen, para plantear un diálogo que nos conmueva.

 

 

 

miércoles, 13 de marzo de 2024

Hoy tomo café con…

 

Marina Cross

 



 

       Marina Closs nació en Aristóbulo del Valle, Misiones, (Argentina) en 1990. Es Licenciada en Letras por la Universidad de Buenos Aires. Publicó dos libros de cuentos La doncella aguja (2013), El violín a vapor (2016) y una variación fantástica sobre la vida de Jesús llamada El pequeño sudario (2014). Tres truenos (Bajo la Luna) un libro que ganaba el premio del Fondo Nacional de las Artes; en realidad, tres monólogos de mujeres, extraños y retorcidos, que desde el tratamiento de la voz despliegan mundos personales con involuntarios ecos en lo social. Tras un prolongado proceso creativo, ha publicado, como finalista del Premio Internacional Ribera del Duero 2022, Pombero, en Paginas de espuma. Se trata de un libro de cuentos atravesados por la idea de la identidad. “Nadie tiene una identidad sin una historia, nadie tiene una historia sin una voz”, ha llegado a afirmar la narradora; es por eso que la autora presenta en en sis páginas una polifonía de personajes que deambulan por un mundo frágil, móvil e insólito. Closs caracteriza sus historias proporciomçandoles un nudo asfixiante, a veces como si se tratara de un elemento de hastió, y otras como punto circunstancial o de un apoyo incuestionable. Los personajes de esta colección de cuentos parecen recomponerse y recuperase a sí mismos a medida que hablan. Pero, “Pombero” transita hacia los confines de la ficción como sostén de la identidad propia y ajena

       La escritora envuelve a sus personajes en medio de ficciones que resultan extremas, pero necesarias; inventa mundos ajenos que guardan en esencia reminiscencias con lo real. Los personajes son sometidos y sentenciados en mundos ficticios donde alguien se hunde o emerge. De acuerdo con la argentina Cross. los cuentos son el resultado de temas que surgen a partir de sus propias experiencias, como preguntas, dudas y hasta misterios.

 

¿Es verdad que con su nuevo libro, la colección de cuentos, Pombero (2023), ha podido encontrar usted su identidad?

       ¡No! Todo lo contrario. Es un libro que nació de darla por perdida.

 

¿Ha ensayado entonces todo un proceso creativo desde sus primeras colecciones, La doncella aguja (2013) y El violín a vapor (2016) hasta llegar a un singular  Pombero?

       Sí, un largo proceso en el que los cambios rotundos fueron la única constante. Quizá estoy exagerando. Pero me cuesta ver en lo que escribí un proyecto de escritura o un plan.

 

 

¿La ficción es, por consiguiente, equiparable a esa identidad que usted siempre ha ido buscando para construir y darles un sentido concreto  a sus historias?

       No sé en qué momento dije que estaba buscando mi identidad. Para mí justo es todo lo contrario. No creo que haya nada que salir (o entrar) a buscar, más que ficciones.

 

 

¿Se siente una lectora entusiasta, o quizá más una escritora inquieta?

       Una lectora entusiasta. Escribir es lento y difícil, creo que lo dijo Aira, y la verdad es que trato de hacerlo lo menos posible. Juntar ganas, digamos.

 

 

¿Hay todo un proceso de reinvención de la literatura cl´sica y conocida en sus relatos de una forma intencionada?

       No sé si de reinvención. Quizá, más bien, de omnivorismo. Me gusta mucho trabajar con materiales no literarios. Creo que, para muchos cuentos de esta colección, funcionaron como resorte de inspiración.

 

 


¿Sus personajes se cuestionan, en gran medida y  esencialmente, el concepto de vida para de alguna manera recomponerse así mismos?

       No estoy segura de cuál es el concepto de vida, así que debe ser que mis personajes tampoco lo saben. Se van recomponiendo, creo, en el sentido de que se van dando cuenta de que no hay ninguna identidad a la que uno debiera serle estrictamente fiel. Si no quiere.

 

 

¿La maternidad, como tema esencial y cuestionable, vuelve a cuestionarse en sus cuentos, y ofrece una visión distintaa otras latitudes?

       Siempre hay otra manera de ver, no creo que yo intente ofrecer la manera correcta o la manera “mejor” de ver la maternidad (ni de ver nada). Más bien se trata de abrir el abanico de visiones, para estar atentos al hecho de que hay tantas y tan contradictorias.

 

Con sus temas, tan variados como cercanos¿pretende usted llevar a sus lectores a un lugar donde la literatura es un espacio fundamental y posible?

       Seguro, porque para mí lo es.

 

¿El miedo, y a través del término pombero, conforma esa realidad humana que la literatura viene ensayando desde el principio de los tiempos?

       No sé si me interesa particularmente el miedo. Creo que, de hecho, no me interesa. Sí como condimento, pero jamás escribí para provocar miedo. Ni leo literatura de terror. Tampoco miro películas de terror. Creo que el género tiene bastante de espectacular, y eso me da desconfianza. Lo que me gusta de los cuentos de Poe no es que me den miedo. Es más, me acuerdo de que cuando los leí de chica, pensando en que quería tener miedo, me decepcionaron bastante.

 

Leyendo sus cuentos, y reflexionando sobre sus historias parece que usted tiene cierta necesidad de cambiar la realidad que nos envuelve, ¿es necesario ese cambio desde el punto de vista literario?

       No creo que el cambio sea necesario desde el punto de vista literario, es necesario desde el punto de vista real. Literariamente podría seguir todo como era antes. ¿A quién no le gusta Poe (más que toda la literatura actual), en el fondo?

 

¿El tema del colonialismo sigue siendo ese choque cultural que no acaba de cerrar heridas a uno y otro lado?

       No creo que haya que cerrar heridas, creo que hay que vivir con profundidad y gracia y que las heridas hagan lo que puedan.

 

Y el feminismo, la sexualidad, la violencia, el mundo de la mujer oprimida, ¿es un tema que genera historias en el relato de allende de los mares y se convierte en universal?

       Sí. Genera muchas historias por todos lados. Creo que todos los escritores tienen algo de mujer oprimida.

 

¿La belleza de sus historias quedan determinadas por su capacidad de adaptarlas a un lenguaje concreto y preciso como fin último?

       ¡Ojalá!

 

Más allá de una amable visión de sus historias, ¿violencia y lenguaje sintetizan el concepto de estos relatos?

       No, no me parece que se ajusten mucho. Hay una especie de fascinación popular por la violencia, como si uno tuviera que estar todo el tiempo hablando de violencia, en el fondo es bastante parecido al amarillismo. La violencia causa sensación, todo el mundo quiere más y más, parece que estamos en los tiempos de Marlowe. Vamos a decir dos palabras para sintetizar el libro: curva y rosado.

 

Una pregunta final, ¿cómo se siente en la familia cuentística de una editorial como Páginas de Espuma?

       ¡Me siento muy contenta! Me encanta que sean una editorial dedicada al cuento. Para mí, es casi un gesto heroico. Hace poco una persona me preguntó si mis libros eran para niños, porque eran “de cuentos”. ¡Parece que la gente grande solo lee novelas! Yo le dije que sí, que eran para niños. Que ni los lea.

 

miércoles, 6 de marzo de 2024

Hoy invito a…

 


María Ángeles Pérez

 

AMANECERES

EL TREN

 

 La noche anterior preparábamos, con ciertos nervios, el equipaje para subir a la estación a coger ese tren que nos devolvería, después de unas merecidas vacaciones, a la ciudad embrujada de Granada. Iniciaríamos otro trimestre universitario lleno de incertidumbre, desasosiegos y movimientos políticos en plena transición democrática. Ese tren que siempre aparecía, a lo lejos, con desmesurada demora y nos llevaría, con la lentitud de una tortuga, a nuestro destino. Un tren que, al poco tiempo y quizá por intereses que desconocíamos, lo hicieron desaparecer y que, a pesar de su parsimonia, paraba en esa estación que hoy sí continua estando en su sitio pero que ha sido transformada y decorada, con un gusto exquisito, en un gastrobar y, donde todos los días vamos a tomar un café, preparado con mucho cariño, por Isabel y Mª del Mar y, cuando su tiempo se lo permite, compartimos ese calentito mirando hacia los raíles, ya desechados por el paso de los años y, con cierta nostalgia y melancolía, les decimos, como si de un cuento se tratase: hace ya mucho, mucho tiempo, por aquí pasaba un tren…