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martes, 30 de enero de 2024

Cuaderno en blanco

 

Enero, 2024

 

 

       Cuesta de enero, o al menos ese dice el dicho popular; a los primeros días del nuevo año y cuando los propósitos se suceden tras los excesos navideños, y lo más curioso: jamás se cumplen, así es año tras año. Será un año bisiesto para los escépticos, un año con un día más para el resto.

       Propósitos de lectura, recibo libros de amigos, Antonio Tejedor y Manuel Ángel Morales, Javier Sáez de Ibarra y Sergi Pámies, otras novedades de Anagrama y Galaxia Gutenberg, otra sugerente novela de Txani Rodríguez y propuestas de entrevistas para Cuadernos del Su, la primera entregada a Nuria Barrios y en la misma línea a Sáez de Ibarra.

       El recuerdo de Juegos de manos, la primera novela de Juan Goytisolo, cuando se cumplen 70 años de su publicación, se convierte en la primera página para Cuadernos.

       Mientras espero segundas galeradas de Así empezó todo, mi novela recuerdo de los años 70.

 


 

viernes, 26 de enero de 2024

Hoy tomo café con… I

 

Iban Zaldua

 

 

       Iban Zaldua (San Sebastián, 1966) es cuentista y entre sus libros destacan Mentiras, mentiras, mentiras (2000), La isla de los antropólogos y otros relatos (2002), Itzalak (2004), Porvenir (2005, Premio Euskadi de Literatura), Biodiscografías (2011; Páginas de Espuma, 2015), Inon ez, inoiz ez (2014), Sekula kontatu behar ez nizkizun gauzak (2018), Como si todo hubiera pasado (2018) e Ipuina engainua da (2022). Las  novelas Si Sabino viviría (2005) o La patria de todos los vascos (2008), o el ensayo Ese idioma raro y poderoso (2012). En Páginas de Espuma acaba de aparecer la colección, A escondidas (2023)

 

¿Cree usted que tal y como esta la vida podemos mirarla a escondidas?

       A veces es la única manera de mirarla y cogerla un poco por sorpresa.

 

¿El sarcasmo y la ironía ayudan conllevar el peso de sobrevivir a diario?

       Creo que la ironía, sí; respecto al sarcasmo no estoy tan seguro, porque me da la impresión de que un uso continuado del mismo agría el carácter. En cualquier caso, como recurso literario yo diría que la ironía funciona cuanto menos intencional o programática sea su utilización, cuanto más está ligada a la visión vital del autor o la autora. La ironía suele desactivarse cuando uno trata demasiado conscientemente de ser irónico.

 

¿Todo es posible desde el punto de vista de la ficción?

       Todo lo humano tiene un límite, y por lo tanto eso quiere decir que la ficción también lo tiene: todo es un concepto demasiado amplio, en ese sentido. Pero con la ficción, que es la aplicación de la imaginación a eso que llamamos realidad, podemos abarcar más, por lo general, llegar más lejos, salir de la estrecha órbita del “yo y mis circunstancias”.

 

¿Qué predomina más en su cuentística, el sentido del humor o el mensaje que quiere llevar a sus lectores?

       Supongo que depende del cuento. Hay unos, en mi último libro A escondidas, en el que el sentido del humor es el eje principal, como en “Castañas”. Pero también hay cuentos en que está más bien ausente, como en “Guerras Civiles” o “’La Côte Basque’, revisited”. Sin embargo, yo diría que en algunos las cosas van de la mano, como en “Spam”, “Discutiendo conmigo mismo” o “Muerte por Twitter”. Siempre entendiendo “mensaje” en un sentido distinto al de “parábola”, desde luego.

 

Que digan de usted que consigue despertar en el lector una emoción agitada es un halago o un firme propósito de compromiso?

       Supongo que lo primero. David Foster Wallace contaba que tuvo un profesor que solía decir que la tarea de la mejor narrativa era relajar al inquieto e inquietar al relajado: a mí me gustaría ser de los del segundo grupo, de los que intentan inquietar al relajado. Aunque si lo consigo o no lo tendrán que decidir los lectores, claro está.

 

¿La tradición fantástica sigue ofreciéndole materia suficiente para construir sus relatos?

       Es mi origen, yo di mis primeros pasos en ese campo cuando empecé a escribir, y aunque desde entonces me he interesado cada vez más, tanto como lector como cuando escribo por eso que convencionalmente se denomina realismo, suelo volver a lo fantástico con asiduidad. De manera que sí, me imagino que no he agotado aún la fuente de la tradición fantástica, que no deja de ser, por otra parte, el género seminal del relato literario contemporáneo.

 


¿Piensa que el aspecto fantástico de sus cuentos ilumina mas que otro la verdadera visión de la realidad?

       Para mí lo fantástico tiene sobre todo sentido, en literatura, siempre que sirva, vía retorcimiento, para desvelar o para “desnormalizar” aquello que, por lo que sea, nos parece normal en eso que llamamos realidad.

 

¿Quizá A escondidas (2023) pretenda profundizar en el tema de la fantasía?

       Bueno, esa es una de las intenciones del libro: la compilación de cuentos en euskera de que procede, Inon ez, inoiz ez, tenía tres patas: la más convencionalmente realista, la que lidiaba con cuestiones relacionadas con el llamado “conflicto vasco”, y la que tiraba más por la vía de lo fantástico. La destilación de aquel libro al castellano, en este A escondidas, se decanta por aquella parte fantástica del libro, y en ese sentido es más compacto, más libro que el volumen del que procede. El recurso a lo fantástico es una de las tramas que une los relatos de este libro.

 

¿Cómo explicaría usted el concepto de literatura a partir de su condición de lector?

       No sé si entiendo bien la pregunta, pero yo diría que la literatura, por medio de la mentira, por medio de la ficción, ayuda a enfrentarse a las verdades de la vida. Y, sobre todo, acompaña, nos hace compañía, cuando se trata de buena literatura, sin atontarnos a la vez. La literatura, cuando es buena, no adormece: despereza.

 

¿La visión realista de sus cuentos se sustenta, quizá, en esos pequeños detalles que la vida le ofrece a sus personajes?

       Ya he dicho que para mí –y en esto no soy nada original porque, torpemente, sigo a Julio Cortázar–, lo fantástico solo funciona siempre que tenga algún tipo de anclaje en eso que llamamos realidad. Y para eso son muy importantes los detalles: el elemento fantástico de los relatos puede estar más velado; de hecho, tiene que estar más velado, porque, como comentaba César Aira, el exceso de detalles resta credibilidad a lo fantástico. Pero el realismo está, precisamente, en los detalles, por eso pueden llegar a ser tan importantes.

 

¿La literatura puede siempre, en alguna medida, salvarnos del fracaso?

       No, la literatura es una constatación del fracaso. Estamos condenados a fracasar, y la literatura, que en sí suele ser un fracaso, nos lo recuerda: la obra que tenemos en la cabeza siempre es mejor que la que logramos con esas herramientas limitadas que son las palabras. Aunque hay que seguir intentándolo, cómo no.

 

¿Qué hubiera pasado con Kafka de haber sobrevivido a su enfermedad?

       Supongo que una de las posibilidades es la que fabulo en mi cuento “El traductor de Kafka”, pero no pienso hacer spoiler, ja ja ja. Lo que habría que preguntarse es que hubiera pasado con el pobre Max Brod, que se habría quedado sin su misión vital. Eso igual daría para otro cuento…

 

¿Se sintió obligado a escribir sobre el tema vasco?, ¿sigue siendo un tema prioritario o literariamente rentable?

       No sé si “obligado” es la palabra: “impulsado” es quizá más adecuada. La literatura, para mí, es lo contrario a la obligación. Tampoco sé si es literariamente rentable, la rentabilidad es un concepto más del campo de la contabilidad, ¿no? Y sobre “prioritario” diría lo mismo: nada es prioritario en ese espacio de libertad que debería ser la literatura. Pero sí creo que es un tema importante para la ciudadanía vasca, como la Guerra Civil y el franquismo debería serlo para la española. Y la literatura, como la historia, es uno de los instrumentos que tenemos para seguir contándonoslo.

 

¿Es necesario buscar siempre el revés de la realidad?

       Una vez más, no comparto el concepto de necesidad aplicado a la literatura. Para mí puede ser importante o, incluso, necesario en algunos momentos, pero no tiene por qué serlo para otras escritoras o escritores, desde luego.

 

Una pregunta más para terminar, ¿qué le pide usted a un buen cuento?

       Que me sacuda y que me ilumine. Y que no se alargue más de lo necesario, es decir, que no intente imitar a la novela.

 

 

 

jueves, 18 de enero de 2024

… me gusta

 

Una Navidad de asombro

 

       La Navidad es una conmemoración religiosa, una fiesta alegre para algunos, o nostálgica y triste para otros porque recuerdan a esos seres queridos que ya no están y acusamos su ausencia, aunque en la mayoría de los hogares el regocijo y el jolgorio se lleva como muestra de alegría y reencuentro familiar, o una esperada fiesta para los estudiantes, los jóvenes y los niños, una mirada hogareña que despierta nuestros buenos sentimientos, aunque algunos de estos conceptos se van diluyendo con el ineludible cambio que genera el tiempo

       Convertida en un auténtico drama o una jocosa comedia, tan educativa como hilarante, el tema Navidad se ha ido conformando como una suerte de género propio, una mirada literaria de entrañables particularidades expresivas, desde el punto de vista de la novela, la poesía, el teatro y, sobre todo, el cuento porque todos los grandes escritores le han dedicado al menos un relato con sus posibles interpretaciones, Dickens o Maupassant, Bécquer o Pardo Bazán, Alarcón y Pérez Galdós, o incluso Nabokov, Bradbury y Tolkien.

       La curiosidad nos lleva a una recopilación de Cuentos de Navidad misteriosos (2023), una selección que incide en esa serie de posibles interpretaciones que señalábamos al comienzo de esta exposición sobre esta singular festividad y pondera que los relatos de ambiente navideño no tienen ni deben concretarse en historias tiernas y entrañables

       Esa Navidad blanca que se canta en los villancicos no es tan entrañable, feliz o repleta de un hermoso alumbrado como pretende hacernos ver la publicidad, y la literatura ha sabido mirar siempre a través de la imaginación y de las grietas de una realidad convencional que subrayaba la fantasía en torno al nacimiento del niño salvador dos mil años atrás. Otra mirada distinta ofrece una antología de cuentos que pone en entredicho el concepto de bondad humana para fechas tan señaladas, y así leemos que algunos relatos de Navidad pueden ser terroríficos y estar cargados de misterio, ocurre en Cuentos de Navidad misteriosos (2023)

       Antonio Iturbe, comenta en el prólogo de libro, que hubo un momento en la historia en que la celebración de la Navidad fue prohibida en algunos países tras la Reforma protestante, por considerarla una manipulación de los papistas sin ninguna justificación en la Biblia, pero tras varias décadas vuelve a celebrarse y pese a que su popularidad había decaído mucho en países como Inglaterra, Alemania y Estados Unidos y se consideraría que iba a desaparecer. Ciertos estudiosos coinciden en que la narración de Charles Dickens Un cuento de Navidad (1843) fue de suma importancia para la reinvención de la fiesta de Navidad, proponiendo la reunión de la familia, la compasión y la celebración hogareña donde la felicidad y el reencuentro eran lo más importante; pero la historia de Dickens era un relato de fantasmas inquietante. El escritor tuvo una infancia desastrosa y desdichada, y quiso como adulto salvar para los pequeños ese reducto de fantasía y esperanza en el milagro que es la Navidad, y de alguna manera la literatura salvó esta celebración. 

 


 

       Entre los cuentos raros, extraños y sugerentes de Navidad, se ha seleccionado uno de sus cuentos asombrosos, “La historia de los diablillos que se llevaron a un sacristán”, que cuenta las extrañas aventuras del sepulturero Gabriel Grub. Dickens influiría en muchos de los escritores posteriores, pero el más genial fue Chesterton, narrador agudo y perspicaz, de él se reproduce “Las estrellas fugaces”, relato de la serie protagonizada por el sagaz padre Brown que se concreta en un cómodo y alegre crimen en Navidad. Los españoles, Emilia Pardo Bazán con “Navidad de lobos” y Gustavo Adolfo Bécquer con “Maese Pérez, el organista”; y relatos extremadamente asombrosos que nos trasladan a mundos de terror, algunos hipnóticos, como “La sombra” de Edith Nesbit y otros de autores muy conocidos, como Stevenson, J.M. Barrie, Thomas Hardy o H.P. Lovecraft, y también algunos menos mencionados con una sorprendente capacidad para susurrarnos historias inquietantes; en realidad, otra manera de contar la Navidad.

       El lector inteligente y sagaz observará que todos los cuentos de esta antología, incluso los considerados más clásicos, tienen la capacidad de no envejecer porque nos siguen asombrando y nos asustan con la misma intensidad como cuando fueron escritos; nos queda que mientras cae la noche nos veamos envueltos en el embrujo de unos cuentos de antaño mientras, eso sí, disfrutáis de una Navidad de asombro.

 


Cuentos de Navidad misteriosos

V.V.A.A.

Madrid, Alma (Clásicos ilustrados), 202

 

jueves, 11 de enero de 2024

Carranque de Ríos

 

Un Madrid de cine

       Nocturna Ediciones publica Cinematçogrado de Carranque de Ríos

 


 

       La novela Cinematógrafo sigue viva porque su autor, Andrés Carranque de Ríos (Madrid, 1902-1936), supo reflejar una implacable crítica social y un firme compromiso estético que había ensayado en sus textos anteriores. Una estética que acusa la influencia de autores del realismo, Pérez Galdós y la prosa expositiva y argumental de Baroja, a quien conoció en el rodaje de Zalacaín el aventurero, cuando era actor, o la estela de extranjeros como Dos Passos y su Manhattan Transfer. Abundan los tintes autobiográficos, aunque Cinematógrafo es uno de los primeros testimonios literarios sobre el mundo del cine europeo, una historia donde el autor ha sabido combinar elementos de la picaresca, el desasosiego por las penurias de los trabajadores y una cierta esperanza por las innovaciones artísticas, una narración precisa cuya escritura ahonda en la tradición literaria española precedente de finales del XIX y comienzos del XX.   

       Espasa Calpe publicaba, Cinematógrafo, en Madrid en1936, cuando Carranque iba a cumplir treinta y cuatro años, a pocos meses de su muerte, y era un autor conocido que había publicado otras dos novelas, Uno (1934), con un prólogo de Baroja, y La vida difícil (1935), además de un poemario, Nómada (1923), y algunas novelas cortas, El astrónomo (1924), En la cárcel (1933), El método (1933) o El señor director (1935) entre otras y algunos cuentos.

       La literatura de Carranque se caracterizó por su predisposición a la relación que mantuvo con  Madrid, aspecto que sobresale en su novela Cinematógrafo. Hombre polifacético por vocación y obligado por las necesidades de la época, se vio obligado a ejercer los más variados y modestos oficios para sobrevivir, y así lo reflejaría en su obra narrativa. Tuvo dos grandes pasiones, la literatura y el cine, considerado por la crítica especializada como  el más proletario de los escritores del “Nuevo Romanticismo”, un narrador social anterior a la Guerra Civil, que servirá de puente a sus seguidores de posguerra. Atento y comprometido con la sociedad que le tocó vivir, Carranque ha sido calificado como un auténtico artista del hambre, marcado por una vida difícil y una muerte prematura, cuando tras Cinematógrafo había encontrado su lugar en el mundo literario.

       El autor utiliza una técnica objetiva e impersonal para contar su historia y desarrolla los dramas personales de una serie de vidas inconexas, poco edificantes que se cruzan a veces inesperadamente y de modo fragmentario; Carranque intenta componer el fresco de una ciudad y de las muchas dificultades del cotidiano sobrevivir, en el aspecto económico y social o el sentimental, porque el madrileño representa la literatura que vive intensamente y reproduce los temas literarios y narrativos de los años treinta: el populismo, las contradicciones sociales, una crítica aguda y certera de la burguesía clasista española, una consciente descripción de las luchas proletarias, incluso una atención a los nuevos descubrimientos y avances científicos y artísticos. Esta novela se convierte pronto en uno de los primeros testimonios literarios del nacimiento de la industria del cine en la sociedad española del primer tercio del siglo XX. Su narrativa se convierte en un proceso textual característico del momento, con acentuadas influencias del cine que logró interesar a aquella generación olvidada muy pronto; técnicamente, aportó abundancia de diálogos, y un método psicológico que intenta descubrirle al lector el comportamiento de los personajes a través de sus propias palabras. Así Cinematógrafo, que edita Nocturna, 2023, se convirtió en un texto novedoso y de perspectivas mucho más ambiciosas, una mirada europea que abriría las puertas a una narrativa de mayor proyección; Carranque añade una aguda crítica no sólo contra la sociedad de su tiempo, sino en contra del concepto de hombre mismo como protagonista de una visión social establecida y corrupta. Una vez leída esta novela descubrimos que no hay esperanza para estos personajes y sí bastante de convencionalismo.

 


 

       Cinematógrafo explora las luces y las sombras del séptimo arte en los años veinte y treinta, y convierte la novela en una narración vanguardista que alterna los puntos de vista de varios personajes. Destacable la enumeración del auge de los avances científicos de la época, la anotación sobre la migración del campo a las ciudades, la conciencia de clase o los entresijos sociales de la industria del cine en España, temas que explora Carranque consciente de. Su aportación.

Biografía

       El primogénito de una familia de catorce hermanos, Carranque de Ríos tuvo una niñez y una adolescencia tristes y se vio obligado a desempeñar los más diversos oficios: manager de boxeo, modelo en la Escuela Superior de Bellas Artes, viajante de comercio, peón de albañil, o actor de cine, durante un rodaje conoció a los hermanos Baroja, y fue novelista quien le prologó años más tarde su primera novela. Pasó unos meses en la cárcel de Málaga por repartir folletos anarquistas, y viajó a Francia, para participar como miembro de la misión española, en el Congreso Internacional para la Defensa de la Cultura

       Tras su muerte fue condenado al silencio, como tantos de sus compañeros de generación, la obra de Carranque no dejó de tener una cierta fortuna. En los años cincuenta y sesenta, la Casa del Libro, librería de la editorial Espasa Calpe, saldó durante mucho tiempo la novela Cinematógrafo y permitió que muchos estudiantes de entonces pudieran conocer al autor de tan singular obra.


Andrés Carranque de Ríos, Cinematógrafo; Madrid, Nocturna Ediciones, 2023; 344 pp.

miércoles, 3 de enero de 2024

Hoy invito a…

 


M. Ángeles Pérez

AMANECERES

ALTURAS

 

     A estas alturas que nos lanzamos a ver quién consigue el árbol navideño más espigado y lucido del mundo, luchando por sobrepasar en unos centímetros al diseñado por el vecino no vaya a ser que, por la noche, con premeditación y alevosía, haya crecido el suyo hasta límites insospechados, pues bien, a estas alturas nos dedicamos a eso. Y yo aquí, desde mi confortable sofá, quizá por edad y  melancolía, prefiero repasar en mi memoria las entrañables navidades de mi niñez, alrededor de una cálida chimenea, con un frío seco exterior más que justificado, y con la imagen “real” de los Magos de Oriente atravesando, de una manera atemporal, mi retina y esperando con infinita ansiedad y nerviosismo su inminente llegada. Y yo que me he negado a aplicar a mi vida aquello de “cualquier tiempo pasado fue mejor”, sino que fue distinto, parece ser que, a estas alturas, voy a tener que replantearme ciertos principios que creía tener claros y prefiero añorar aquellas cálidas navidades, de otros tiempos, y pasar olímpicamente de esos que pelean por tener el árbol más extenso y resplandeciente del mundo.