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martes, 31 de enero de 2023

Cuaderno en blanco

Enero, 2023

 

       Enero arranca con mañanas y noches frías, sol a mediodía, y las novedades que editoriales y amigos ofrecen. Lentamente nos acercaremos a los cuentos completos de Zweig, o los de Antonio Pereira cuyo centenario celebramos este recién 2023 y al gilo de todo las novedades que van apareciendo y que cubren las mesas de novedades de las librerías.

       Cuadernos del Sur se va relegando semana tras semana por problemas diversos, tipográficos y de organización, sombras, una vez más, para la cultura de los libros que no terminan convertirse en importantes de la comunicación.

       Proyectos para entrevistar a David Toas y María José Navia, ambos con colecciones nuevas de cuentos que sumaremos a la larga lista de entrevistas para Cuadernos.

       Vendrán páginas dedicadas a Zweig y Pereira.portas de Cuadernos del Sur.

  



martes, 24 de enero de 2023

José Saramago

 

UN FINAL:      

LOS PLIEGUES DEL NÓBEL JOSÉ SARAMAGO

 

 


 

       José Saramago fue un autor crítico con el mundo, inquieto e insatisfecho con la vida, un hombre que miraba su entorno y lo recreaba en sus vivencias cercanas y en su propia literatura; afirmaría: “No sólo hay desigualdad en la distribución de la riqueza, no en la satisfacción de las necesidades básicas. No nos orientamos por un sentido de la racionalidad íntima. La tierra está rodeada por miles de satélites, podemos tener en casa cien canales de televisión, pero de qué nos sirve eso en este mundo donde mueren tantos. Es una neurosis colectiva, la gente no sabe lo que le conviene esencialmente para su felicidad. Para Saramago la idea de la literatura es la de un arte comprometido y global, capaz de integrar géneros y difuminar las fronteras entre estos sin caer nunca en el caos más absoluto; defiende cada uno de los resquicios de humanidad que desde el origen de los tiempos alberga el individuo.

 

Un final

 

       El narrador se sentina, en septiembre de 2009, con fuerzas para empezar un nuevo proyecto, y con una firme e incuestionable decisión, puso en marcha una vieja idea que rondaba su cabeza, sobre la que jamás había leído línea alguna, la industria del armamento y el tráfico de armas, y la eterna pregunta sin resolver, ¿por qué nunca se ha producido una huelga en una fábrica de armas? El narrador luso buscaba escribir su gran parábola sobre la deshumanización y la irracionalidad que según su certero juicio, seguían azotando al mundo y convertían en incierto nuestro destino como seres humanos de pacífica voluntad. En los meses previos a su enfermedad, tras la publicación y lanzamiento de Caín (2009), recordemos este libro como un sutil ensayo y su capacidad para modernizar una historia conocida de un principio a fin, o su mordaz visión de la figura del Creador y de su criatura; solo en esas circunstancias, Saramago siente que debe repasar las facetas que asolan los errores humanos para otorgarle un sentido final a su vida;así, Belona S.A. se convierte para él en un reto primordial, y no contento con su cometido, renombra su nuevo proyecto, Productos Belona S.A, y meses después, en su inseguridad, y quebrantada su salud, se agudizará su ingenio, Alabardas, alabardas, espingardas, espingardas (2014); en realidad, es un epígrafe extraído de una tragicomedia de Gil Vicente, y título definitivo, que él mismo anotaría, a comienzos de febrero de 2010, pese circunstancias adversas que no le permitían sentarse mucho frente al ordenador, y darle continuidad a la novela, aunque en su cabeza persistía la idea de esa consistencia para la historia, ya que aun tenía algo que decir.

       Para Saramago la idea de la literatura es la de un arte comprometido y global, capaz de integrar géneros y difuminar las fronteras entre estos sin caer nunca en el caos más absoluto, pero sobre todo defiende cada uno de los resquicios de humanidad que desde el origen de los tiempos alberga el individuo; por eso, su capacidad fabuladora y, en un amplio sentido, su producción total, narrativa, relato, poesía, teatro, ensayo y crónica, aúna tanto cualidades líricas como épicas, y no falta la crítica y la parábola de contenidos, porque desde sus comienzos ha gozado de una fertilidad imaginativa y temática que hacen de su lectura un continuo descubrimiento.

 

Novela inacabada

 

       Dos detalles ponen a Saramago en la pista para componer su novela inacabada, la impresión que le causa la noticia de que en la guerra civil española una bomba lanzada contra las tropas del Frente Popular no estallara, y en su interior se encontró un mensaje redactado en portugués que decía: “Esta bomba no reventará”; un episodio que atribuyó a la lectura de L´Espoir, la novela de André Malraux, aunque nunca fue concretado algo así; además, la referencia de unos trabajadores de Milán fusilados por haber saboteado obuses, y otros episodios de delitos armamentísticos que se reproducen en la literatura española y prensa de la época, un gesto que conmueve a Saramago y se repite por la geografía española en guerra: Madrid, Jaén, Alicante, Sagunto, Cáceres o Badajoz, y le aportan el carácter narrativo suficiente, o el contraste moral y el objetivo último: su denuncia.

       Los personajes del portugués apenas existen o importan en su obra, se asemejan a títeres a los que una voluntad superior sujeta a un destino inusitado, y carecen de un devenir previo que haya dado lugar a la gestación de una realidad interna puesta a prueba por la calamidad que, mágicamente, se ha incorporado a sus vidas; y así aparecen esbozados en Alabardas los protagonistas, Artur Paz Semedo y su esposa Felícia; en realidad, su contrapunto dramático. Saramago se esfuerza por definirlos ambiguos, y nos induce a ver el mundo de Artur en el que vive una esposa que representa el conflicto frente a la moral de la venta de armas; y un jefe diplomático, lejano en el organigrama de la empresa, pero accesible que simula el puente para que Paz Semedo se enfrente consigo mismo. Unos textos inéditos acompañan la edición, apuntes que el autor iba haciendo conforme tramaba la historia, y que nos permiten vislumbrar, sin que tengamos certeza de ello, en un posterior proceso creativo y en una aproximación de por dónde iba a llevar a sus personajes.

       Las ochenta y una páginas del original, se completan con un texto de Fernando Gómez Aguilera, amigo cercano, que añade la visión final del portugués, y firma una posible despedida, y Roberto Saviano, periodista italiano que ha desafiado a los grandes cárteles de la mafia con su literatura; la edición se ilustra con grabados de Günter Grass que acompaña los pasos de Artur Paz Semedo. El estilo resulta directo, austero y concentrado, deja a un lado la belleza formal e impone nitidez al barroquismo innato en la creatividad del gran José Saramago.

 

Literatura

 

       No existe mejor literatura, sino aquella capaz de hablarle al lector, que la interpela y resulta hábil para contar una historia, que se pregunta por la posición y responsabilidad moral, o como Fernando Gómez Aguilera afirma en su texto-semblanza, “hurga en su conciencia, para incomodar, intranquilizar y depositar en el ámbito personal el desafío de la regeneración: la eventualidad, si bien escéptica, de encarrilar la alternativa de un mundo más humano”. José Saramago (Azinhaga, 1922-Tías, Lanzarote, 2010) dejó un texto inconcluso en su ordenador, tres capítulos, y una copia impresa en una carpeta roja sobre su escritorio, un total de veintidós folios; en una apreciación cercana, entusiasta del narrador luso, estas páginas leídas con la perspectiva temporal se convierten en su testamento literario, y ofrecen lo más depurado de su prosa, muestran el sentido del humor y la ironía con que el Nóbel dotaba a su literatura, porque en su obra no falta la crítica y la parábola de contenidos. Desde sus comienzos ha gozado de una fertilidad imaginativa y temática que convierten su lectura en un continuo descubrimiento, un conocimiento de la tierra y sus gentes sin cuyo ingrediente no parece concebible su novelística.

 


 

José Saramago; Alabardas. Textos de Roberto Saviano y Fernando Gómez Aguilera; ilustraciones de Günter Grass; Madrid, Alfaguara, reimp., 2022.

 

 

 

miércoles, 18 de enero de 2023

Hoy tomo café con….

 José Ovejero

 

      

       José Ovejero (Madrid, 1958) es autor de novela, poesía, teatro, cuento, ensayo y libros de viajes. Ha recibido los premios Anagrama de ensayo (La ética de la crueldad, 2012) y Alfaguara de novela (La invención del amor, 2013). Además, Escritores delincuentes (ensayo), Nunca pasa nada y Los ángeles feroces (novelas), Qué raros son los hombres (cuentos) y Mundo extraño  (Páginas de Espuma, 2018), por el que ganó el Premio Setenil al mejor libro de relatos del año; Su última novela es Humo (2021) y acaba de publicar los cuentos, Mientras estemos muertos (2022), en Páginas de Espuma.

 

 


 

 ¿Existe una frontera razonable entre memoria e imaginación?

 

Supongo que existe en algún lugar, pero es como la línea de puntos de los mapas, una convención muy difícil de situar sobre el terreno.  De hecho, a menudo estamos imaginando cuando creemos recordar: rellenamos con ficciones lo que la memoria no nos da. Por ejemplo, al escribir Mientras estamos muertos me he dado cuenta de que hay escenas de mi vida que he construido a través de fotografías o de relatos ajenos; asocio a ellas sensaciones y hechos que no estoy seguro de que se diesen en aquel momento. De la misma manera, al escribir he inventado situaciones que más tarde he descubierto que se dieron en la realidad.

Le doy un ejemplo ilustrativo: cuando escribí la novela Añoranza del héroe inventé una carta que sabía que había existido pero yo nunca leí; la escribí como imaginaba que podría haber sido. La persona que la había escrito muchos años atrás me preguntó, al leer la novela, cómo había tenido acceso a dicha carta. Es decir, yo inventé algo que al parecer se parecía tanto al original que dicha persona empezó a recordar su carta como yo la había escrito.

 

 

Un libro como Mientras estamos muertos (2022) ¿tiene más de autobiografía que de ficción, aunque como lectores consideremos los límites a establecer entre ambos conceptos?

Sí, por una vez en mi literatura he tendido a privilegiar lo sucedido sobre lo imaginado. Pero si yo mismo no consigo distinguir completamente lo uno de lo otro, menos podrán hacerlo mis lectores. Lo que importa en su caso no es tanto lo autobiográfico de cada detalle, sino esa fuerza del lenguaje -de su capacidad de sugerir- que hace que lo que leemos se vuelva real, en el sentido de que nos afecte, estimule, emocione. Ese sería mi objetivo, no que nadie conozca mis experiencias personales.

 

 

¿Se puede jugar más literariamente con el género cuento y quizá, no tanto, con la novela?

Es más fácil, pero eso no significa que la novela no pueda ser un espacio para el juego literario, y yo lo intento cada vez más. Antes era más serio: me interesaba tanto el contenido que no quería desviar de él con juegos literarios. Ahora soy más consciente de que esos juegos no son solo una fuente de placer estético sino también la búsqueda de un lenguaje que permita acercarnos de otra forma a la realidad. Si, como dijo Godard, el zoom es una cuestión moral, también lo es pasar de un estilo a otro, de una perspectiva a otra, de una persona narrativa a otra en un mismo capítulo.

Lo bueno de un libro de cuentos es que te permite hacer eso de una manera radical cada pocas páginas, y así puedo pasar de un relato intimista otro de tono ensayístico, o de uno oscuro a uno tierno, o narrar dos veces la misma situación en tonos distintos.

 

 

Ese protagonismo individual que caracteriza a Mientras estamos muertos, ¿se escribe para conectar con una colectividad de una amplia visión?

Siempre desconfío de la preposición "para" cuando hablo de las motivaciones de mi escritura. "Para" es una palabra que nos permite ordenar algo que es en sí mismo informe, como creo que lo es el acto creativo. En un relato de Balzac, "La obra maestra desconocida", se dice que un rasgo esencial de una buena fábula es que el autor ignora muchas de las riquezas que contiene. Esto no es una forma de romantizar la escritura como resultado de una inspiración divina o de las musas. Es sencillamente una forma de reconocer que cuando escribimos una frase o un párrafo no solemos tener un propósito concreto; sencillamente hemos llegado allí empujados por un montón de impulsos distintos. Y siendo así, cuantas menos intenciones explícitas tengas al escribir, mejor, porque eso puede llevarte a dejar de lado todo lo que no controlas, lo que no encaja en esas intenciones -tarea por otro lado imposible-.

¿La respuesta más sencilla? En realidad, no sé para qué escribo aunque intente entenderlo y explicarlo después de escribir.

 

 

¿La relación tóxica entre padre e hijo debe asumirla cada lector y sacar sus propias conclusiones?

A pesar de mi respuesta anterior -¿o no debo decir a pesar, sino por consecuencia?- lo que escribes conecta de formas impredecibles con quien te lee, con sus experiencias y emociones. Y claro, cada lector lo asume de manera distinta; el texto resuena en quien lee y le lleva a lugares que tienen que ver con su propia experiencia, en este caso de la relación paterno filial y de sus posibles residuos tóxicos.

 

 

La descripción de escenas y circunstancias como las se narran en estos cuentos, ¿solo son posibles en un ambiente obrero?

En parte sí: el ambiente, el contexto impone ciertas formas de relacionarse tanto a nivel individual como social. Pero en los relatos también hay una transformación de las circunstancias de los protagonistas, que salen del barrio obrero y acaban viviendo en un chalé en las afueras. Y esa transformación también tiene consecuencias y son parte esencial de su historia. Así que no diría que solo son posibles en un ambiente obrero pero a los personajes solo se los entiende si se tiene en cuenta esa procedencia obrera.

 

¿Todo lo que le sucede a los demás, le sucede a usted?

Hay algo de exageración en esa afirmación que hago en el libro, porque si no nos protegiésemos un poco de lo que sucede a nuestro alrededor nos volveríamos locos. Pero el mundo en el que vivimos, tanto el más cercano como el más lejano, nos afecta y nos transforma -para bien y para mal-. Y en ese sentido, por ejemplo, los desahucios que se producen en mi barrio son también parte de mi biografía -mi indiferencia a ello o mi implicación, mi aceptación o mi rechazo son expresiones de mi manera de estar en el mundo-.

 

 

Hay mucho de mirada y de recuerdo social de un pasado literario español importante, ¿existe una necesidad de reivindicar ese espacio narrativo, o es una simple perspectiva literaria?

No lo sé, la verdad. Cuando escribes un libro piensas que es un asunto tuyo, algo que se te ha ocurrido y que no tiene relación con lo que están haciendo otros escritores y escritoras. Pero entonces descubres que hay otra gente en ese momento trabajando en asuntos similares, como si hubiese una comunicación imposible entre escritores y escritoras. Por ejemplo, casi al mismo tiempo que mi libro, salen los últimos de Sara Mesa y Miguel Ángel Oeste, que tratan asuntos de familia, clase social, conflictos entre padres, madres, hijos e hijas.

 

 

Un cuento como “Matar a un perro”, ¿debe interpretarse como una historia cruel?

Solo si lo inscribimos en las crueldades cotidianas. Igual que "Lo que no se ve sí existe", que trata de la violencia en el colegio, de eso que hoy llamaríamos "bullying" y que entonces de puro cotidiano no tenía nombre.

 

¿Toda comedia puede contener un fondo de terror?

A mí me interesa mucho el concepto de lo grotesco, esa deformación de las imágenes que las pueden volver algo divertido o algo terrorífico, dependiendo de hacia dónde las retuerzas. Y es evidente que buena parte de las escenas que en el cine y en la literatura provocan risa están relacionadas con nuestros miedos proyectados sobre otros.

 

 

Estos cuentos ¿son en realidad un juego de espejos, como se afirma en la contracubierta, donde debería verse reflejado el lector?

Fue Oscar Wilde quien dijo que el arte no refleja la vida sino a los espectadores. Pero quizá no sea tanto cuestión de que se vean reflejados sino que encuentren en el libro mundos -aunque sean ficticios- que de alguna manera conecten con ese en el que viven. La literatura tiene esa función paradójica de crear mundos inventados que sin embargo nos conectan con el nuestro.

 

 

 

Después de escribir estas historias hilvanadas, ¿se ha reconciliado con el pasado?

No he sentido la necesidad de reconciliarme. Más bien escribirlas ha sido una manera de entender algo mejor de pasado y de descubrir lo que en él sigue vivo.

 

 

¿Ha querido ofrecer una visión personal de una época dura, el franquismo, por una necesaria reconciliación?

La reconciliación tiene mucho de afectivo, y los afectos no se imponen ni se exigen. La reconciliación, el perdón son decisiones individuales. Además, no creo que reconciliarse con el franquismo sea una buena idea. Lo que se necesita es justicia y reparación. No es casual que quienes hablan de reconciliación sean en la mayoría de los casos quienes no han sido capaces de condenar el franquismo y quienes no quieren que se sigan buscando cadáveres en las cunetas. No hablan de reconciliación sino de olvido. Y obviamente mi libro no tiene ninguna pretensión de contribuir al olvido.

 

 

Como lector, debo entender que esta gavilla de excelentes relatos no son un ajuste de cuentas, ¿verdad?

No, las cuentas hay que ajustarlas en la vida real. Hacerlo literariamente es un sucedáneo. Para mí los relatos son una forma de saber más, de enfocar mejor imágenes que se han vuelto borrosas, pero siendo consciente de que no tiene sentido pretender cerrar un capítulo por el hecho de elaborarlo literariamente. Nada se cierra: escribir no ciega el pozo, ahonda en él.

 

Entendemos que lo mejor de este libro, es ¿esa transición que nos permite cerrar una época cruel y despertar en la democracia?

Nooo, por favor. Espero que eso no sea lo mejor del libro. Una cosa es considerar, como considero, que la dictadura fue una época cruel, y otra pensar que la crueldad ha desaparecido de nuestra sociedad, de nuestra democracia más que imperfecta. Tampoco la Transición cerró nada, de hecho, dejó muchos asuntos pendientes, que todavía arrastramos y lastran la convivencia: las familias que se hicieron ricas durante el franquismo siguen siendo las familias ricas de hoy; en la justicia y en las fuerzas del orden queda un residuo antidemocrático muy poderoso. Quedémosnos con la imagen de ese adolescente del primer relato al que, después de disparar contra el perro, las manos siguen oliéndole a pólvora. A nuestra sociedad le ocurre lo mismo: el olor del franquismo no se ha disipado.

 

 

 

 

 

miércoles, 11 de enero de 2023

Hoy invito a…

 


M. Ángeles Pérez Sánchez

 

amaneceres

Cuento

   

 La tarde invernal caía fundiéndose como un leve manto en la oscuridad de la noche. La pequeña María preparaba en un improvisado plato de cartón, unos sabrosos dulces navideños hechos por las manos trabajadas de su madre. Esperaba con ilusión la visita nocturna de los Reye Magos. Escuchó la voz de su padre recordándole que debía acostarse ya. Se asomó a la ventana por última vez y observó, a lo lejos, los tres Reyes Magos sobre sus majestuosos camellos. Las lágrimas brotaron de sus ojos, los había visto de verdad. No se lo contó a nadie, se acurrucó sobre su cuerpo y durmió hasta el amanecer. Su sueño estaba sobradamente cumplido.

       Ante el mundo de crispación en el que vivimos, el continuo ataque mutuo de políticos con palabras hirientes y ofensivas pasando por alto cualquier tipo de respeto y moralidad, no han podido salir de mi pluma palabras hermosas sobre la Navidad como siempre he intentado hacer en estas fechas. No se me ha ocurrido nada mejor que recurrir al cuento con final feliz. Por cierto, ambientado en los sesenta y, cinematográficamente hablando, basado en hechos reales.

miércoles, 4 de enero de 2023

Hoy invito a...

Manuel Ángel Morales Escudero

Talento recobrado

 



 

 

      Es una constante en España prohibir o -como se dice hoy- cancelar a los autores incómodos. El caso de Carmen de Burgos, cuyas obras fueron incluidas por el franquismo en la lista de libros prohibidos y retiradas de librerías y bibliotecas, es uno más. Reducida al papel de amante de Ramón Gómez de la Serna, el juicio de la crítica contemporánea no puede ser más injusto. No es solamente que la obra de Carmen de Burgos cubra varios géneros con soltura y talento, desde el periodismo y el ensayo a la novela, sino que es innovadora, fresca, moderna y valiente. Los prejuicios y el odio la sacaron de las bibliotecas, pero es tiempo de redescubrirla porque tiene méritos más que sobrados.

      Eso es precisamente lo que ocurre en su novela ‘El retorno’, brillantemente prologada por el crítico literario Pedro M. Domene, que apunta varias claves esenciales: su curiosidad intelectual insaciable, su cosmopolitismo, su defensa de los derechos de la mujer con su feminismo conciliador -muy alejado del odio actual del movimiento- y su valentía literaria, atreviéndose a abordar cualquier tema. ‘El retorno’ es una novela espiritista ambientada en la costa de Estoril. El espiritismo fue una corriente filosófica que tuvo su máximo esplendor entre finales del XIX y principios del siglo XX y que contó entre sus fieles con personajes tan respetables como Pierre y Marie Curie o Conan Doyle. Hoy en día nos parece un fenómeno alejado, una simple superchería, pero en la época en la que Carmen de Burgos escribió ‘El retorno’ era considerado una ciencia que podía comprobarse, casi una verdadera certeza. La experiencia de la Gran Guerra había llevado a muchos familiares desesperados a creer sin ningún género de duda que era posible entablar contacto con sus muertos, que sus espíritus caminaban entre nosotros. Las manos fantasmales del escocés Daniel-Dunglas Home, los fantasmas de Eusapia Paladino, los rostros ectoplásmicos y los animales fantasmales de Guzik o las experiencias de Kluski son solo algunos de los fenómenos que en su día fueron de dominio público, material de las portadas de los principales periódicos. En definitiva, el espiritismo era algo habitual y corriente entre la gente culta y acomodada.    

      El retorno se presenta como «basada en hechos reales» y se ambienta en la costa portuguesa de Estoril durante los llamados felices años 20. Por los ambientes cosmopolitas de palacios y salones portugueses, una serie de personajes de la burguesía europea, curiosos y, sobre todo, ociosos, viven la moda de la época asistiendo a sesiones espiritistas en las que experimentan los diversos fenómenos asociados a estas prácticas: la telepatía o transmisión del pensamiento, la telecinesia o movimiento de objetos sin que medie contacto alguno; la psicocinesia o influjo de la acción del pensamiento sobre elementos físicos en evolución y la ectoplasmia o materialización, a través del cuerpo de un médium, de rostros o seres fantasmales. Los personajes se verán arrastrados por estas seductoras experiencias con consecuencias funestas. Entrelazados a estos hechos anteriores están las historias de seducción y amor entre algunos de los personajes. 

 


 

 

 

      Destaca en ‘El retorno’ la capacidad de la autora para captar el ambiente cosmopolita y desenfadado del Estoril de aquella feliz década, las preocupaciones de una parte de la sociedad, completamente alejadas de las del pueblo, sin ninguna pretensión política o social, solamente dedicadas al bello arte de vivir, de entretener la existencia con el amor y las gratas experiencias del juego o, como en el caso, de unas vivencias propias de las clases altas que se atrevían a transgredir las enseñanza religiosas tradicionales, siempre celosas y reticentes a las prácticas espiritistas.

      A la vez, como en otras obras de Carmen de Burgos, se evidencia un riguroso trabajo de preparación de la novela, una probada búsqueda de la experiencia para luego plasmarla en el libro y un interés intelectual que no desecha ningún tema ni deja pasar una oportunidad para ir más allá en la aventura literaria. Es mérito de Colombine su defensa a ultranza de la libertad del creador a la que nunca renunció. Se relacionó con quien quiso y escribió lo que le dio la gana. Su aptitud moderna es toda una reivindicación de la libertad creativa no solo para la mujer, sino para el artista en general. Su vida y obra son una prueba de honestidad intelectual y libertad creativa.

‘El retorno’.

Autora: Carmen de Burgos, prólogo de Pedro Domene .

Editorial: Trifaldi . Madrid, 2022.