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miércoles, 14 de junio de 2017

Hoy invito a...



Roberto Ruiz de Huidobro que acaba de publicar una curiosa y esclarecedora reseña sobre El secreto de las beguinas, en Bilbao (Pérgola), junio, 2017; pág., 19.


Ricardo Menéndez Salmón



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DEMONIOS
       La eficacia narrativa de Ricardo Menéndez Salmón (Gijón, 1971), sus especiales dotes para la trama y el trasfondo de sus historias, la complejidad y el desarrollo de las mismas, con evidentes referencias a la filosofía de autores como Spinoza, Schopenhauer o Nietzsche, dignifican, sin duda alguna, ese lugar que ya hoy ocupa el asturiano en el panorama narrativo español del siglo XXI. Muestra, además, que su categoría ha sido sopesada, aunque algunos años después, tras llevar a cabo un auténtico ensayo de modestia con sus novelas y con sus colecciones de relatos anteriores, de difusión minoritaria que, de alguna manera, avalarían la solidez de una obra que Seix-Barral sacaba del anonimato con La ofensa (2007), su quinta novela, aplaudida, hace poco más de un año, por público y crítica.
                En su nueva entrega, Derrumbe (2008), igual de breve y densa que otras suyas, ensaya con una insólita fuerza el horror, la maldad o la desolación humana, y lo hace con una carga de precisión tan profunda que sumerge al lector en una espiral de posibilidades. La trama ofrece varios casos, cuyo desarrollo no necesariamente necesitan una explicación, aunque desde el punto de vista narrativo se concreta en tres historias, tres partes que, de alguna manera, se diferencian tanto en su ejecución técnica como estilística y, finalmente, se unifican en una alucinación coral. En la primera cuenta cómo un asesino se ensaña con sus víctimas y, como si de una auténtica historia criminal se tratara, cinco policías le siguen la pista y convierten el caso en una obsesiva visión de la monstruosidad humana, pretexto que le sirve al narrador para desentrañar la mentalidad de un auténtico loco. Actitud que se desarrollará a lo largo de la segunda parte, y aunque Menéndez Salmón no siga una línea argumental, esa tremenda sensación de crueldad persigue al lector, ahora en una pandilla de adolescentes que siembran el terror metiendo agujas en botellas de leche. Es la parte más reflexiva, despliega una singular atracción hacia el dolor, tema tratado con insistencia por Menéndez Salmón para señalar la actitud de violencia que los jóvenes esgrimen como bandera ante una sociedad que pretenden cambiar; y en la tercera, definitiva visión del espectáculo y de la atracción del mal, cuenta la relación de Valdivia con su hija Vera, novia a su vez de uno de los muchachos de la parte anterior y confirma esa insistente visión acerca de la incomunicación o las relaciones más elementales. Sobre los personajes de Derrumbe, que viven en Promenadia, una apacible y tranquila ciudad junto al mar, se cierne un infierno particular que, en sus propias vidas, es asumido de una manera cotidiana, aunque en el relato se sobredimensiona esta actitud con esa crítica mirada que caracteriza a  nuestro tiempo.







DERRUMBE
Ricardo Menéndez Salmón
Barcelona, Seix-Barral, 2008

martes, 13 de junio de 2017

Francisco López Serrano


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       Nunca debemos olvidar que el microrrelato se traduce como un caprichoso juego estructural que provoca alteraciones en la situación inicial del propio texto, en el consiguiente conflicto, en la evolución de los hechos narrados, en el desenlace, e incluso en la misma situación final, puesto que el estricto carácter de su brevedad no permite o, si lo expresamos mejor, así se lo exige siempre; y aun cuando constatamos la lógica interna de la narración, y ese jocoso aire con que su autor dota al relato, se procura que esa degradación conceptual quede diluida, o que su espacio temporal no siga un orden cronológico establecido.  
       Francisco López Serrano (Épila, Zaragoza, 1960) domina el arte de la escritura en su faceta más variada y singular, tanto la lírica como la narrativa, el cuento y el microrrelato, porque es capaz de servirse de la digresión, de la observación atenta y de buena parte del artificio que rodea al texto en su sentido más estricto. Jamás olvida que la moraleja pertenece al pasado y se aleja del presente y, sobre todo, que sus lectores detectan la sutilidad tan característica en sus textos, o la libertad de elegir un espacio propio, en medio de un pasado o un presente reconocibles, aunque esos tiempos vengan suavizados por unas fantásticas apariencias, y solo importen aquellas que nos descubren las trivialidades de un mundo que, como en algunos de sus libros, tienen un carácter mágico, capaz de trasmutar las vidas descritas en otra realidad, incluso la posibilidad de inventarse una nueva que finalmente les satisfaga; y tan es así que López Serrano a través de un tono elegíaco, henchido de humor y de ironía, rozando lo iconoclasta, nos traslada desde situaciones cómicas a un trágico desenlace, como en el caso de Un momento, señor verdugo  (2017), LIII Premio Literario Kutxa Ciudad de San Sebastián, una colección de relatos, en su mayoría muy breves, en los que ofrece un abanico de temas tan hilarantes como sugestivos, aunque en su mayoría, como el título alude, responden a la famosa petición que le hizo madame du Barry al verdugo antes de ser guillotinada; y así arranca todo un catálogo de breves, en ocasiones brevísimas situaciones o historias teñidas de un singular humor, o del mejor sarcasmo con que se pueda dotar a un texto, y aun añade una abundante variedad temática de cuentos:  unos nos llevan a la vieja Rusia a degustar sus famosos prianiki, o en el otro extremo, a esa peculiar forma de matar vascos en Islandia, y muchos de ellos construyen vidas o las destruyen como  “El genealogista”, que recorre la ascendencia del narrador hasta la Gran Explosión originaria, o la serie sobre el mundo, un homenaje al tema  clásico de “El dinosaurio” de Monterroso  desde una perspectiva tan jocosa como innovadora,  “La demora”, “La pesadilla”, “Ante el espejo”, “El despertar”, incluso nos somete a un peculiar perfume que es resultado de cazar y destilar ángeles, léase, “Su perfume”; en “El cuento del Grial”, la actitud de la mujer reproduce los matices de lo que hoy consideraríamos un comportamiento machista, y en “El abismo” se describe la excursión montañesa de una pareja con un remate tan perturbador como brillante, y los aspectos de la relación amorosa en el brevísimo, “Diálogo de amantes” o el más desarrollado y descorazonador, “El plan”, ambos resumidos con absoluta maestría. No faltan historias diminutas que se concretan en un chiste, con toda la intensidad que provoca la angustia humana, y otras muchas son narraciones simbólicas: el poeta y su corazón, el abogado y su conciencia, o la voz de un Dios que influye de modo sorprendente en la realidad, ¿Té o café?, y donde se escruta la perspicacia del lector para la solución de tamaño enigma.
               En este, Un momento, señor verdugo, como otros libros de López Serrano, el lector está obligado a poner todo de su parte para comprender en su totalidad el mensaje que el autor cifra en sus textos, y en esta ocasión, como seres inteligentes deberemos releer algunos de sus microrrelatos para percatarnos del giro final de muchos de ellos, tan sorpresivos a veces como esbozos de un pensamiento que cuando profundizamos alcanza la plena comprensión del mismo.
   






UN MOMENTO, SEÑOR VERDUGO
Francisco López Serrano
LIII Premios Literarios Kutxa
Sevilla, Algaida, 2017; 168 pp.


lunes, 12 de junio de 2017

Desayuno con diamantes, 113



MUNDO DE TINTA

               Con Muerte de Tinta (2008) la narradora alemana, Cornelia Funke, cierra la trilogía iniciada hace unos años que se compone de Corazón de Tinta (2004) y Sangre de Tinta (2005).

              
       ¿Qué han leído los niños de todos los tiempos? Curiosa pregunta si, necesariamente, hemos de volver la vista atrás a los siglos en los que las lenguas, incluido el castellano, se forjaban y remitían a héroes de la antigüedad grecorromana, Ulises y la guerra de Troya, las leyendas nórdicas de Sigfrido, las batallas y las hazañas recitadas por juglares, entre cristianos y árabes, los romances históricos con aventuras novelescas que harían las delicias de esos niños que crecían con los nombres de el Cid, Fernán González, los Siete Infantes de Lara o el romances del conde Olinos; o, mucho más tarde, Robinson, Gulliver, las fábulas literarias y morales, los cuentos de los hermanos Grimm y Hoffmann, Dumas, y las delicias de Verne, Salgari, London, el mundo maravilloso de Alicia, Peter Pan, Pinocho, Tarzán de los monos, Mowgli y, en España, la niña Celia y Marcelino Pan y Vino; o los éxitos más recientes, J.K. Rowling y su saga completa de Harry Potter o Cornelia Funke y su trilogía de Tinta que, en estos días, acaba de publicarse.
       Las editoriales de medio mundo descubrieron, y cada vez más, la importancia de la educación artística y literaria de los niños y de los jóvenes en general y no ahorran esfuerzos, en este sentido, para lograr el fin propuesto. Las relaciones internacionales han contribuido en las últimas décadas a mostrar el interés por la literatura infantil y juvenil y son frecuentes ferias y congresos para debatir nuevos proyectos y ampliar los límites de una literatura cuya potencia lectora supera, en ocasiones, cualquier expectativa de la denominada literatura de adultos. La Dirección General del Libro, Archivos y Bibliotecas en nuestro país calcula todos los años que de los 80.000 títulos, aproximadamente, publicados casi 9.000 correspondían a títulos de obras infantiles y juveniles, es decir, más de un 10% del total, sin incluir las traducciones de autores de otras lenguas del Estado y de extranjeros, hasta llegar a un total de un aproximado 26%. Preguntado, un joven al respecto, respondía lo siguiente: «Los libros que más nos gustan son las novelas y los cómics. Novelas hay de muchos tipos, pero las que nosotros (los adolescentes) preferimos son las de aventuras, bien sean de otra época (como las de caballeros y doncellas) o de la época actual (como las policíacas y de misterio). Estos temas nos gustan mucho porque hacen que siempre tengas ganas de continuar leyendo, porque siempre pasan cosas interesantes que son de acción. También nos gustan porque normalmente ganan los buenos y los caballeros o porque siempre acaba descubriéndose el misterio. Otras novelas que también nos gustan mucho son aquellas en las que el protagonista es un chico o chica joven, como nosotros, porque así podemos saber mucho mejor lo que piensa y siente. Pero sobre todo nos gustan si hablan de problemas que nos preocupan, por ejemplo,  del problema de las drogas o el tema de la esclavitud infantil. Los cómics nos gustan todos: los de violencia, los de humor, los de aventuras... Los cómics son mucho más fácil de leer que las novelas, y eso siempre está bien. Tienen muy poca letra y van acompañados de dibujos que muchas veces son geniales. Sólo tienes que pasar por el quiosco o por la biblioteca de tu instituto o de tu pueblo y descubrirás la variedad que tienes».


Mundo de Tinta
       Paralelo al fenómeno mundial Harry Potter en el año 2003 la narradora alemana Cornelia Funke publicaba Corazón de tinta e iniciaba, así, una trilogía en la que el mal de los libros puede cobrar vida gracias a la capacidad lectora de los protagonistas de esta asombrosa historia. En realidad, en esta primera entrega, cuenta la historia de la niña Meggie que vive con su padre, un extraordinario encuadernador de libros, que una noche es visitado por un ser no menos extraordinario que responde al nombre de Dedo Polvoriento. Cuando esto ocurre, padre e hija cerrarán su casa y viajarán al sur, hasta la casa de una pariente lejana, la tía Elinor, un personaje no menos extraño que los anteriores, aunque propietaria de una de las más fabulosas bibliotecas que jamás hubiera visto antes Meggie. Hasta aquí el planteamiento de la historia n o podría ser más sugerente, pero la aventura de la niña con los libros no terminará con esta visita sino que será el inicio de la auténtica aventura a la que se enfrentarán ella y otros personajes a lo largo del libro. La vida de Maggie ha estado, desde siempre, rodeada de palabras y lo que Cornelia Funke pretende hacerles ver a los niños es, precisamente, la «magia de las palabras» y sus consecuencias últimas, es decir, cómo a través de la lectura de los libros podemos llegar a ser verdaderos magos, como Mo, el padre de Meggie, capaz de dar vida a los personajes de los libros cuando lee en voz alta; tal vez por eso, Capricornio, uno de los malvados de la historia, quiere tener en su poder ese libro que tanto esconde el padre para volver a su mundo.
               Corazón de tinta (ya está en su 9ª edición) como relato infantil o juvenil no descubre nada nuevo, es la prolongación de un mundo mágico anterior, pero tal vez, sí insiste magistralmente en ese concepto que se le supone a la buena literatura, esto es, la lucha permanente entre ese mundo de la ficción y ese de la realidad o lo que supondría algo más, esa eterna visión entre el origen del bien y del mal que sustenta a muchos de nuestros relatos más clásicos.

       Dos años más tarde, en el otoño de 2005, aparecía Sangre de tinta y continuaban las aventuras de Meggie, Mo, Dedo Polvoriento, y muchos otros personajes que se sumarán a una historia mucho más compleja y en la que Orfeo, un lector casi tan bueno como Mo o Meggie, llevará a Dedo Polvoriento al Mundo de Tinta, tras diez años fuera de casa, pero no permite a Farid, muchacho al que Mo había sacado de Las Mil y una Noches, acompañarle en su viaje. Después, el libro caerá en manos de Basta y Mortola, el siervo y la madre de Capricornio.  Farid corre a casa de Elinor, donde ahora viven también Darius, otro lector,  Meggie y sus padres, para contárselo y rogarle a la niña que lo transporte también a él al Mundo de Tinta para prevenir a Dedo Polvoriento. Pero Meggie decide acompañarle, dejando a sus padres solos. Es, entonces, cuando empiezan las aventuras en el Mundo de Tinta y se suceden fantásticos episodios en lugares encantados como  el Castillo de la Noche y el Campamento Secreto. Unos dos millones y medio de ejemplares se han vendido de esta segunda parte que en España va por su 4ª edición.     
       Ahora se termina la trilogía con Muerte de tinta (2008) y sombras negras cubren Umbra... Solamente han pasado pocas semanas desde que las mujeres Blancas se llevaran a Dedo Polvoriento con ellas. Meggie y sus padres viven en una finca abandonada y pacífica que les hace casi olvidar las pesadillas que pasaron en el Castillo de Noche. Pero cuando oscurece y Meggie mira impaciente por la ventana esperando a Farid, escucha el grito de un grajo... Y entonces es cuando su padre desaparece en el bosque y se une a unos ladrones para volver a vivir nuevas experiencias... El Príncipe Negro y el Hombre Fuerte hacen su aparición, se avecina el peligro y todos se esfuerzan para que desaparezcan las sombras amenazantes y el pueblo pueda volver a vivir en paz. Y también vuelve Farid que trabaja para Orfeo y otros personajes de las historias anteriores, el príncipe Negro, Fenoglio que utilizará las palabras para luchar, sobre todo, contra Orfeo, Piper y otras muchas criaturas que seguirán la fantástica tercera parte de las aventuras que no defraudará a ninguno de sus lectores. La narradora alemana ha declarado que el libro, de alguna manera, expone como alguien es capaz de sobreponerse al sentimiento de la muerte en un ser querido y por una pura coincidencia del destino, cuando el libro ya estaba terminado, aunque no publicado, Cornelia Funke perdió a su marido. Esa experiencia directa con la muerte le hizo pensar que tendría que reescribir mucho, pero al revisar las pruebas de imprenta optó por no cambiar casi nada, tuvo la sensación de que con su escritura se había preparado inconscientemente para elaborar el concepto de la muerte en  su marido.


La autora
       Conelia Funke (Dorsten, Alemania, 1958) es una afamada ilustradora de libros infantiles. En España había publicado anteriormente, El jinete del dragón (2002). Sobre ella, la crítica especializa española ha escrito algunas notas acertadas como la siguiente: «Funke tiene imaginación, sabe narrar con fluidez, se preocupa de explicar el porqué de todo lo que pasa, crea personajes con alma, tiene don para los diálogos chispeantes, conoce las fuentes de la fantasía y es capaz de llevar su feliz idea argumental hasta el final, sin que decaiga nuestro interés, sin defraudar las expectativas que crea. Una maravilla». Parte de sus vivencias las había experimentado la niña Funke camino de la biblioteca de su pequeño pueblo, situado en la Wesfalia alemana, de la mano de su padre, cuando ambos realizaban largos paseos, cruzando puentes, por caminos sinuosos, que acababan en una escalera que se asemejaba a un inmenso árbol coronado por una fantástica casa en su copa más alta. En su Alemania natal trabajó como guionista de televisión y terminó en la escritura fantástica. En la nota bibliográfica que acompaña a voluminoso Corazón de tinta (2004) se enumeran libros como Alí Babá y los cuarenta ladrones, Peter Pan, La historia interminable, La princesa prometida, El viento en los sauces, El libro de la selva, La isla del tesoro, El Señor de los anillos, Las aventuras de Tom Sawyer o Una historia de la lectura, de Alberto Manguel. Cabría pensarse, pues, que este es un libro sobre otros libros o un libro dentro de otros muchos libros e incluso que, en realidad, en el mejor de los sentidos, es un viaje al mundo de los libros. Quizá por todo esto, esta afirmación sea la más acertada porque la historia que cuenta esta autora germana tiene mucho que ver con el mundo de bibliotecas maravillosas y fascinantes. Afincada en Los Ángeles, allí murió su marido hace un par de años, y vive con sus dos hijos Ben y Anna y un perro, Luna, que está igual de loco que algunos de los personajes de sus novelas.  Para ella, su nueva casa en Beverly Hills, un lugar lleno de encanto, entre magnolios y mucha vegetación, le facilita la paz necesaria para escribir todos los días.
       Aventura, fantasía, magia, bastante humor y no menos suspense conforman los ingredientes de la literatura de Cornelia Funke, en la que tampoco es raro encontrar dragones, castillos y fantasmas. La bibliografía en España, editada por Siruela, es muy amplia, El jinete del dragón (2003), Potilla y el ladrón de gorros (2005), ¡Apártate de Mississippi! (2006), Cuando Papá Noel cayó del cielo (2006), No hay galletas para los duendes (2007) y Dos brujitas salvajes (2007).
       Cornelia Funke risueña y jovial, impredecible, vive las aventuras con sus lectores desde una soleada California, en medio del cañón de Coldwater, donde ha encontrado su refugio y la fuerza para seguir inventando ese universo visible como una vivero de imágenes y símbolos a los que la imaginación otorga el puesto que merece.

domingo, 11 de junio de 2017

Curiosidades



Elena Soriano, 100 años.






4 de febrero de 1917
Fuentidueña de Tajo, Madrid.


       2 de diciembre de 1996
Madrid.

sábado, 10 de junio de 2017

Francisco Núñez Roldán



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NATURALEZA          
       La naturaleza ofrece el marco adecuado para ambientar una novela donde la intriga policíaca es otro de sus elementos fundamentales y, además, lleva al lector hacia una visión diferente de ese compromiso con el medio, que tras una lectura afortunada resulta aun más humana y noble. Cazar al cazador (2008), de Francisco Núñez Roldán, obtuvo el V Premio Corpus Barga de la Diputación de Córdoba, y cuenta el asesinato de un guardabosques en las estribaciones de las sierras que dividen a las provincias de Granada y de Málaga, mientras es observado por una familia de azores y cuyas vivencias posteriores se irán intercalando entre la narración que Núñez Roldán diversifica en varias historias: la de los jóvenes furtivos que actúan a despecho del medio ambiente, un aparente romance entre la jueza y el teniente encargado del caso, el enigmático personaje de Gustavo Contreras, un naturalista retirado y el inglés Edward Morris, un novelista de historias románticas, y, sobre todo, Salvador el guarda de la sierra y Elisabeth Scott que regenta un alojamiento rural. Algunas se muestran como almas perdidas de las que, indudablemente, se sirve el novelista para plantear una haz de historias tan creíbles como amenas, repletas por añadidura de algunos de los mejores mensajes que pueden desprenderse de este libro: el respeto a la libertad como la mejor de las opciones que nos proporciona la vida y el amor hacia todas las cosas que siempre triunfa. 





CAZAR AL CAZADOR
Francisco Núñez Roldán
Sevilla, Algaida, 2008

viernes, 9 de junio de 2017

Natsume Soseki



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UN CLÁSICO JAPONÉS
       La literatura tiende a universalizar temas y personajes de Oriente a Occidente, despliega el buen quehacer de autores cuya proyección sobrepasa fronteras. Natsume Soseki (Tokio, Japón, 1867-1916) está considerado un clásico en el país nipón, autor de novelas como Yo, el gato (1905), La torre de Londres (1906) y Kokoro (1914). Su relato más celebrado Botchan (1906), ha sido traducido por José Pazó Espinosa y editado, primordialmente, por Impedimenta.
       La novela cuenta la vida del niño Botchan y sus peripecias como joven profesor en un pequeño instituto de provincias. Con una irónica visión y un sarcástico humor crítico, Soseki, desvela muchos aspectos de la cultura japonesa, sobresale en esa profunda mirada sobre la condición humana, recuerda lo mejor de las novelas picarescas o esos extraños personajes protagonistas de El guardián entre el centeno y  Huckleberry Finn. Escrita durante era Meiji, época en que la civilización nipona experimentaba una profunda transformación hacia el mundo occidental. En Botchan se cuantifica sobre las costumbres, la economía, la política y la cultura. El joven e ingenuo Botchan se enfrentará a un mundo, de alumnos y profesores, cuya picaresca sobrepasa los límites de esa condición humana más escéptica y desconcertante.







BOTCHAN
Natsume Soseki
Madrid, Impedimenta, 2008
      

jueves, 8 de junio de 2017

Jorge Carrión



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LA OTRA PUNTA DEL MUNDO
              
       Jorge Carrión (Tarragona, 1976) es, en una definición categórica, un viajero diferente que otorga al espacio visitado otra dimensión al tópico turista. Y así lo confirmó en una entrega anterior, La brújula (2006), en gran medida, un desplazamiento tanto físico como literario para viajar por la rutas geográficas más insospechadas: África, América Latina o el norte y sur de una China, distinta. Con esta nueva entrega, Australia. Un viaje (2008) consigue, desde las antípodas mismas, elaborar un nuevo concepto de viaje para el siglo XXI, mezclando, como es habitual en él, literatura y realidad, experiencia y viaje, en esa extraña capacidad suya de seducción con que nos transcribe los más de tres mil kilómetros recorridos por la costa este australiana e investigar, día a día, la huella de la emigración española, iniciada tras la segunda gran guerra y, sobre todo, en los 60. Mezcla así, Carrión, diario de camino con esa indagación migratoria para comprender de alguna forma esas señas de identidad muy al estilo del mejor Goytisolo; otras noticias confirman la aventura, la fundación de un monasterio benedictino, una ciudad llamada Cervantes o, la indudable huella de esos síntomas de nostalgia que se mezclan en las páginas de un libro cargado de deseos hacia una tierra lejana: España. Sirven estas páginas, además, como instrumento válido y necesario para apelar a esa zona intermedia que propone el autor: periodismo y relato de viajes porque con su actitud muestra un inconfesable matiz que preserva siempre la auténtica literatura.







AUSTRALIA. UN VIAJE
Jorge Carrión
Córdoba, Berenice, 2008

martes, 6 de junio de 2017

León Felipe



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ME ENTREGO AL VIENTO
              
       En los años 70 los jóvenes universitarios leíamos con denostado interés autores que, de alguna manera, habían sido sacrificados durante el régimen franquista: uno de ellos era, sin duda, León Felipe, y por nuestras manos circulaba su Antología rota (1947), selección de poemas, editada por la mítica Losada (1957),  que llegaría a un gran número de lectores en España, entre otros, a nosotros, estudiantes universitarios en las aulas granadinas.
       León Felipe (Tábara, Zamora, 1884- México D.F. 1968) fue, durante mucho tiempo, el poeta más popular del exilio español y el portavoz de esa España peregrina. Como siempre se ha señalado, el zamorano vivió entre su amarga experiencia del exilio y el tremendo dolor de verse sumido en el olvido y desconocido por las generaciones que tras la guerra necesitaban restituir algunos de los valores perdidos en la contienda. La editorial Cátedra, en edición de Miguel Galindo, edita y actualiza, en un volumen, Antología rota, que en palabras de su editor reproduce la primera de Pleamar (México), colección dirigida por Rafael Alberti; se incluyen, además, los «Nuevos Poemas» incorporados en la reedición de 1957, así como las adiciones de Nueva antología rota, de 1974. Lo que el lector y el estudioso se encuentran en esta edición es la suma de los tres libros, más las inclusiones que provocaron la nueva obra producida por el poeta a lo largo de los años. En la extensa y documentada Introducción, Miguel Galindo, repasa la actualidad del poeta, y esa obligada referencia a una época de la historia reciente sobre la que aún no se ha escrito la última línea. El estudio se detiene en la vida singular del poeta, su relación con la poesía, sus vivencias antes y después de la guerra, su posterior amistad con Larrea en el México del exilio y, sobre todo, esa proyectada estela que produjo el intimismo poético adquirido en poetas como, Dámaso Alonso, Blas de Otero y toda la generación de los 50.
       Poeta comprometido, sus versos se tornan urgentes, propagandísticos, agitados, circunstanciales, ensaya arengas públicas y escribe romances para ser recitados ante un auditorio masivo. Es el suyo un discurso consciente que formará parte de la formación ideológica de las jóvenes generaciones. Quizá por eso hay que asegurar que, en la década de los 40, muy lejos ya la obra publicada en España de Felipe, es en México donde se despierta el interés por realizar una segunda antología (la primera data de 1935) y se califica de «rota» por ese concepto esgrimido por el poeta, «de obra coyuntural por el desconocimiento de una obra y una vida»; en esta antología estará «todo» León Felipe, desde sus Versos y oraciones (1920) a Ganarás la luz (1943), y así habrá que verla más de sesenta años más tarde.






ANTOLOGÍA ROTA
León Felipe
Edición de Miguel Galindo
Madrid, Cátedra, 2008.

lunes, 5 de junio de 2017

Adiós a Juan Goytisolo



Muere el escritor Juan Goytisolo a los 86 años en Marrakech

El narrador barcelonés obtuvo en 2014 el Premio Cervantes

Fue autor de novelas como Señas de identidad, Juan sin tierra o Makbara

 

 








    6 de enero de 1931, Barcelona
 3 de junio de 2017,Marrakech

domingo, 4 de junio de 2017

Desayuno con diamantes, 112



OBRAS COMPLETAS DE MIGUEL DELIBES

       Galaxia Gutenberg/ Círculo de Lectores inician la publicación de las Obras Completas de Miguel Delibes, en VII volúmenes, que recogerán la totalidad de la obra publicada por el vallisoletano. La edición de lo que puede considerarse la obra definitiva, ha sido supervisada por el propio autor.

Pedro M. Domene                                                   

      
                                                                                  En el primer volumen de las Obras Completas de Miguel Delibes se afirma que el escritor vallisoletano ha sabido conciliar la hondura y la claridad en su obra, ganándose el favor no solo de la crítica más exigente sino también de una amplia masa de lectores atentos y agradecidos. Al cuidado de Ramón García Domínguez, Ediciones Destino y Círculo de Lectores, proyectan publicar en siete volúmenes la totalidad de la obra que incluye, al novelista, el cazador, al periodista, el ensayista, el viajero o aquellas páginas de recuerdos que se integran con  rigor e integridad en sus textos narrativos. El periodista comprometido con la sociedad de su época y de su tiempo, el cronista y el viajero, el ensayista, así como el hombre de campo, aficionado al deporte de la caza y de la pesca en ese permanente compromiso con la Naturaleza.
                                                                                  Miguel Delibes es un teórico de la novela, el mejor ejemplo de quien a lo largo de su vida ha ejercido de comentarista político, de sociólogo, de zoólogo, de crítico deportivo, de defensor de la pureza del lenguaje, pero sobre todo de notario de la vida española en los últimos cinco decenios. Este escritor de 87 años, nacido en Valladolid en 1920, quien se autocalifica de «hombre huraño, enemigo de protocolos, protagonismos y aglomeraciones», ha dado a la imprenta más de medio centenar de una obra variada entre, novelas, relatos de viaje, experiencias de caza o ensayos de todo tipo. En el otoño de 1982 recibía el Premio Príncipe de Asturias, en mayo de 1991 el Nacional de las Letras Españolas y en abril de 1994 el Cervantes, un premio que calificaba, cariñosamente, como «castigo para alguien que está finalizando su carrera de escritor». Ahora, de alguna manera, ordena y establece los textos definitivos de lo que será su Obra Completa que ha quedado de la siguiente manera: El novelista, I (1948-1954),(La sombra del ciprés es alargada, El camino, MI idolatrado hijo Sisí, La partida, Anexo: Aún es de día) II (1955-1962(Diario de un cazador, Diario de un emigrante, Diario de un jubilado, La hoja roja, La barbería), III (1966-1978), (Cinco horas con Mario, Parábola del náufrago, El príncipe destronado, Las guerras de nuestros antepasados, El disputado voto del señor Cayo, Cuentos: Viejas historias de Castilla la Vieja, Tres pájaros de cuenta y 24 cuentos más) IV (1981-1998), (Los santos inocentes, Cartas de amor de un sexagenario voluptuoso, El tesoro, Madera de héroe, Señora de rojo sobre fondo gris, El hereje), El cazador), El cazador V (La caza de la perdiz roja, El libro de la caza menor, Con la escopeta al hombro, La caza en España, Aventuras, venturas y desventuras de un cazador a rabo, Mis amigas las truchas, Las perdices del domingo, El último coto, El fin de la perdiz silvestre), El periodista. El ensayista, VI (Vivir al día, El otro fútbol, De la censura de prensa en los años 40 y otros en sayos, Castilla habla,  Pegar la hebra, He dicho,1936-1950: Muerte y resurrección de la novela, La tierra herida, El sentido del progreso desde mi obra, Antologías comentadas, Castilla, lo castellano, los castellanos, Los niños, Adaptaciones teatrales, Cinco horas con Mario, La hoja roja, Las guerras de nuestros antepasados, Recuerdos y viajes, VII (Mi vida al aire libre, Un año de mi vida, Recuerdos y amigos, Libros de viajes, Por esos mundos: Sudamérica con escala en Canarias, Europa, parada y fonda, USA y yo, Dos viaje en automóvil: Suecia y los Países Bajos, Anexo: La Primavera de Praga).
                                                                                  Durante años, la crítica se ha esforzado en señalar que Delibes ha llenado un amplio espacio de la narrativa española actual, «porque su fórmula estética parece hecha a la medida de nuestro tiempo», como aseguraba, Cristóbal Cuevas, en 1991, pero más que a la técnica habría que atender en la obra del escritor vallisoletano a su lenguaje. El novelista convertido con los años en un excepcional comunicador, ha dominado el arte del lenguaje y su obra, basada en un puro anecdotario, ha sabido llenarse de la autenticidad de la vida: conversando con los amigos, en las tertulias y en el trabajo, con los campesinos de su querida Castilla, con los cazadores, con los pescadores, con la gente de la calle, teniendo, siempre, como trasfondo esa palabra viva. Ha sabido adaptarse a las modas literarias por las que, inevitablemente, ha pasado nuestra literatura en los últimos cincuenta años. Si su obra arrancaba de un realismo social, recogía el experimentalismo en los años sesenta y se abría a una definitiva apertura, tras una larga y férrea censura, en los setenta, Delibes supo en todo momento experimentar y construir unas historias que se han venido leyendo, inexcusablemente, a lo largo de toda la segunda mitad del siglo XX, por el valor de lo humano y de la propia iluminación que produce su escritura. Y aún hoy, desde su refugio vallisoletano de la capital castellana o en el pueblo burgalés de Sedano, el escritor puede volver, tranquilo, la vista atrás en esa doble revisión melancólica que ha supuesto gran parte de su vida, dedicada a una devoción que, convertida en oficio, le ha supuesto el reconocimiento definitivo de los lectores, de la crítica y de los estudiosos de la literatura que acuden a la cita de su lectura cada vez que uno de sus libros aparece en los escaparates de las librerías de toda España.

Etapas
                                                                                  Considerada como unitaria la obra de conjunto del escritor vallisoletano, la crítica, sin embargo, ha fragmentado su producción en sucesivos períodos que se concretan en los nuevos conceptos estructurales que se han venido sucediendo en la narrativa española de la última mitad del siglo XX, y de los cuales Delibes no ha sido ajeno. Hay que apuntar que todos sus libros parten de una visión de coherencia equilibrada del mundo. En su obra se distingue una Primera etapa, de un marcado subjetivismo, integrada por algunos de sus primeros libros, La sombra del ciprés es alargada (1948), Aún es de día (1949) y Mi idolatrado hijo Sisí (1953) que constituyen parte del primer volumen de la O.C. con una extensa  «Introducción» de Ramón García Domínguez y un «Prólogo» de Giuseppe Bellini,  quien afirma que Delibes actúa, en sus primeras novelas, como un cirujano en las más secretas dimensiones de sus personajes. Y pese al sesgo trágico de algunas de sus narraciones, se observa un velado optimismo frente al desarreglo del mundo y el menoscabo de los seres humanos; una Segunda, cuyo reflejo es el fuerte realismo social del momento, ese que inicia el escritor con una obra publicada en 1950, quizá una se sus más conocidas y más reeditadas, El camino (también incluido en vol. I de O.C.), a la que seguirán Diario de un cazador (1955), Diario de un emigrante (1958), La hoja roja (1959) y Las ratas (1962). Ese marcado carácter experimentalista con que despertaron los años sesenta, llevaron al escritor a un replanteamiento de su producción novelística que, siempre bajo la fuerza y el valor de la palabra, aún logrará interesar a lo largo de todos estos años: hoy resulta incuestionable el hecho de señalar que Cinco horas con Mario (1966) inauguró en su producción otra forma con que aglutinar unos procedimientos ensayados anteriormente y, que en esta obra, se acentúan por esa marcada actitud crítica y esa particular visión de las experiencias llevadas a cabo a lo largo de su vida como, posteriormente, han podido constatarse en la multiplicidad de libros escritos, por ejemplo, acerca de sus viajes, Europa, parada y fonda (1963), Por esos mundos (1966), USA y yo (1966), La primavera de Praga (1968), recogidos, en buena parte, en el volumen VII. Recuerdos y viajes, de la O.C.. García Domínguez asegura que «quien lea en la actualidad las crónicas viajeras de Delibes debe hacerse cargo de que el lector al que iban dirigidas era ciudadano de un país bajo dictadura, con muy escasas posibilidades de cruzar las fronteras como no fuera en calidad de emigrante, apremiado por la necesidad (...) con la perspectiva de los años transcurridos la relectura de las crónicas (...) tiene por incentivo principal, al escritor mismo, todo cuanto en ellas trasluce de su forma de pensar y de su personalidad». Pero lo más importante, al lector este puñado de libros, es lo que el propio Delibes afirma: «Estoy muy lejos de cualquier forma de narcisismo y por otra parte soy plenamente consciente de las limitaciones de mi personalidad literaria (...) cualquier desahogo intimista me repugna».
                                                                                  Los libros de caza, La caza de la perdiz roja (1963), El libro de la caza menor (1964), Con la escopeta al hombro (1970), que formarán parte del Vol. V, o aquellos textos en los que ha dejado traslucir parte de su propia existencia, Un año de mi vida (1974), Madera de héroe (1972), Mi vida al aire libre (1989), Señora de rojo sobre fondo gris (1991) o He dicho (1996).  A estas alturas, Miguel Delibes, nos ha ofrecido ya una producción tan congruente como definitiva, se ha convertido con los años en un privilegiado espectador del mundo. Los temas recurrentes en su producción han venido siendo la descripción del mundo rural, con apuestas tan críticas como las ensayadas en Los santos inocentes (1981) o El tesoro (1985) o la muerte, puesta de manifiesta en su primera novela y extendida a lo largo del resto de obras hasta llegar a El hereje (1998). En su producción, el léxico, ha venido a marcar una evolución estilística para llegar al dominio de un lenguaje que desembocará en las más variadas expresiones de la narrativa de los últimos años. De rica, precisa y variada, ha sido calificado su expresión; bastarían recordar algunos de los estudios dedicados a su obra, como por ejemplo los de Purificación Alcalá y Francisco Abad. En su primera obra, La sombra del ciprés es alargada ya podían registrarse algunas de estas características, muestra una excesiva abundancia de léxico culto, en consonancia con el empleo de un lenguaje literario y tradicional, pero, fundamentalmente, es a partir de la obra El camino cuando Delibes consigue una auténtica narrativa característica y un estilo que se adaptará al lenguaje de sus personajes, dependiendo del nivel en que se muestran; ocurre con Diario de un cazador y Diario de un emigrante, donde pueden leerse palabras como «cabrear», «jeta», «pela», «pitorreo» y un largo etcétera, pero su mayor logro hasta el momento se encuentra en Los santos inocentes, un texto en el que se alterna la expresión culta con la familiar, una expresión de sencillez y belleza al mismo tiempo.

Su última obra
                                                                                  En el trasfondo de nuestro espíritu existe, casi siempre, ese subconsciente que nos inspira, dentro del mecanismo del conocimiento, un proceso por el cual el saber se alía con la memoria para producir, desde un punto de vista erudito o crítico, el germen para una nueva creación. En este sentido, Delibes, ha sabido contemplar, esa realidad humana y vital de los pueblos y de las gentes de su tierra para ofrecernos, en el conjunto de su obra, las preocupaciones y afanes cotidianos de su existencia. Luteranos e inquisidores son retratados en la última novela ambientada en el Valladolid del siglo XVI, titulada, El hereje (1998). Una historia que reconstruye con cuidadoso rigor una etapa histórica muy conocida en aquella ciudad. Una obra ambiciosa por sus dimensiones, casi quinientas páginas, y por el asunto que trata, el auto de fe celebrado en la Plaza Mayor de la capital castellana contra 28 personas acusadas de herejía, algunas de los cuales fueron agarrotadas y quemadas vivas; unos meses más tarde se repitió una ceremonia similar en la que, de nuevo, 18 personas acusadas de ser protestantes fueron, igualmente, condenadas a muerte, entre ellas el doctor Cazalla, razón y motivo esencial de este relato novelado. Delibes vuelve al espacio geográfico de sus obras anteriores, aunque la ciudad de Valladolid es, en esta ocasión, la destinataria de una dedicatoria entrañable y el ámbito de referencia para fabular la historia de un comerciante de pieles y lanas, Cipriano Salcedo, y todos los conflictos que, en la época retratada, el reinado de Carlos V y los primeros años de Felipe II, se sucedieron en esta importante ciudad de la España Imperial: el fervor erasmista, el reformismo luterano y los acontecimientos que se sucedieron en torno a los correligionarios del teólogo y reformador alemán. Pero por encima del trasfondo histórico, profusamente documentado por Menéndez Pelayo y Juan Antonio Llorente, aparece la figura del protagonista, el joven Salcedo, habilidoso y emprendedor para los negocios como su padre lo había sido, pero de una complejidad humana mucho mayor, porque Delibes lo retrata como un hombre marcado por su orfandad materna, el despecho paterno y un posterior fracaso matrimonial, brillante ejemplo de comerciante avispado capaz de aumentar la considerable fortuna heredada por su padre. Cipriano Salcedo no es un personaje histórico, pero en torno a él se crea un evidente decorado poblado de otros muchos personajes históricos que conforman la historia contada, dotada de esa novelesca visión con que el escritor ha escrito el relato; por encima de todo emerge el discurso narrativo que resulta tan eficaz como acertado. Cipriano Salcedo es atraído por los razonamientos del doctor Cazalla y acaba participando en las actividades de éste y de su grupo, aunque la Inquisición los descubre muy pronto; en realidad, tanto Salcedo como Cazalla, representan la libertad de pensamiento de un pueblo donde la incultura garantiza la posibilidad de destrucción. La objetividad misma de El hereje se muestra en la vehemente mirada conque el escritor toca el tema de la religión, en su ética más profunda, y la herejía, en esa actitud rebelde que ennoblece a estos castellanos porque los actos que los llevaron hasta el patíbulo, no dejan de emocionar, aún hoy, al lector.
                                                                                  Hasta aquí El hereje se muestra como un compendio de toda la obra anterior de este excelente escritor que es Miguel Delibes, porque en esta voluminosa obra están algunas de las principales claves de su escritura: el individuo frente a la soledad y la independencia personal que caracterizan a muchos de sus personajes anteriores. Pero quizá el sentido último de esta novela pueda estar en la dificultad que presupone vivir de una forma honesta, de una forma igualitaria como, de hecho, se lo propusieron este pequeño grupo de herejes, unos hombres que quisieron ejercer su justificación por medio de una nueva fe y por eso estuvieron dispuestos a llegar hasta la muerte, como si, en realidad, de nuevo se tratase de desvelar el eterno sentido de las cosas, como si nuestra propia vida, únicamente, se justificase por nuestros actos y de éstos sólo quedara una mínima estela de nuestro paso por el mundo.
                                                                                  Miguel Delibes afirma, en un breve texto al comienzo de su O.C. que «dicho lo dicho, mi obra está concluida, y por tal la doy. Siempre con el beneplácito de mis lectores (...) a ellos y a cuantos se asomen ahora en las páginas de las Obras Completas, quiero agradecer sinceramente su benevolencia y fidelidad».