Vistas de página en total

martes, 30 de abril de 2019

285.000

     La no despreciable cifra de 285.000 visitas a lo largo de estos años, de amigos que se asoman a Acabo de leer...



lunes, 29 de abril de 2019

domingo, 28 de abril de 2019

Sabías que...



              «Si votar sirviera para algo, no nos dejarían hacerlo».
                                                                     Mark Twain


sábado, 27 de abril de 2019

Feria del Libro de Almería, 2019

Hoy empieza la Feria del Libro.

  El martes, 30 estaremos con Las ratas del Titanic, acompañado de Miguel Ángel Muñoz.

viernes, 26 de abril de 2019

Cuaderno en blanco, abril


Cuaderno en blanco



         Y ateniéndonos al refranero, esperamos un abril lluvioso, y algunos que otras efemérides literarias importantes: una que nunca debemos olvidar ocurrió el día 1 de abril de 1713, cuando se fundó la Real Academia Española por iniciativa de Juan M. Fernández Pacheco, Marqués de Villena, bajo el reinado de Felipe V, y la docta casa celebró su primera sesión el día 6 de abril de ese mismo año.

       Este luminoso mes me trae la lectura una curiosa novela que ya anunciaba, Habana año cero, de Karla Suárez, autora de una amplia muestra de narrativa contemporánea. La impresión de las primeras páginas ofrece una historia sólida y una agradable lectura.
       Abril me trae una visita con niños en esas edades que oscilan entre los 10 y 12 años, personajes que lo preguntan todo, se interesan por aspectos poco convencionales, y quieren saber cuánto ganas con los libros, cuánto tiempo tardas en escribirlos, y sobre todo si son muy gordos. Fue en el CEIP Tierno Galván rodeado de curiosas miradas durante una hora y celebrando actividades culturales y libros.
 


jueves, 25 de abril de 2019

Hoy invito a…


Carmen Canet*



Sin idealizaciones

       La antología Neorrurales viene a rememorar el tema clásico de la naturaleza de la mano de ocho poetas contemporáneos que han vivido en el campo
       El volumen recoge diez poemas de cada uno de estos autores, de tres generaciones, como Alejandro López Andrada, Josep Maria Rodríguez o Hasier Larretxea.
 

 
       “Nuestros campos se han quedado cada vez más solos. Y, a pesar de todo, la belleza de lo rural sigue indemne porque su viva imagen nunca ha desaparecido”. Con estas palabras escritas en la contracubierta por Pedro M. Domene (Huércal-Overa, Almería, 1954), crítico literario, novelista y ensayista, ya nos adelanta esta entrega, este libro titulado Neorrurales. Antología de poetas de campo, editado por la Editorial cordobesa Almuzara, en la colección  Berenice. El volumen recoge diez poemas de cada uno de estos autores, de tres generaciones distintas, que tienen como fondo el tema del campo: Alejandro López Andrada, Fermín Herrero, Reinaldo Jiménez, Sergio Fernández Salvador, Josep M. Rodríguez, David Hernández Sevillano, Hasier Larretxea, y Gonzalo Hermo.

       Es muy peculiar e interesante esta antología temática, esta selección que se nos ofrece con estos ocho poetas que escriben sobre la vida en el medio rural. Contiene un prólogo donde el antólogo nos conduce por la mejor literatura que desde sus orígenes, en la antigüedad clásica, ha tenido como escenario el campo, su paisaje natural. Un tipo de poesía que, como hemos señalado, ha estado presente en nuestra literatura siempre, y Pedro M. Domene nos acompaña en este paseo bucólico que nos lleva en volandas por paisajes renacentistas, barrocos y que se prolonga hasta nuestros días. Nos transporta por los grandes autores y grandes poemas de la historia, ya que nos evoca a escritores como Homero, Virgilio, Garcilaso, Fray Luis de León, Góngora, los neoclásicos, románticos, realistas, naturalistas, hasta el siglo XX con Unamuno, Antonio Machado, Azorín, Gerardo Diego, Aleixandre, Lorca, Miguel Hernández, Leopoldo Panero, Claudio Rodríguez, Félix Grande, Colinas o Llamazares.

      
Es una obviedad que estos entornos campestres y sus imágenes han tenido un declive, una penumbra tanto real como literaria. Esta antología viene ahora a rememorar este tema clásico de la mano de estos poetas contemporáneos que han vivido in situ sus experiencias en un escenario que incluye de todo, bueno y malo, y que por circunstancias sociales tiene otra mirada.

       Este volumen se estructura en tres partes, donde los distintos autores aportan diez poemas a la selección a cargo del antólogo. Es enriquecedor que a los textos de cada autor les anteceda una breve biobibliografía y una poética, en donde cada uno expresa su forma de escritura, complementando así su trayectoria.  Como ya nos apunta Domene: “La presente selección antológica convoca a los poetas cuyos versos ofrecen una amplia mirada y una particular visión sobre lo rural, o sobre el campo”. Estos coinciden en reivindicar todo lo relacionado con el paisaje agreste.

       Así, la de los más veteranos. Alejandro López Andrada (1957): “Un árbol de rocío es mi nostalgia,/ un haz de lejanía./ En mi recuerdo, / hojas de lluvia. Lenta, en los balcones, vuelve a hundirse/ y cae en las lilas/ como franela de ojos cenicientos”. Fermín Herrero (1963): “(…Aquí/ la altura es páramo/ y remanso –los hombres callan– pero/ el agua baja de los montes y su voz/ desnudándose al aire me traspasa. (…)”. Reinaldo Jiménez (1969): “Cuántas veces me salva tu sencilla/ enseñanza; ese don/ que a los ojos de aquel niño no fuera/ sino sólo una forma de descubrir  el mundo”. Pertenecen por edad cronológica a esa primera hornada que a través de sus versos hablan de una realidad distinta a la actual que reconstruyen, pues la han vivido.

       También, la de una generación intermedia. Sergio Fernández Salvador (1975): “¿Y qué ambición más limpia,/ mejor dotado premio que merecer cantarte,/ cenizoso abedul que entre dos prisas/ te cruzas en mi día?”. Josep Maria Rodríguez (1976): “Venía cuando niño/ con mi padre/ a este rincón del bosque./ ¿Quién dijo que el pasado ya no vuelve?”. David Hernández Sevillano (1977): “No busques en la niebla lo concreto./ Acércate hasta aquí sin alaridos,/ saboreando el zumo de las cosas menudas”. Autores que se sitúan en otro espacio, pero en donde lo agreste y natural es una elección de vida.

       Por último, los más jóvenes, Hasier Larretxea (1982) —“Escribir,/ la única manera de atravesar el valle/ sin pisarlo”— y Gonzalo Hermo (1986) —“Estoy aquí. En frente se encuentra el resto del mundo”—. Escriben su visión de espacios repletos de naturaleza viva.

       En este libro se aúnan la magia, lo idílico, el silencio, la quietud, el canto de los pájaros y el murmullo del agua. Es una invitación amable a abandonar la ciudad, al retiro de lo urbano, para respirar unos minutos el aire puro y de paso recargar energías. Es lo humano en armonía con los paisajes y entornos naturales. Es un trazo de mapa en una geografía agreste que siempre nos quedará.

 *Carmen Canet es escritora y profesora de Lengua y literatura. Su último libro es Luciérnagas (Renacimiento, 2018).

 





Neorrurales. Antología de poetas de campo
Selección e introducción de Pedro M. Domene
Editorial Almuzara (Berenice)
Córdoba, 2018
 

lunes, 22 de abril de 2019

Alejandro López Andrada


…me gusta
                                
 Silencio en mitad de la niebla

                            
       La autobiografía, las memorias y los diarios, cercanos al documento o al periodismo de investigación, son textos testimoniales, que según Michel Tournier conviene distinguir entre ficción y realidad. Si las primeras son intencionadamente creadoras, las segundas remiten a esa realidad externa vivida. La literatura se ha apropiado de la realidad sin necesidad de alterarla, o de rodearla de un mundo de ficción, y el concepto non-fiction sustenta a un libro que leemos como copia de la realidad, reportaje de la vida, como una historia novelada. Los elementos que contenga ese tipo de libro estarán fielmente tomados de la realidad, el autor no inventa nada. Intentemos, entonces, considerar que las biografías, los diarios y las autobiografías, principalmente de literatos, se convierten en géneros de ficción, en libros de literatura en los que sus autores, basándose en la realidad, han transformando parte de su vida en obras de arte, y como las obras de ficción ofrecen otras muchas posibilidades. En este sentido, la auto-ficción tiene como fundamento la identidad reconocible del autor, narrador y personaje del relato, y así se propone un pacto ambiguo, puesto que se combinan en esas prácticas narrativas las marcas de una auténtica ficción con la autobiografía, y lo que caracteriza a estas auto-ficciones es la mezcla y el juego por el cual la voz del yo recuerda y narra hechos reales y otros que, por extensión, convierte en ficción.
       Alejandro López Andrada recurre a un narrador confiable y sincero que expone su posición de verdad en el ejercicio de recuperación de su memoria, y en un libro como Los árboles que huyeron (2019) este concepto individual alcanza una amplia exposición de ese pasado español reciente, rememora un período histórico tópico instalado en la conciencia española contemporánea por cuanto supuso de alienante y contradictorio. Los textos de López Andrada se alejan de esa manera de narrar tan obvia como calculada, se arraigan en un borde extremo que restituye el pasado desde una perspectiva incómoda, aquella donde un niño o el adolescente se inscriben y ofrecen su particular visión de la historia cotidiana. Surgen así situaciones de firme compromiso frente a una textualidad dominante y se muestra ese claro lugar de exclusión para el niño, el joven o el incipiente poeta y escritor López Andrada, quien no deja de sentirse, otro y un extraño, en medio de una caracterizada violencia social, cultural o católica vivida durante ese prologado franquismo.
       El lector no encontrará en Los árboles que huyeron un texto autocomplaciente que tienda a evadir o soslayar ciertos episodios de una biografía herida por un prolongado tiempo de honda pesadumbre, tampoco deja de mostrar en sus páginas algunos de esos momentos de rara belleza en el devenir cotidiano del niño Alejandro o el fulgor adolescente del mismo cuando es capaz de hilvanar sus primeros versos ante el cariño y el oído atento de su madre, Victoria, una de las dos mujeres que conforman su vida; la otra Paqui, la madre de sus dos hijas. Será en una temprana juventud cuando sienta la llamada de la lírica en versos aprendidos en la escuela, el clásico Garcilaso, y también Chamizo y Gabriel y Galán, pero sobre todo, Vallejo, Machado, García Lorca, Hierro e Hidalgo. La suya será, en igual medida, ese despertar a una adolescencia repleta de guateques y los acordes de los grupos de moda de la época, Íberos o Bravos, Brincos y Mustang que inspiraban en el joven las primeras letras de canciones que ensayaban en La Ponderosa y no condujeron a nada porque entonces eran eso: unos auténticos críos  que exploraban nuevas sensaciones. Y luego el despertar sexual, y los primeros fracasos amorosos, y las decisiones importantes de la vida: los estudios y una carrera que alejara al joven López Andrada de la tienda que el padre regentaba en Villanueva porque los tiempos cambiarían y tendría que afianzar su situación en una vida más cómoda y placentera. Pero López Andrada amplia su perspectiva y su cómoda posición autobiográfica para rescatar su relación, profesional y personal, con algunos de los autores contemporáneos más renombrados, y otros que quedan en el olvido literario, no duda en descalificar a Castilla del Pino, o destacar su admiración por José Hierro, y amistad con Julio Llamazares, o su inspirada e idolatra estima por José Manuel Caballero Bonald y, sobre todo, Antonio Colinas, el autor de Un año en el Sur, enamorado de una Córdoba ancestral que un día conoció siendo un joven estudiante.
       El poeta y escritor cordobés se permite en Los árboles que huyeron responder de forma valiente a esas múltiples preguntas sin respuesta que nos hicimos cuando éramos niños o adolescentes, y que como personajes víctimas de un franquismo aún hoy, muchos años después, nos seguimos haciendo.









LOS ÁRBOLES QUE HUYERON
Alejandro López Andrada
Córdoba, Berenice, 2019; 222pp.






Efemérides literarias, abril


EFEMÉRIDES LITERARIAS/ CENTENARIOS DE 2019

   01 de abril de 1919, muere Dolors Monserdà i Vidal de Macià, escritora catalana.
     02 de abril de 1719, nace Johann Wilhelm Ludwig Gleim, poeta alemán.

 

miércoles, 17 de abril de 2019

Notre-Dame


Nuestra Señora de París

     Nuestra Señora de París (Notre-Dame de Paris, en francés) es una novela de Victor Hugo, publicada en 1831 y compuesta por once libros que se centra en la desdichada historia de Esmeralda —una gitana— , Quasimodo —un jorobado sordo— , y Claude Frollo —un archidiácono— en el París del siglo XV. Todos sus elementos —ambientación renacentista, amores imposibles, personajes marginados — hacen de la obra un modelo de los temas literarios del Romanticismo.

lunes, 15 de abril de 2019

Las ratas del Titanic en Cuadernos del Sur

     Ayer, 13.04.2019, aparecía en Cuadernos del Sur, firmado por Pilar Muñoz una reseña sobre mis ratitas.
Gracias a Pilar por su atenta lectura. 

domingo, 14 de abril de 2019

Seguimos navegando por 123 librerías

Las ratas del Titanic


¿Podrían viajar unas ratas en el famoso barco R. M. S. Titanic y vivir las mismas experiencias que sus pasajeros? ¿Se ocultarían estos pequeños roedores pasando desapercibidos o pudieron llegar a confundirse con los legítimos pasajeros de esta archiconocida travesía? ¿Qué peripecias vivieron todos estos insospechados compañeros de viaje? ¿Qué destino corrieron?
La historia la tenéis aquí, contada en estas páginas, y el final lo imaginaréis vosotros.

sábado, 13 de abril de 2019

Sabías que...




             “Creí que era una aventura y en realidad era la vida”.
                                                           Joseph Conrad

jueves, 11 de abril de 2019

De visita con los alumnos del Tierno Galván, en San Francisco, de Huércal Overa...

Allí charlamos sobre las ratitas, su mundo y su aventura en el Titanic.





De visita en un colegio


     Hoy, día 10, invitado por el CEIP. Profesor Tierno Galván y por Pilar, su bibliotecaria, estaré con los alumnos de este centro para hablarles de Literatura, de mi experiencia lectora, y de mi obra más reciente, Las ratas del Titanic, la aventura de unas ratitas y su curiosa aventura en el más lujoso transatlántico de todos los tiempos.


miércoles, 10 de abril de 2019

Zúñiga 100 años


Juan Eduardo Zúñiga ha cumplido ya los 100 años, 24 de enero de 1919.
       En 2005 publiqué, Cuento. 50 años de cuentos, en una colección titulada, Libritos sobre libros, de la malagueña Corona del Sur, donde un escueto panorama sobre la Historia del cuento, desde 1950 hasta 2000, y entre otras colecciones de cuentos, destacaba, por su importancia, y como parte de esa historia de la narrativa breve a ensayar, la publicación de Largo noviembre de Madrid, de Juan Eduardo Zúñiga, publicado originariamente en Bruguera, 1980 y 1982, a la que se añadiría posteriormente la de Alfaguara en 1990.

 

       El envío de este librito, de pequeño formato, a su autor en Madrid, motivó una breve carta que conservo tan amable como esclarecedora que el mismo Zúñiga me enviaba algunas semanas después.
       Esto es lo que afirmaba entonces el hoy centenario autor.


martes, 9 de abril de 2019

A veces ocurren estas cosas...


Pedro M. Domene: "La literatura infantil y juvenil supone un doble reto de exigencia y calidad por la sinceridad de sus lectores"

El autor huercalense reedita  'Las ratas del Titanic' con ilustraciones de Ernesto Lovera y publicada por Toromítico.

https://www.levanticodigital.com/articulo/cultura/doble-reto-literatura-menores-18/20190404230341001571.html?fbclid=IwAR3ITl6qrf51mg9t6ozABloQe31x3JdPvJBdZiwJaJwgGbWLsMArarffLXw


domingo, 7 de abril de 2019

Desayuno con diamantes, 146


HABLA FEDERICO


       El Nobel Juan Ramón Jiménez afirmaba que las entrevistas forman parte de la obra de un autor, y cuando se recopilan documentos escritos o sonoros, se añade a ese concepto de obra completa, como es el caso de Federico García Lorca, y “Cuando las lees todas y contrastas algunas cosas percibes que Lorca tendía a ser algo embustero en sus declaraciones. Pero, sobre todo, era un hombre ilusionado con su futuro, comprometido con la República. Un poeta al que aquí se le transparenta el ser humano”, afirma Rafael Inglada. La última entrevista concedida a Antonio Otero Seco, pocas semanas antes del crimen en Granada, el poeta afirmaba: “La poesía es algo que anda por las calles. Que se mueve, que pasa a nuestro lado. Todas las cosas tienen su misterio, y la poesía es el misterio donde tienen lugar las cosas. Se pasa junto a un hombre, se mira a una mujer, se adivina la marcha oblicua de un perro, y en cada uno de estos objetos humanos está la poesía”.

Entrevistas y declaraciones
       El volumen Palabra de Lorca: declaraciones y entrevistas completas (2017) ha sido el resultado, a decir de sus autores, el poeta malagueño Rafael Inglada y el periodista Víctor Fernández, de bucear en archivos hasta completar la visión de las declaraciones a la prensa del poeta granadino, tan abundantes como asombrosas, y ofrecer el contorno de un Lorca hecho de mil palabras que se cruzaron a lo largo de su existencia, cuando de alguna manera se contradecía, y en ocasiones sonaban a auténtico entusiasmo. Reúne ciento treinta y tres entrevistas, un tercio inéditas hasta ahora en libro, otras recortadas o abreviadas en publicaciones anteriores, que ahora aparecen en su versión original; algunas se publicaron tras la muerte del autor de Romancero gitano, puesto que habían quedado inéditas, y se recuperaron al difundirse la noticia de su asesinato: en España, en Argentina, en Cuba, en Uruguay, en Italia, en Francia, firmadas por Francisco Ayala, González-Ruano, Giménez Caballero, Indro Montanelli y Mathilde Pomès. En sus entrevistas, García Lorca dejaba una reflexión vital o devastada, con un fondo de luz vital que celebraba el oficio de tinieblas de su propia existencia repleta de contradicciones; anotaba sus impresiones sobre el resultado de la charla, sobre el periodista, sobre sus propias palabras. Rivas Cherif recuerda tres reportajes publicados en 1957, en el dominical del periódico mexicano Excelsior, confesiones íntimas del poeta en 1935: Yo no soy gitano, soy andaluz, castellano colonizador de Andalucía. Y no he conocido mujer”; era la primera vez que Lorca hablaba de su homosexualidad para un medio: “¿No te has privado tú de la otra mitad? Lo que pasa es que si es verdad lo que me dices es que eres tan anormal como yo. Que lo soy, en efecto. Porque sólo hombres he conocido; y sabes que el invertido, el marica, me da risa, me divierte con su prurito mujeril de lavar, planchar, coser, de pintarse, de vestirse de faldas, de hablar con gestos y ademanes afeminados. Pero no me gusta. Y la normalidad no es ni lo tuyo ni lo mío. Lo normal es el amor sin límites. Porque el amor es más y mejor que la moral de un dogma, la moral católica; no hay quien se resista a la sola postura de tener hijos. En lo mío no hay tergiversación (...) Pero se necesitaría una verdadera revolución. Una nueva moral, una moral de libertad entera. Ésa que pedía Walt Whitman”.



Fama y popularidad
       Poco antes de aquel agosto de 1936 había manifestado: “No busco la popularidad. Ella viene a mí. A veces me molesta. A un poeta no debe de interesarle la fama. Es una frivolidad”. En el prólogo a esta edición, el profesor Christopher Maurer explica: “No vayáis a buscar a García Lorca con un programa determinado ni con preguntas concretas. Dejadle hablar. Eso es. Dejadlo solo. Que se exprese con ganas. A tientas. De golpe. Con la tristeza que tuvo su valiente alegría”. Y el mismo hispanista señala que “la creciente popularidad de Lorca como poeta y dramaturgo en los años 20 y 30 coincide con el desarrollo y madurez del género de la entrevista en el mundo hispánico”. Temía a las entrevistas porque lo infantilizaban y convertían en algo exótico, aunque concedió muchas como se aprecia en la presente edición de Malpaso, publicadas en castellano, catalán, inglés, italiano y francés, y en ocasiones no exponía su realidad más íntima, e intentaba no crearse conflictos con autores, críticos, amigos y enemigos, aunque se atrevió con alguna opinión contundente, por ejemplo, a Valle-Inclán lo califica, en La Mañana de León de 1933, de “Detestable. Como poeta y como prosista. Salvando el Valle-Inclán de los esperpentos (…) maravilloso y genial, todo lo demás de su obra es malísimo (…)”. De Azorín, exclama: “No me hablen ustedes... Merecería la horca por voluble. Como cantor de Castilla es pobre, muy pobre. Viniendo ayer por tierra de Campos me convencí de que toda la prosa de Azorín no encierra un puñado de esa tierra única. ¡Qué gran diferencia entre la Castilla de Azorín y la de Machado y Unamuno!”.
       Sobre su poética, declara: “No he sido nunca poeta de minoría. He tratado de poner en mis poemas lo de todos los tiempos, lo permanente, lo humano. A mí me ataca lo humano, creo que es el elemento fundamental en toda obra de arte”. Y, a El Mercantil Valenciano en 1935: “Hoy no interesan más que dos clases de problemas: el social y el sexual. La obra que no siga una de esas direcciones está condenada al fracaso, aunque sea muy buena. Yo hago lo sexual, que me atrae más”. Durante su estancia en Nueva York cuenta que se alojó en un piso 16 “con los jugadores del famoso ‘team’ de ‘rugby’ universitario”. Le fascinaron sobre todo “los negros” pues “con su tristeza se ha hecho el eje espiritual de aquella América. El negro que está tan cerca de la naturaleza humana pura y de la otra naturaleza. ¡Ese negro que se saca música de hasta los bolsillos!” Wall Street –donde vio a seis personas suicidarse, por el crac bursátil– lo juzga “impresionante por frío y cruel. Llega el oro en ríos de todas partes de la tierra, y la muerte llega con él. En ninguna parte del mundo se siente como allí la ausencia total del espíritu (...) Horrible. Nadie puede darse idea de la soledad que siente allí un español, y más todavía un hombre del sur. Porque si te caes –por ejemplo– serás atropellado, y si resbalas al agua arrojarán sobre ti los papeles de sus meriendas. Esas son las gentes de Nueva York...”. Y alguna que otra opinión sobre el proceso de creación de sus obras. Acerca de El público, dice: “No sé si será muy representable en el orden material. Los principales personajes del drama son caballos”, en  El Heraldo de Madrid, 1930.
       Al músico Falla lo califica como “un santo... Un místico... Yo no venero a nadie como Falla... Allá en su carmen de Granada vive trabajando constantemente, con una sed de perfección que admira y aterra al mismo tiempo... alejado del dinero y de la gloria”. Y en su última entrevista, junio de 1936, Lorca se muestra profético: “Ni el poeta ni nadie tiene la clave y el secreto del mundo. Quiero ser bueno. Sé que la poesía eleva y creo firmemente que si hay un más allá tendré la agradable sorpresa de encontrarme con él. Pero el dolor del hombre y la injusticia constante que mana del mundo, y mi propio cuerpo y mi propio pensamiento, me evitan trasladar mi casa a las estrellas”.
       A falta de unas auténticas memorias, el conjunto, Palabra de Lorca, se acerca bastante a su biografía. Una invitación a seguir al poeta granadino desde su primer éxito teatral hasta su última entrevista, poco antes de convertirse en una de las primeras víctimas de la barbarie civil española.

Palabra de Lorca. Declaraciones y entrevistas completas; ed., de Rafael Inglada y Víctor Fernández; pról., de Christopher Maurer; Barcelona, Malpaso, 2017.

Hoy tomo café con…


Antonio Soler, Premio Francisco Umbral al mejor libro del año.


     Antonio Soler (Málaga, 1956) es uno de sus autores más importantes de la penúltima generación de novelistas españoles. Se dio a conocer con un libro de relatos, Extranjeros en la noche (1992) que le otorgó esa condición extraña de renovador de un campo literario un tanto rígido y yermo. Autor de trece novelas, entre ellas, Los héroes de la frontera (1995), Las bailarinas muertas (1996), El nombre que ahora digo (1999), Una historia violenta (2013) y Apóstoles y asesinos (2016). Con El camino de los ingleses (2004) obtuvo el Premio Nadal, y su novela más reciente, Sur (2018) ha obtenido la VIII edición del Premio Francisco Umbral al mejor libro del año.


¿Subyace tanto en su vida como en su literatura una mirada pesimista del mundo?
       Racionalmente observo el universo. Dentro de esa realidad la historia del ser humano es breve, algo fugaz y misterioso al mismo tiempo. Eso me provoca pensamientos a la vez pesimistas y también remotamente optimistas. Acercando más el objetivo, lo mismo me ocurre al mirar a mi alrededor. Enfermedades, desgracias, muertes, actos irreparables y alegrías, momentos llenos de plenitud, satisfacción por vivir y luego vuelta a la noria. ¿Eso es ser pesimista? A mí me cuesta ponerme etiquetas. Tal vez sea un pesimista que trata de sacarle el mayor jugo posible a la vida.

¿Sus novelas quieren ser esa imagen completa de la vida misma?
       Sí, es lo que pretendo, dejar constancia de esa amalgama. Poner el foco en las zonas penumbrosas de la existencia, de lo que es menos evidente o dejamos en una región de claroscuros.

¿Había llegado el momento de escribir una novela que se desarrolla en apenas un día y desde la perspectiva de su estructura resulta tan compleja como Sur?
       A lo largo de más de treinta años he ido adquiriendo oficio, no podía ser de otro modo. En todo este tiempo he ido indagando en las diferentes formas expresivas de la escritura, no repitiéndome, explorando. Esa experiencia me ha hecho posible esta especie de doble salto mortal. Condensar muchas vidas en un corto espacio de tiempo, un corte medular en una ciudad contemporánea.

Sur (Galaxia Gutenberg, 2018), tiene quinientas páginas y más de doscientos personajes, ¿todo un alarde para ensayar diversas técnicas narrativas?
       Sí, continuando con la reflexión anterior. He desarrollado diferentes técnicas narrativas –tercera persona, primera, monólogo interior, flujo de conciencia, diario- y además elementos de la publicidad, radio, whatsapps, para reflejar todas las voces de una ciudad, de una serie de personajes que se expresan de modos muy diferentes y al mismo tiempo reciben mensajes también muy diversos. Algo que sencillamente nos ocurre en cuanto ponemos un pie en la calle.

Las primeras líneas de Sur ofrecen una imagen impactante, ¿su literatura pretende ser muy cinematográfica?
       No, no lo pretendo en absoluto. Precisamente creo que esta novela es una reivindicación del género novelesco, de muchas de sus posibilidades. El lenguaje tal vez sea el verdadero protagonista de Sur. Otra cuestión es que en mis novelas siempre haya elementos sensoriales y que estén muy presentes. Incluidos los elementos visuales. Eso puede llevar al lector a visualizar lo que está leyendo, a recibir muchas imágenes. Pero no porque el lenguaje que uso tenga nada que ver con el cinematográfico. Diría que es todo lo contrario. He trabajado como guinista y diría que un lenguaje y otro están en las antípodas.

Su novela quiere ser ¿un recorrido vital?
       Puede que tenga bastante de eso en cuanto a que supone la expresión de todo tipo de experiencias acumuladas, como escritor, como lector y desde luego como ser humano que tiene un recorrido vital ya de cierta dimensión.

¿Quizá hablamos de su texto más autobiográfica?
       Seguramente sí, si entendemos lo autobiográfico no como la reproducción de hechos o anécdotas que el autor ha vivido en sus propias carnes. Pero sí lo es desde el punto de vista que he incorporado muchos personajes que he conocido a lo largo de mi vida o de los que he tenido noticas muy directas. Naturalmente, esos personajes y las situaciones que vivieron están manipulados, pasados por el filtro de lo literario.

©Tofiño.
  
Drogadictos, músicos, parados y tarambanas, médicos y empresarios, incluso una curiosa beata, ¿la esencia de esos personajes con que uno se cruza a lo largo de toda una vida?
       Sí, eso es. Como antes decía Sur trata de reflejar la vida de una ciudad y en la novela aparecen personajes d emuy distintos ámbitos sociales y culturales, gente de edades muy diversas, cada cual con sus fantasmas, sus deseos y su realidad. Gente normal, aunque habría que saber qué es eso de la normalidad, porque cuando aplicamos la lupa, cuando accedemos a lo que hay detrás de la frente de cada uno de nosotros, aparecen cosas bastante extrañas.

Su historia transita por diferentes lenguajes, los populares o cultos, incluso incluye las nuevas tecnologías, ¿evidencian, de alguna manera, el puzzle con que construye estos personajes?
       Es, como comentaba antes, un intento de reproducir las distintas voces que conforman el mundo de hoy. Y naturalmente, por la boca muere el pez. Quiero decir, que el lenguaje que usan los personajes acaba por ser un elemento definitorio de ellos mismos. Somos lo que hablamos, somos nuestro lenguaje.

Y luego, de fondo, a lo largo del texto ¿estaría el deseo sexual y sensual de sus personajes?  
       Si, usando como lejana referencia El diablo Cojuelo, Sur es un intento de levantar los tejados y ver quiénes son los otros, con quiénes vivimos, es decir de desvelar lo que hay dentro de cada cual, el sexo es una parte importante de eso que está velado o no expresado a la luz del día.

No despistemos al lector pese al moribundo cubierto de hormigas de las primeras páginas, ¿no se trata de una novela negra, verdad?
       No, en absoluto. Esa imagen, sacada como otras de la realidad, de algo que me contó una amiga involucrada en ese caso, va a ser importante para narrar la historia de uno de los principales ejes de la novela, pero de inmediato vemos que no tiene nada que ver con el género negro, que sí está en la novela como parodia, cuando una anciana algo desmemoriada narra un antiguo crimen a lo largo de unas cuantas páginas. Un cuento dentro del cuento, algo muy cervantino.

¿El humor prevalece frente a la amargura y desolación que experimentan sus personajes?
       No diría que prevalece, sino que existe. No hay tesis. Hay un intento de reproducir la realidad. Y la realidad está hecha de amargura, de desolación, de calma, de sosiego, de sexo, de humor. ¿Quién no ha visto en un funeral a alguien reír y a alguien contar un chiste o mirar a alguien con deseo? La comedia humana.

Abundan los guiños literarios, un autorretrato, el atleta, amigos escritores, y personajes que se parecen a gente que usted haya conocido, ¿esa realidad vivida a diario?
       Hay muchos juegos dentro de la novela. Sur es un juego literario. Como antes decía, hay una parodia del género negro, hay dos personajes, músicos callejeros, uno de ellos yonqui, que son un trasunto de Quijote y Sancho, con referencias a la Dulcinea del yonqui, a la Barataria del cantante, palabras en gaélico sacadas de Ulises, de Joyce, frases de la Biblia, referencias a amigos escritores, homenajes. El lector que quiera puede reparar en eso y el que no puede seguir la narración sin que esas referencias sean un obstáculo.

Como en otras grande novelas precursoras,  ¿Sur quiere ser la representación global de una ciudad, la Málaga que usted bien conoce?
       La ciudad donde todo transcurre, salvo una escapada de ida y vuelta a Madrid, es Málaga, aunque la ciudad no esté nombrada. De todas formas, como mi intención no es localista, ese plano de Málaga puede levantarse y superponerse sobre el de cualquier otro lugar, porque esos personajes, por mucho que hayan estado cercanos a mí, transitan por todas las ciudades, no tienen una identidad ni malagueña, ni andaluza ni española, tienen que ver con este mundo sometido a las fuerzas y las tensiones contemporáneas.

¿Esta novela es para usted ese concepto barojiano de la lucha por la vida aunque se reserva cualquier querencia y ambición para próximos proyectos?
       El propósito es ese y me honra esa referencia barojiana. Y claro, hay ambición para próximos proyectos. No pretendo descansar ni hacer libros de tránsito.