Septiembre, 2024
Septiembre es el mes de los reencuentros, de una cierta normalidad tras un largo verano que, por caluroso ha generado cierta inquietud y desasosiego, y de silencios, esos silencios que, a veces, se agradecen y otros nos envuelven en una soledad absoluta. La vida cotidiana se retoma y, en ocasiones, recibimos buenas y malas noticias, otras agradables y de profundo calado, y en general respiramos porque la vida sigue su curso, a la espera de un final de año venturoso.
El mundo editorial retoma su curso, y las novedades asoman a los escaparates de las librerías, consagrados y noveles pugnan por encontrar un hueco en espacio literario.
Durante el verano se han mantenido mis dos novelas más recientes, Así empezó todo (2024) y la reedición en formato nuevo de El secreto de las beguinas (2024) que sigye cosechando lectores.
Como siempre ocurre, Raúl Maícas, de Turia, tan amable y buen amigo, me ofrece escribir para la revista turolense, y en esta ocasión escribiré sobre Nuria Labari, No se van a ordenar solas las cosas (2024), tengo un plazo razoable de entrega.
Llega el otoó y los días se vuelven grises, las mañanas frescas y las tardes se acortan, y así esperamos las lluvias, los vientos y los días raros de un tiempo otoñal que esperemos sea de felices acontecimientos. Así sea.
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