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jueves, 27 de noviembre de 2014

TRAVESÍAS



HISTORIAS DEL BOOM

     La escritura latinoamericana de los sesenta supo aprender de algunos de los mejores maestros del panorama narrativo universal, tanto norteamericano como europeo para construir lo que racionalmente se consideró la arquitectura de sus mejores novelas, así lo ha manifestado Mario Vargas Llosa para quien William Faulkner fue su maestro en el difícil juego de la cronología y el punto de vista; Gabriel García Márquez decidió crear su propio Yoknapatawpha y así convertir Macondo en ese espacio donde una sociedad derrotada aunque orgullosa que requería un futuro, no se atreve a dejar atrás el pasado, e inventa las vidas de coroneles que viven de las viejas glorias, se muestran dispuestos a iniciar nuevas batallas, aunque estas se desarrollen en sueños. Si Faulkner se convirtió en esa figura tutelar del boom, otros nombres pronto se adhirieron a larga lista, Virginia Wolf, Franz Kafka o James Joyce, cuyos juegos verbales sirvieron a Guillermo Cabrera Infante para sus primeras novelas, y también John Dos Passos, Henry James y el surrealismo francés, pueblan las páginas de Fuentes, Donoso y Cortázar.
  Luis Haars publicaba en 1966, Los nuestros, un voluminoso estudio aproximativo para captar la tendencias y las presencias de este nuevo grupo de autores que se abrían paso en una posibilidad literaria futura. Ahora lo reedita Alfaguara (2012). En sus páginas se habla de Alejo Carpentier, Miguel Ángel Asturias, Jorge Luis Borges, Joao Guimaraes Rosa, Juan Carlos Onetti, Julio Cortázar, Juan Rulfo, Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa. Y, en un epílogo con retracciones, apunta tras el primer fenómeno, los nombres de los jóvenes, Cabrera Infante, Garmendia o Moyano. 



                          Sábado, 19 de enero, 2013; pág., 8

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