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jueves, 11 de octubre de 2018

Poéticas de campo, 6



David Hernández Sevillano


Poética
       Para mí la poesía es una manera de mirar el mundo que nos rodea. A partir de esa mirada exterior aparece la magia, que es la identificación con los diferentes elementos que conforman ese mundo exterior. Es ahí donde uno se intuye. El siguiente paso, a estas alturas ineludible, es la mirada interna. Es acá donde uno se conoce y se puede construir. Por eso la poesía no deja de ser una búsqueda constante de las preguntas, cada vez más certeras, que nos ayuden a explicarnos.
       Según esta manera particular de entender la poesía, el mundo que rodea al poeta tiene un gran peso en su obra porque funciona de espejo. Y cuando me refiero al mundo que lo rodea me refiero a lo espacial, pero también a lo temporal; me refiero al ritmo de que se rodea en su vivir; las relaciones que establece; las circunstancias que lo han llevado a ser lo que es. En mi caso la naturaleza en cuanto a espacio y también en cuanto a ritmo tiene una importancia fundamental y añadiría que incluso en cuanto a elección de vida.
       Por tanto -y entendiendo que  los poemas surgen del vivir, del día a día y son un reflejo de la propia mirada-, mi escritura está indisolublemente unida a mis vivencias. Es por ello que en parte de mi poesía la naturaleza tiene un valor esencial como punto de partida del poema, como escenario a partir del cual el poema cobra aliento y se mueve y trepa y trota y gime y vive.
(De Neorrurales. Antología de poetas de campo; selección e introducción de Pedro M. Domene; Córdoba, Berenice, 2018; 156 pp.)





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