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miércoles, 31 de enero de 2018

José Lupiáñez



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MANUAL DE OFICIO

             
       En Laurel de la costumbre (1988), José Lupiáñez (La Línea, Cádiz, 1955), se refería al oficio poético como «algo trágico que alimentándose de los estados contemplativos se muestra marcado por una manera de sentir y estar en el mundo». Y así su obra compuesta por seis poemarios hasta este recuento de versos que fuera Laurel de la costumbre, estaba plagada de sensualidad clásica que se reforzaba con el evidente tono elegíaco con que enlaza la última propuesta del gaditano, este Número de Venus (1996), anunciado ya entonces y en cuyo «Pórtico» escribe tan contundentemente: «Yo también quiero ser como vosotros fuisteis, alguien raro que escribe sus versos al olvido y al frente de sus libros deja, porque ha vivido unas pocas palabras como unas rosas tristes».
       La realidad se vislumbra, tantas veces, como una auténtica metáfora y así hay que entender este poemario que se resuelve como un continuado ejercicio que discurre en dos dicotomías y desde ese mismo plano sensitivo: una primera que se concreta como un eje inminente y otro trascendente, para señalar un sentimiento poético, y una segunda, biografía  total en este homenaje a la verdad modernista que se supone es Número de Venus. Encuentra, pues, el lector en este poemario un sentido de profundo desencanto y por tanto de renuncia; algo que se configura como un compendio ejemplar de buen ars poétique, con que se inscribe en ese dictado de moral senequista que desprenden sus páginas, emulación de esa sabiduría humanista que recala, de igual modo, en el barroquismo de los clásicos hasta llegar al modernismo de la elegancia, del lujo, en ese simbolismo de una diversidad de dimensiones sensoriales, y así hablamos del hombre y del amor, del viaje y de la muerte, para desembocar en la preocupación única del poeta por el mundo, en este en el que realmente vive, en ese en el que cree o en el que crea, para aludir a la verdad de la existencia como esa reiterada pasión que el poeta muestra por la solidaridad humana, y poder enlazar con ese otro sentimiento que se vislumbra en el poemario, el de una biografía, en esa evolución sincrónica que el autor experimenta desde lo vivido y la experiencia misma que le ha llevado a ejercer de juez de toda una conciencia. Conseguirá el poeta, así, un equilibrio que oscila entre el impacto sensorial y la concreción de un léxico, barroco, de dificultad consciente, pero armonioso en cuanto a selección de valores, aliteraciones, encabalgamientos, reiteraciones verbales y lexicalizaciones codificadas que responden a un discurso generador de movimiento.
       O esa contraposición dialéctica que se presupone hoy entre pensamiento y emoción y que José Lupiáñez presenta como conflicto latente entre vida y muerte, como una suerte final en definitiva.






NÚMERO DE VENUS
José Lupiáñez
Ubago, Granada, 1996




Publicado en IDEAL / Artes y Letras, Sábado, 1 de junio de 1996; pág.VI.

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