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Una teórica normalidad
Guadalupe Nettel (Ciudad de México, 1973) creció en un ambiente de dominación mediática y violencia simbólica, trance que rompe barreras sociales, económicas y familiares, y se convierte en el retrato de la debilidad humana en su planteamiento esencial. La narrativa de Nettel se caracteriza por una curiosa visión de nuestro mundo, actitud que la mexicana divide entre lo cotidiano y lo extraño; en su novela El huésped (2006) se describe el adiós a la percepción de la vista, un curioso encuentro con el universo de los ciegos, la cara subterránea de la ciudad de México, y los personajes, incluida la gran urbe, se desdoblan en una confusión de reflejos, se mueven entre lo superficial y lo profundo, sin que el lector sepa el territorio que pisa; El cuerpo en que nací (2011) ofrece la visión de una psicoanalista, neutra e invisible, un escudo protector ante un desnudo interior, pero la historia no se llena de pudor o de sentimentalismo, refleja un descarnado rosario de recuerdos encadenados, dibuja una infancia y una adolescencia peculiares y, en definitiva, el retrato de toda una generación; en los relatos, El matrimonio de los peces rojos (2013), extraños y singulares vínculos unen a una abogada, un profesor de biología, una estudiante de doctorado, una violinista y un autor de teatro con animales de compañía, e influyen en las relaciones de pareja, o en los no menos complicados lazos de familia.
Nettel lleva tiempo investigando, a través de la escritura, la naturaleza de la concepción femenina, su propósito se ha convertido en un terreno literario de lo más fértil, la narradora despliega esa necesidad de cuestionar la impostada normalidad social, ahora entrega La hija única (2020) una novela que emociona por la sinceridad con la que refleja las diversas formas que adopta la maternidad en el universo femenino. La mexicana parte de un hecho real, un suceso cercano: a una amiga embarazada de ocho meses le diagnostican que su hija morirá al nacer; padece una anomalía neurológica, y a partir de esta confidencia, con el permiso de su amiga, Nettel entreteje dos historias paralelas de mujeres, ensambladas con el hecho de convertirse en madres, cuenta un relato poderoso que se aleja de tópicos convencionales porque Alina y su pareja, Aurelio, viven un doloroso episodio emocional tras tan devastadora noticia, y Laura, su amiga, se enfrentará a sus propios prejuicios sobre la maternidad en un escenario desconocido para ella, al tiempo que asiste al martirio que para su vecina Doris resulta la relación con su hijo, lastrada por la huella imborrable de la violencia machista. Las tres mujeres se enfrentan al mundo que otros decidieron para ellas, lo hacen propio, y a través de las relaciones que establecen, de sus necesidades y de sus sentimientos, Nettel configura un universo femenino universal, dispone de lo que realmente quieren las mujeres, con una profunda carga de feminismo, y sin un discurso previo ensayado fija su mirada en un entorno natural, observa un nido en su balcón, averigua que ciertas especies afrontan la crianza de modo colectivo, padres que cuidan de sus crías, una imagen de ese espejo de la madre naturaleza que confirma como la norma de la maternidad es algo inventado, existen mujeres, Alina, que deciden ser madres y otras, Laura, que optan por no serlo; Doris debe decidir sobre su propia vida. Nettel consigue que el lector cuando acabe de leer mire con extrañamiento el mundo que le rodea, liberado de ese cliché de una teórica normalidad.
La hija única
Guadalupe Nettel
Barcelona, Anagrama, 2020
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