VACÍOS
Nada más lejos de la explicación académica que acompaña a este libro al inicio del mismo para justificar, en alguna medida, su título, Inopia (2009), es decir, indigencia, pobreza, escasez. Se trata de una primera novela del almeriense, Juan Manuel Gil (Almería, 1979); y, por consiguiente, pura experimentación tras anteriores incursiones en la lírica. Es por consiguiente, un arriesgado texto de perspectivas narrativas muy variadas y cuyo análisis debe ser también múltiple. En alguna ocasión anterior me he referido a esa parte de la narrativa contemporánea que ensaya un tipo de relato fragmentario, una híbrida imbricación que propone una experimentación técnica en el terreno arquitectónico de la lírica, de la narración o aquellos otros géneros literarios cuya frontera aún estamos lejos de delimitar. Construidos con una variedad formal, técnica, estilística o temática, y narrativamente hablando a caballo entre el relato y la novela, con temas que sobresalen en el conjunto de muchos de los textos: las relaciones humanas y la sumisión que supone un conflicto de identidad o, incluso rozando, ese tipo de locura que lleva a los personajes a la soledad, la incomunicación o el miedo, un terror físico que siempre condiciona al ser humano.
En esta novela hay una historia o, mejor dicho, varias que, Juan Manuel Gil, combina y alterna de forma inteligente, para que el lector sepa en cada momento dónde se encuentra. El texto queda dividido en tres partes, dos breves «Extinción» y «Euforia» que, de alguna manera, funcionan como prólogo y epílogo del núcleo más extenso, «Inopia», que el novelista fragmenta en cien capítulos, numerados como si de una cuenta atrás se tratara, desde el 100 al 0, que sirven de núcleo principal a los sucesivos fragmentos de la historia que Gil nos quiere contar: el viaje de una pareja, Héctor, joven escritor y Lola, joven publicista, a Rimini, el trabajo de Sofía Carano, inspectora de la brigada criminal, el suicidio del ciclista Pantani, la historia del inmigrante Yassine Karach que busca su lugar en el mundo, incluido el amor, un bibliotecario obsesionado por clasificar a la humanidad como si se tratara de un libro o la recreación, en fragmentos de diario, de los últimos días de Pasolini. Sobresale el homenaje del poeta, del narrador Gil, a su tierra, a la costa mediterránea y al desierto, pero no es un relato localista, sino la constatación de una múltiple visión del concepto narrativo postmoderno que tanto han ensayado las jóvenes generaciones de narradores.
Divagaciones, voces, historias rotas, secretos a voces, en suma, escritos con un ritmo inteligente en el que se diversifica el propio secreto de esta singular escritura, como señala el prologuista, Enrique Vila-Matas, y califica este primer libro, cuya estructura y estilo se confabulan para mostrar el vacío de sus personajes, la desaparición de los mismos, arte en el que Vila-Matas es un auténtico maestro.
INOPIA
Juan Manuel Gil
Almería, El Gaviero Ediciones, 2008
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