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miércoles, 18 de octubre de 2017

Jesús Esnaola



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RECUENTO FINAL
              
       El concepto de microrrelato propone una forma discursiva nueva que sitúa sus límites en la expresión narrativa misma, y corresponde al eslabón más breve en la cadena del concepto general de narratividad. Durante décadas se hablaba de novela, novela corta, cuento, relato y microrrelato, este como una forma más de esa cadena, tanto es así que Irene Andrés-Suárez, lo define como “un texto literario en prosa, articulado entorno a dos principios básicos: hiperbrevedad y narratividad, factor que permite distinguirlo de otras modalidades prosísticas desprovistas de la sustancia narrativa”. La hiperbrevedad condiciona la trama, los rasgos formales, la temática, la economía narrativa, la elisión y la concisión, que resultan características esenciales de este tipo de textos. Quizá por eso, al microrrelato lo gobiernan leyes distintas a las de la literatura, se distingue por su concisión y su naturaleza elíptica, que Raúl Brasca define como “portentoso poder de sugerencia de lo no dicho cuando lo dicho ha sido sabiamente calculado”; y respecto a la narratividad, los conceptos estructurales oscilan entre un punto de partida, la temporalidad y la unidad temática, la unidad de acción y la causalidad. Al escritor de microrrelatos, según Merino, no le interesa del desarrollo, sino el momento climático de la historia, que lo diferencia del cuento más clásico, y contar con lectores con un estado mental muy particular, dispuestos a rellenar cuantos vacíos de información le proporcione un texto de semejante naturaleza.
       Jesús Esnaola (San Sebastián, 1966) entrega, Los años de lluvia (2012), una colección extraordinaria de ochenta y seis microrrelatos escritos en un dilatado tiempo, el proporcionado al narrador para llevar a cabo un riguroso proceso de depuración, y así conseguir un buen puñado de historias. El libro está dividido en dos amplias secciones, una primera cuya característica esencial es su imaginación, y resulta tan evocadora como deslumbrante por su capacidad elíptica, que titula, “Un vago secreto”, porque en sus breves historias, mezcla misterio con horror, y en otras, esperanza con destino, un combinado de aspectos increíbles de nuestra vida cotidiana que solo pueden hacerse realidad a través de la certera pluma que nos lleva o traslada a ese lado oscuro como ocurre en los estupendos, “Duvú”, “El niño de la guerra” o “Sensaciones”, que evocan esos otros límites, incluido el horror sin paliativos; y en la segunda, “El tiempo de papel”, la realidad se concreta ahora en aquello que nos circunda, y en los breves “La mesilla”, “Familia tradicional”, “Lentejas”, aparece la apariencia y la crueldad, el humor y el sarcasmo, incluso una mordaz ironía, como ocurre en “Complementarios”. Los años de lluvia es una colección de relatos que, tras una lectura atenta, nos hacen replantearnos la vida, incluso nos llevan a realizar un recuento final indescriptible porque, en muchos de ellos, se produce esa sensación de inquietud y nos mantienen en vilo hasta la última página.






LOS AÑOS DE LLUVIA
Jesús Esnaola
Sevilla, Paréntesis, 2012

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