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sábado, 14 de octubre de 2017

José Luis Rodríguez del Corral



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CONTAR UNA HISTORIA          
       Las convicciones idealistas de una juventud desenfadada, la falta de una visión realista o la escasez de escrúpulos y, sin duda, la pérdida de la inocencia con el consabido peso de la conciencia algunos años después, son algunos de los elementos con que José Luis Rodríguez del Corral (Morón de la Frontera, Sevilla, 1959) construye su relato que, en realidad, sobrepasa el calificativo de mero documento social o incluso psicológico, para contarnos un extraño suceso que parte de una gamberrada juvenil aunque, sin sospecharlo, desembocará en una incontrolada situación con un triste final, cuya magnitud ignoran sus protagonistas y, es aquí donde empieza el auténtico relato, cuando es recordado bastantes años después por uno de ellos para redimir, del alguna manera, un culpa que pesa sobre su conciencia y la de sus tres amigos involucrados.
       El resto de la novela, y el planteamiento posterior de la historia, ofrece para el lector una proyección más amplia, presenta el retrato de unos personajes con perfiles y aspiraciones muy diferentes que, tras el suceso vivido, propugnan vivir una existencia diferente en un futuro inmediato, sobre todo porque su falso idealismo les llevará a que el dinero les facilite su vida, sobre todo a Fede, Julián y Teresa, cuyo comportamiento y perfil, será matizado en la segunda parte de la narración. Aunque Andrés, el más atormentado de los amigos, será quien relate la historia, después de pasar unos años en Londres intentando olvidar el suceso y convertirse en escritor, pero cuando vuelve a España para saldar parte de su deuda y, concretamente, al Sur, encuentra con que todo ha cambiado, incluso la situación política, o el ambiente donde él mismo se movía: su visión de la realidad resulta ahora estremecedora y ajena. Rodríguez del Corral mezcla, con suma habilidad, ambos planos temporales, el recuerdo juvenil del protagonista, las playas de Trafalgar y Zahara, con unos paisajes antaño vírgenes como ellos mismos, y el presente presidido por la especulación y el enriquecimiento personal, traducido en actitudes sin escrúpulos que han dado lugar a una degradación tanto colectiva como personal, como observa Andrés cuando recorre las calles de Sevilla en busca de un pasado que no encuentra, del que solo queda el referente del viejo amigo Matías que aun malvive en el mundo de la droga, y finalmente se traduce en una dura crítica a una sociedad degradada por la malversación y la corrupción que ha llevado a sus amigos a un cambio en sus pretensiones vitales, olvidando el secreto guardado del pasado que, al final, motivará una profunda reflexión moral pero quedará en vano intento del narrador, arrastrado a la miseria misma por el triunfo ajeno. Tan es así que las intenciones de Andrés caerán en saco roto, solo cuenta con la ayuda del periodista Arce, aunque intentará poner orden en el caótico asunto del que solo podrá redimirse contando, en forma de relato, su propia versión. Y la suya no será más que una forma más de contar una historia.







BLUES DE TRAFALGAR
José Luis Rodríguez del Corral
Premio Café Gijón, 2011
Madrid, Siruela, 2012


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