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lunes, 20 de noviembre de 2017

Francisco Peralto



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EL POETA FRANCISCO PERALTO: PALABRA, ESENCIA, TIEMPO


       En las palabras preliminares al volumen que el grupo literario español Batarro hemos dedicado al poeta Francisco Peralto, escribía acerca de ese concepto que otorga «la dignidad de la poesía» porque siempre he pensado que cuando abrimos un libro de versos nos adentramos en un mundo simbólico o en ese espacio donde no importa tanto lo que se dice como el significado de cuanto se dice. De ese modo he llegado a creer que la poesía es, en muchos sentidos, un método de defensa, una forma de liberación o incluso una fuga constante. Estas afirmaciones, sentencias o, tal vez, juicios de valor, vendrían a justificar, por mérito propio, un libro, dos, incluso varios, pero verifican, aún más, el conjunto de una obra completa, puesto que así trataríamos de vindicar toda una vida dedicada a la labor poética. Y esto porque, entre otros motivos, cuando se leen los versos que durante décadas alguien ha ido publicando, se descubre en ellos una excelente  muestra de esa verdadera metamorfosis que llega a determinar toda una existencia.
       Las pretensiones de la revista literaria almeriense,  Batarro, aún siendo modestas, han querido, sobre todo en la última década y en sus últimos números, significar tanto de un modo literario como humano a algunos de los mejores poetas, narradores, ensayistas o escritores en suma con más enjundia del panorama literario contemporáneo. El esfuerzo más digno puede cuantificarse, sobre todo, en el terreno de la lírica; así al monográfico dedicado al poeta San Juan de la Cruz (1991), han seguido al oriolano Miguel Hernández (1992), el gaditano Ángel García López (1996) y, posteriormente, a los almerienses  Julio Alfredo Egea (1999) y Diego Granados (2000). Estos son algunos ejemplos de los nombres que componen, hasta el momento, ese vasto panorama lírico de la segunda mitad del pasado siglo XX. A estos seguirán, con suerte, otros poetas que no necesitarán una justificación o una suerte de presentación y que formarán parte de la familia literaria de una revista que se tilda, sobre todo, de veraz, libre e independiente de modos y de modas, y que durante años ha sabido alardear, precisamente, de adjetivos tan hermosos. 


       Ahora, con Palabra, esencia, tiempo (2003), el último monográfico de la revista, se suma a nuestra nómina la vida y la obra del poeta Francisco Peralto (Málaga, 1942), nombre y hombre significativo en la poesía andaluza y española desde que hiciera  su irrupción en el mundo de la escritura y aún más en el terreno de lo poético. Testigo de esas transformaciones que, con una profunda mirada, le han llevado a reinventar, una y otra vez, su propia escritura, Peralto ha sido durante años maestro impresor, animador literario en su patria chica, editor de no pocos escritores de renombre nacional e internacional, pero sobre todo ha sido un poeta en el amplio sentido de la palabra y en las más variadas de sus facetas. Su poesía ha transitado por todos los estilos y escuelas que desde la década de los sesenta se han ido sucediendo en el panorama poético español: ha resultado ser original, diferente y experimental. Lector incansable, ha buceado en el magisterio de nuestros grandes poetas, ha admirado los más significativos nombres de la lírica mundial y ha explorado con su poesía los más diversos rincones de la expresión lírica. Su faceta última más significativa, la de poeta experimental, pone de manifiesto el expresionismo visual de formas tan variadas como plásticas. La crítica ha resaltado de su obra el «valor de cualidades propias, no miméticas, ni clásicas, ni tradicionales, se trata de una escritura con vocación de riesgo que responde a los planteamientos de autenticidad y coherencia que se presuponen en relación con la escritura y su concepción en el mundo».
       Francisco Peralto Vicario nace en la ciudad de Málaga (España), en la primavera de 1942. Fue la suya, según expresión propia, una infancia feliz en el marco de una familia de clase obrera, condición social que le llevaría a ejercer de aprendiz muy pronto en arte del dibujo e ingresar en la Institución Sindical de Formación Profesional de Málaga para, hacia 1955, cursar estudios de Artes Gráficas y poco más tarde interesarse por el mundo de la encuadernación. En 1959 obtuvo varios premios en la Escuela Nacional de Artes Gráficas. Pasó por varios talleres de impresión y encuadernado hasta que poco después de incorporarse a la vida civil, tras su paso por el Regimiento de Infantería Aragón, de Málaga, logra concursar al Cuerpo de Correos y consigue una plaza de cartero urbano. En 1970  funda, con su hermano Juan, la que sería la obra de su vida, la imprenta Grafiper, desde donde ha lanzado sus innumerables colecciones bajo el sello de la editorial Corona del Sur. En 1975 publica Antología de la poesía malagueña contemporánea e inicia así toda un labor ejemplar en el mundo de la poesía andaluza, añadiendo títulos y más títulos propios que han engrosado su obra hasta la actualidad. Durante este tiempo ha publicado casi un centenar de títulos propios, además de conferencias, artículos en prensa y lecturas poéticas por la geografía nacional. En 1989 recibió el «Homenaje Bahía Poesía del Sur, que concedía la Mancomunidad de Municipios del Campo de Gibraltar, en Algeciras. El profesor Antonio Aguilar autor de Del paraíso a la palabra. Poetas malagueños del último siglo (1952-2002), (2003), una amplia antología, ha recogido al poeta, cuya obra—según palabras del antólogo—«oscila entre el lirismo y la naturalidad expresiva, el poema convencional y las incursiones neovanguardistas».
       En 1992 el poeta Francisco Ruiz Noguera realizaba un pormenorizado estudio de la obra  de Francisco Peralto y establecía, de algún modo, una serie de ciclos en su obra poética: un primero de poco menos de diez años, concebido bajo el título Ritual (1968-1977); en realidad, el exponente de sus planteamientos sociales y existenciales cuyo desarrollo temático quedaría establecido en la bipolaridad: vida-muerte. Tres libros componen el segundo ciclo establecido por el crítico malagueño que incluye Ritual (1982), Didascalia (1984) y Ex Verbis (1990): una clara voluntad de estilo se percibe en estos poemarios enriquecidos con recursos como la paronomasia, la similicadencia o la aliteración que logran un cierto impresionismo expresivo y una singular expresividad surrealista que, pese a novedades, no le permiten abandonar la actitud crítica. La década de los 90 estará marcada, sobre todo, por el poemario Auto de fe (1999). «En unas líneas preliminares de este libro—señala Jesús Martínez Gómez— que el propio poeta reconoce el valor de compromiso, en el más amplio sentido del término de estos poemas. Aparecen, por tanto, temas recurrentes en la poesía del autor y que están relacionados con la injusticia, la preocupación religiosa o metafísica, la incomunicación, la inquietud por el momento político que vive nuestro país y las tensiones que se derivan de él, el desamparo frente a lo cotidiano, el afán renovador o balsámico de la infancia, la necesidad creativa como única vía superadora del dolor de estar y sentirse profundamente vivo, la alegría contenida en versos espumosos de ciega esperanza en el mañana, el poder devastador del tiempo que todo lo vence y convierte en relativo, etc». Y finalmente la poesía visual, experimental, ideográfica, que ha estado siempre presente en la poética de Peralto desde sus primeros libros, El nudo de la sierpe (1979), form-A(B-C)dario (1982), Fantasía mail art en homenaje a Ninfeas y Almas de violeta de Juan Ramón Jiménez en el centenario de su publicación (2000), Apología del periodismo en libertad y epítome del papel prensa (2001) o El Manuscrito del salón de la Audiencia Real (2002).
       Palabra, esencia, tiempo, números 41, 42 y 43, de la revista Batarro, se concreta en el homenaje que la revista almeriense tributa al poeta malagueño en ese afán por mostrar los numerosos interrogantes, proyectos o propuestas que aún quedan por esperar de Francisco Peralto y que, en gran medida, contribuyen a aproximar la obra de un autor que une a su poesía la conciencia de ser un hombre de su tiempo, juez infalible que logra romper el silencio con cada uno de sus versos, con cada uno de sus libros, con cada apuesta visual con que sacude nuestra sensibilidad y nos conduzca a esa necesidad estética tan necesaria con que acometemos el siglo que ahora comienza. Una amplia selección de su obra, semblanzas de amigos como Pedro Felipe S. Granados y José Antonio Sáez, un homenaje poético al autor que dedican autores como Rafael Pérez Estrada, Carlos Benítez Villodres, Antonio García Velasco, Diego Granados, Francisco Ruiz Noguera, Ángela Serna o Jaime Siles, estudios de Jesús Martínez Gómez, Antonio Moreno Ayora, una amplia entrevista que repasa buena parte de su vida y su obra, además de una cronología puesta al día que se completa con una amplia bibliografía divida en tantas facetas como el autor malagueño ha aportado a la lírica contemporánea, antologías, exposiciones de poesía visual, monográficos, además de las centenares de reseñas y artículos publicados sobre el malagueño por la geografía andaluza, nacional e internacional, cierran un volumen de 256 páginas, profusamente ilustrado por el pintor almeriense Pepe Bernal que ha realizado una serie de dibujos para la ocasión, de una plasticidad extraordinaria y que, junto a los collages del propio Francisco Peralto, otorgan al número la singularidad de coleccionista con que ha sido proyectado.

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