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sábado, 11 de noviembre de 2017

Miguel Ángel Muñoz



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PROCESO AL INFORMALISMO CREADOR DEL PINTOR ESPAÑOL RAFAEL  CANOGAR





       El crítico de arte y poeta mexicano, Miguel Ángel Muñoz (Cuernavaca, Morelos, 1972) mantiene, desde hace unos años, un delirante y asombroso diálogo creativo en torno a la pintura y a la poesía, siguiendo, como apunta Marco Antonio Campos, los modelos de Paz y Cardoza. En realidad, para el joven crítico tanto el acto pictórico como el acto poético se  transforman en un lenguaje infinito, en ese universo que a él, ambas disciplinas, le ofrecen para la posibilidad de una lectura plural, tanto desde una visión  interior como una exterior y, con respecto al concepto de lo oral y de lo visual que se unen en un gran mosaico único, capaces de mostrar la repetición de un lenguaje (vislumbrando campos de pensamiento poético o pictórico) y el despertar de una proyección hacia  una imagen pictórica.
         En Yunque de sueños (1999), ofrecía sus reflexiones acerca de la imagen de las palabras, o la feliz coincidencia de la imagen y de la palabra como una eterna celebración que interroga el sentido universal del arte en toda su extensión.  Después ha continuado su labor en este sentido con Ricardo Martínez: una poética de la figura (2001), una obra en la que observa, siente y descifra, consuma la imagen, en definitiva. La pintura de Ricardo Martínez, señala el crítico Muñoz, encuentra significación en múltiples sistemas y relaciona el lenguaje del dibujo y el lenguaje del color. Así lo ha expresado el propio pintor: «Hay que encontrar la metáfora de la pintura y llevarla por una vía poética, e incluso lingüística, de un principio estético». Un pintor universal, otra vez, para su siguiente libro, La imaginación del instante: signos de José Luis Cuevas (2001), una obra que no se define —según argumenta el poeta—, se transforma en sí misma. Cuevas ha pasado de la línea a la estructura en una secreta pasión por la materia que es fruto de un lenguaje ilimitado. Con Materia y pintura (2002), Miguel Ángel Muñoz, se acercaba a la obra del pintor y poeta español Albert Ràfols-Casamada (Barcelona, 1923). En los trazos y manchas del arte pictórico del catalán es donde está el acierto del poeta y se intuye esa simbiosis que él mismo establece entre la expresión poética y la sugerencia que le provocan las imágenes del pintor. 
        Ahora sorprende con Espejismo y realidad: aproximaciones a la obra de Rafael Canogar (Editorial Praxis, 2003), que incluye un pormenorizado estudio del proceso creativo del pintor español, Rafael Canogar, desde la figuración hasta ese proceso de informalismo que se convirtió en el grito de libertad política, ideológica y cultural de toda una generación y dio lugar a la creación del grupo El Paso, uno de los movimientos gráficos más interesantes de los últimos cincuenta años, surgido en plena dictadura franquista y, al margen, de la pintura oficial. Los primeros cuadros del joven Canogar son de carácter figurativo siguiendo el estilo de su maestro Vázquez Díaz hasta que, tras una importante exposición en la Galería Altamira de Madrid, 1954 conociera al pintor Luis Feito y su pintura se convirtiera en la expresión del informalismo para desembocar en una pintura narrativa o figurativa, basada en las crónicas de la realidad de la España de los 60, e iniciar un nuevo proceso creativo a partir de 1967, cuyas imágenes urbanas poblaban sus cuadros otorgándoles una proyección tridimensional por necesidades expresivas. Las nuevas circunstancias históricas del proceso de democratización en España le llevaron a retomar, a partir de 1975, la abstracción y la investigación estética pura, libre, ahora sí, de compromisos sociales. Canogar pinta, en palabras del Miguel Ángel Muñoz, todas las variantes de una invención plástica: inventa un lenguaje, une y desune signos. En síntesis, el juego estético se mantiene a lo largo de la obra del pintor toledano.
        En una segunda parte del libro, Entrevista a Rafael Canogar: el arte contemporáneo vive al margen de la sociedad, se analiza el proceso creativo del pintor en el marco de una intensa introspección para llegar a una concepción artística radical como es la proyección de una visión internacional de la pintura contemporánea. Se trata de una entrevista muy personal e íntima, en la que se desgranan los mejores momentos del pintor, sus primeros años y sus primeras inquietudes y su proceso creativo, hasta la actualidad misma en la que el proceso a seguir en estos momentos es realizar una análisis sobre el conjunto y las partes, sobre materiales y esencialidades. Al pintor del siglo XXI le importa dar respuestas a unas necesidades creativas. En ese proceso se encuentra actualmente el pintor, en la elaboración de un objetivo conceptual, sin la acción de la libertad, basado todo en la conciencia y reconocimiento de la realidad.
        Cinco poemas constituyen otros tantos espacios para la pintura de Rafael Canogar. Es la particular simbiosis del poeta mexicano con la mancha del pintor. Es la interpretación de un estudio personal acerca del proceso creativo de su pintura. Así el poeta escribe: « (...) El movimiento es forma,/ ritmo, metáfora./ Instante anterior:/ portavoz de la memoria,/ el cuadro gira, cambia;/ traduce, culmina. La línea oscura,/ no por ser sombra sino por transformación./ Arquitectura de sombras». Y el pintor añade volumen, forma, colores suaves, expresión abstracta de una realidad que se transforma en espacio habitable, pese a las sombras. El libro contiene, además, una tercera parte, Espejo y desafío: cuatro aproximaciones estéticas, de Rafael Canogar. En realidad, cuatro miradas del artista sobre el arte y sus fundamentos. «El arte es un reflejo de la realidad —escribe el pintor—, pero este concepto de la realidad es tan amplio que no se puede abarcar en nuestros días». En una primera aproximación, el sentido de la misma se concretaría en la frase, «Busco una síntesis formal-informal, un equilibrio entre forma y materia». El segundo aspecto de sus reflexiones se refiere a la relación hombre-arte y por extensión al mercado del arte, la relación que establecen el artista y el merchand y la progresión de su práctica. El tercer aspecto se relaciona con las vanguardias artísticas y en su defensa de grupo. «Las vanguardias —señala el pintor— podrían ser espejo donde mirarse, reto y referencia del artista». «Pintar sigue siendo —después de tantos años— una imperiosa necesidad vital, una forma de autorrealización; vehículo o correa de transmisión de todas mis emociones —señala Canogar—, una herramienta de comunicación y una forma de ser y de vivir».
        Se trata de poner de manifiesto, y así lo hace Miguel Ángel Muñoz, el sublime arte de la reinvención nunca mejor expresada en la obra del pintor español Rafael Canogar para quien, por otra parte, su obra se reparte entre la conciencia y el reconocimiento de la realidad. Quince reproducciones de la obra del pintor ilustran y acompañan el libro que recoge así una imagen plural del artista español.






Miguel Ángel Muñoz; Espejismo y realidad: aproximaciones a la obra de Rafael Canogar; México, Editorial Praxis, 2003; 93 págs.   

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