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viernes, 20 de agosto de 2021

Rosario Ferré

 Rosario Ferré o la búsqueda de una identidad histórica                   

 

 


 

       La producción narrativa de la escritora Rosario Ferré (Ponce, 1938-San Juan, 2016) forma parte de la llamada generación de los setenta en Puerto Rico, su país natal. El movimiento surge con la intención de crear una producción literaria que no solo cuente una  historia sino que adopte una posición alejada de la tradición, una nómina de escritores que rompa con las concepciones ideológicas de la generación anterior de 1950, y postule su concepto sobre el puertorriqueño, su antifeminismo, su concepción histórica e ideología de clase, incluso su actitud ante el devenir de los acontecimientos. Rosario Ferré sobresale bajo esos parámetros que distinguen a su obra de sus precedentes, en su mayoría escritores varones, con temas esenciales: una identidad propia, y los abusos del poder. Su oposición frente a la opresión caracterizará a la mayoría de sus obras, La muñeca menor (1976), El cuento envenenado (1976) y Papeles de Pandora (1976), y apunta a conflictos étnicos, políticos y sociales en la sociedad puertorriqueña, une sus historias a acontecimientos históricos de la isla y maneja diferentes técnicas literarias innovadoras que incluyen el uso de un vocabulario mordaz y directo respecto a la crítica de algún acontecimiento, con personajes de una ideología específica que exponen situaciones diversas a través de la ficción, apoyadas por acontecimientos reales, y subrayan la importancia de las frecuentes incursiones de la realidad en el discurso ficticio, y una variedad de temas que proyectan diferentes circunstancias de su país. Sus primeras obras conllevan puntos de vista diversos y perspectivas variadas de la sociedad, textos que incluyen ideas de un evidente matiz feminista, y permiten un acercamiento al tema de la búsqueda de la identidad, principalmente en los personajes femeninos que, en realidad, se buscan con la intención de encontrarse a sí mismas como independientes en una sociedad patriarcal elitista. Esta es la forma de leer a Ferré, de interpretarla, de sentirla y representarla, porque sus discursos descriptivos e informativos explican cómo esa falta de identidad, además del control político y religioso, matizan los prejuicios étnicos, una línea de separación social y racial que retrata a la sociedad puertorriqueña.

 

La novela  

      

       Maldito amor (1986) es una novela corta que, con otros tres relatos, forma parte del volumen que ahora edita La Navaja Suiza, y sus referencias a raza y género adquiere especial relevancia en el discurso de los hablantes, y la presencia de las voces de mujeres que interactúan en un entorno de valores establecidos, difícilmente modificables respecto a consideraciones raciales y de género, aunque para Ferré el concepto de “humano” cobra especial relevancia en cuanto a la raza, categoría social que incide en cómo es visto el individuo, o se percibe a sí mismo. Una conciencia que provoca el propio cuerpo como objeto valorado o devaluado por la cultura, y un hecho histórico y cultural relacionado con el sutil juego social que destaca, esconde o transforma la apariencia corporal que conforma esa construcción y fragmentación de la identidad nacional: blanco, negro o mulato, e incluye la subjetividad individual. La novela cuenta el cambio drástico que se produce en el sistema económico y productivo cuando las centrales azucareras de Guamaní, lugar ficticio trasunto de Puerto Rico, pasan a manos de accionistas norteamericanos.

 


       La apariencia física carga de sentido la historia de Ferré cuando se convierte en ese lugar de distinciones que establece la comunidad e influyen en la identidad individual, entonces aparece la voz de Hermenegildo Martínez, abogado, periodista y apasionado novelista, que describe una sociedad paradisíaca aunque el trasfondo sea el retrato del prócer Ubaldino de la Valle, cuya historia se propone contar. El narrador se presenta como una autoridad, aunque a medida que avanza en su relato lo que prometía ser una apología del prócer y de una comunidad idílica, dará un vuelco cuando varios narradores interrumpen sus elogiosas descripciones y ofrecen otras versiones de la historia de la familia de la Valle. Hijo de Doña Elvira de la Valle, y de Don Julio Font, Ubaldino comparte, con las tías maternas, obsesionadas por la pureza de sangre, la afición a leer libros de genealogía. La primera en interrumpir las descripciones del narrador es la antigua sirvienta de la casa e hija de una esclava liberta, Titina, con un estilo oral y preocupaciones cotidianas que contrastan con el discurso altisonante del novelista. Otros miembros de la familia aportan sus propias perspectivas, Laura, mujer de Ubaldino, hijo Arístides y Gloria Camprubí, “una mulata hermosa, de esas que detienen el tráfico”, que según Arístides, estudia para enfermera cuando la conoce, pero una vez en la casa se opone a que Gloria se siente a la mesa con la familia porque es negra; en cambio Laura la acoge y la emplea para que se haga cargo de su marido enfermo de sífilis. De amante de Arístides, Gloria termina casándose con su hermano Nicolás, se transforma en amiga y confidente de Laura, cuida a Ubaldino hasta su muerte y es la madre de Nicolasito. La relación de Gloria con los tres hombres revela no solamente la promiscuidad sexual en las familias de abolengo, sino que agrega nueva información sobre Julio Font, importante para establecer la genealogía familiar, y pondrá al descubierto los valores de la sociedad guamaneña; tres mujeres desbaratan el relato de Hermenegildo, Titina, Laura y Gloria, que desmontan la leyenda fundacional que pretendía inmortalizar a Hermenegildo. 

       Las voces femeninas muestran cómo la clase dirigente ha contribuido a construir una comunidad en la cual sus ciudadanos estaban sujetos a un tipo de circulación social propugnada por los valores de un grupo que privilegia determinados rasgos físicos o ciertos orígenes. El discurso narrativo sugiere que estas narradoras son muestra de cómo la circulación social permite oportunidades en las relaciones subjetivas que influyen en la plasmación de personalidades únicas, subjetividades que no pueden ignorar su concepto de clasicismo corporal.

 

Tres relatos

 

       Rosario Ferré concibe los tres relatos siguientes como una extensión menor, y aunque pueden leerse como independientes, en su conjunto ofrecen una visión completa de ese devenir de la sociedad puertorriqueña. El primero, “El regalo” define y matiza la división de la sociedad, y ese esfuerzo que despierta conciencias y transforma las estructuras sociales que impiden la plena unión de los individuos. La historia cuenta la situación de dos educandas en El Sagrado Corazón, un colegio católico femenino. Ferré marcará una contradicción en cuanto al aspecto religioso, se acepta de forma general que la religión católica apoya la hermandad de sus feligreses sin importar la clase social de los mismos, pero en la narración se percibe lo contrario, y las apariencias de las dirigentes del colegio construyen un espacio que dará cuenta de los oportunismos sociales, políticos y culturales creados a conveniencia de un grupo separatista y preocupado por la pureza de sangre.

       El cuento "Isolda en el espejo," remite, una vez más, a esa búsqueda de la identidad histórica desde una perspectiva femenina, y la protagonista decide tomar las riendas de su situación y obrar en consecuencia; se trata de un cuento con diversos niveles de lectura, un ejemplo de como la crisis de la identidad nacional de Puerto Rico se refleja en el conflicto básico de cada individuo frente a la sociedad de la que forma parte, una sociedad que se encuentra dividida por los que apoyan el convertirse en una estrella mas de la bandera de los Estados Unidos, y por los que quieren vivir en un país independiente y soberano de toda infiltración extranjera.

       La extraña muerte del capitancito Candelario cuenta la historia de la “Gran Batalla de la Salsa”, qué ocurrió y por qué el protagonista fue tan alabado. En el relato se vislumbran distintos temas respecto a Puerto Rico y Estados Unidos, y a lo largo de la historia existe esa continua referencia hacia la metrópoli, y aunque en una primera instancia parece que se habla de la capital de la isla, a lo largo de la lectura esa suposición se vuelve errónea. Se habla de Estados Unidos y Puerto Rico es una colonia de dicho país. Rosario Ferré inventa que, en un futuro hipotético, Estados unidos ya no tiene interés por la isla caribeña, y parece que la isla tuvo su independencia sin un movimiento armado, aunque todo obedece a una estrategia por parte de la Metrópoli si consideramos un alejamiento político porque la realidad ya no vive ese período de colonias, sino de un poder económico mucho más ventajoso.

 


 

                                          Maldito amor

                                         Rosario Ferré

                             Madrid, La Navaja Suiza, 2021

 

 

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