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jueves, 28 de abril de 2022

Patricia Esteban Erlés


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                           Érase una vez la tradición

 

 

       Sabemos que ocurren cosas extraordinarias, aquellas que suponemos rompen las leyes naturales y, en ocasiones, nos encontramos ante hechos difíciles de explicar, quizá por eso Patricia Esteban Erlés (Zaragoza, 1972) se sirve, para su nueva colección de cuentos, Ni aquí ni en ningún otro lugar, de imágenes alegóricas y de universos paralelos, recrea un mundo de fantasía que nos obliga a elaborar hipótesis posibles sobre lo leído, conjeturas acerca de una realidad que no es tan estable y sólida como parece, sino que forma parte, al menos, de dos planos diferentes: lo evidente y lo dudoso. Sobresale, en estos relatos, la imaginación de la narradora, característica que no surge de una proyectada evasión de la realidad, sino que profundiza en ella. Dos primeros libros llamaron la atención de la crítica, Abierto para fantoches (2008) y Manderley en venta (2008), este como ensayo de una colección de interesantes relaciones duales, con unas deliberadas comunicaciones inequívocas, incluso un cierto sentido de culpabilidad en la mayoría de sus historias, una trama secreta que convertía un espacio cerrado en cómplice de otras posibilidades de relaciones que la aragonesa se permitía con sus personajes, otorgando a sus cuentos el beneficio de una trama enigmática que nos transportaba a otra dimensión, a ese lugar donde lo superfluo y las complacencias estaban ausentes, un hecho que demandaba una lectura atenta, capaz de discernir las oportunidades que ofrecía este curioso libro. La colección Azul ruso (2010) es la crónica de una decadencia actual, la abolición de un mundo reconocible porque sus criaturas comparecen en la escena como prisioneras, le ocurre a Emma Zunz, protagonista de su cuento más extenso, convive con sus gatos, ancestralmente, animales misteriosos e independientes, traidores e imprevisibles, y lo más curioso es que el universo de la mujer sobrevive en estos cuentos, cuya vida subterránea, paralela, tan aislada como real, se muestra en sus relatos más significativos, así la narradora crea un mundo a su alrededor para que sus historias tengan consistencia, un espacio donde personajes como una cajera, una adúltera, un superhéroe, un maquillador de cadáveres o una pareja de jóvenes que se replantea su relación por una iguana abandonada, sobreviven en una realidad cotidiana, inamovible, porque lo tangible siempre esconde los pliegues de una irrealidad, de una fantasía en que basamos una experiencia, y optamos por olvidar. Casa de muñecas (2012), reúne una colección de relatos góticos, ilustrados por Sara Morante, una especie de parada de los monstruos, de belleza convulsa sobre la parte más oscura del ser humano, los sueños que desde niño alberga la mente y no se dejan ver porque lo onírico es una parte del individuo y lo que la narradora muestra es ese lado oscuro, esos miedos y fobias que guardamos desde siempre, nos fascinan y se representan en esas muñecas que tienen la belleza de lo eterno de la vida inanimada, y un lado bastante oscuro.

       La buena literatura nos permite que, desde una primera mirada, se intuya la madurez en sus textos, descubrimos a un escritor que ha encajado, de una manera minuciosa, palabra por palabra, provoca una atmósfera ambigua, o causa un temblor que estremece al leer, ocurre en estos cuentos de Esteban Erlés y las verosimilitudes de Ni aquí ni en ningún otro lugar exponen una minuciosa recreación que reinventa aquellos cuentos de la niñez, con una mirada y una visión personal que no desdice a ninguno de los singulares ejemplos de la tradición literaria popular infantil, y una vez más, la narradora zaragozana, conforma un hermoso y estremecedor catálogo humano de gestos y de personajes marcados por una serie de constantes para que nunca olvidemos que, en realidad, somos los libros que hemos leído y los cuentos que hemos oído en nuestra más tierna infancia.

       Patricia Esteban Erlés escribe sobre el amor, la muerte, la traición, la locura o la crueldad, y sus cuentos están protagonizados por unos personajes que se parecen poco o nada a los de nuestra niñez, porque las dieciséis historias de Ni aquí no en otro lugar suponen una curiosa colección y, en ocasiones, muchos de ellos resultan inesperados, porque la narradora irá dando continuos saltos temporales, llevándonos a antiguos palacios con princesas de largo cabello trenzado, o a dos niños que ven cómo avanza la noche en el asiento trasero del coche y, como cabía esperar, esta estructura funciona y ha sido capaz de trasladar ese mismo terror o esa pesadilla, esa moraleja a relatos de una coetaneidad que nos hace ver que hubo un tiempo en el que las historias sobre brujas y reyes eran la actualidad. En esta entrega recrea los cuentos tradicionales y nos asoma a ellos desde el otro lado del espejo, aunque Esteban Erlés no pretende que lo narrado suceda aquí o en algún otro lugar, su mundo no es real sino imaginado, surge de lo más oculto, incluso de lo oscuro. Y, como en la tradición, hay unos niños perdidos que no son Hansel y Gretel, pero que nos recuerdan a ellos, transitan en una realidad más adversa, y una madrastra que no es la de Blancanieves porque piensa y siente, sufre y ama, o un monstruo que se parece a Bestia que Bella finalmente amó tanto, o nos encontramos a una princesa encantada que no es la Bella Durmiente pero que lleva siglos atrapada en un sueño que envuelve todo en un acuciante fondo negro. No debemos pensar que son los personajes de los cuentos que conocemos, aunque podrían serlo si volviéramos atrás a las pesadillas de nuestra niñez porque la narradora reinventa esos personajes y los convierte en seres desvalidos, crueles o incomprendidos, y nos ofrece un conjunto de cuentos tan hipnóticos como sobrecogedores, y de una factura bellísima.

       Este libro reúne un muestrario de sensaciones e impresiones de acentuado estímulo que provocan una fuerza singular a una prosa de belleza sugerente, un concienzudo trabajo que nos lleva a experimentar esa pulsión psíquica que nos dirige hacia la acción de un fin tan dinámico como trabajado. La artista chilena, Alejandra Acosta, firma las inquietantes ilustraciones que añaden una oscura belleza a las palabras de Esteban Erlés, reproducen el terror que dibujan, y alimentan con imágenes nítidas nuestras pesadillas. Pedro M. DOMENE

 

Patricia Esteban Erlés, Ni aquí ni en ningún otro lugar; Madrid, Páginas de Espuma, 2021.

 

 

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