El origen del árbol de Navidad
Uno de los elementos que no suele faltar
en casi ningún hogar, comercio o plaza principal de una población es el típico árbol
de Navidad, decorado con sus guirnaldas, bolas y luces.
Hay varias teorías sobre cuál es el
origen de este elemento tan significativo de la Navidad, pero la mayoría de
expertos apuntan a que es la consecuencia de una antiquísima tradición que
realizaban los Celtas, quienes con la llegada del solsticio de invierno
realizaban una ofrenda a Frey (dios del Sol y la fertilidad), adornando un árbol al que
denominaban ‘Idrasil’ (Árbol del Universo).
Parece ser que en el siglo VIII, el
religioso Bonifacio (canonizado en santo tras su muerte en el año 754) fue enviado por
el papa Gregorio II a evangelizar los países de Centroeuropa y al
llegar a Alemania se encontró con la antigua tradición celta y la reconvirtió
en una costumbre cristiana, decorando y dedicando un árbol al natalicio del
Mesías.
Pero todavía tendría que pasar algo más
de un milenio para que el árbol de Navidad (tal y como lo conocemos hoy en día)
se popularizase y fue a partir de 1840, cuando la Reina Victoria del
Reino Unido contrajo matrimonio con el príncipe alemán Alberto
de Sajonia, quien llevó hasta Inglaterra la costumbre de
adornar un árbol.
Se podría decir que la Reina Victoria y su
familia fueron unos auténticos ‘influencers’
de su época, ya que toda aquellas costumbres que realizaban acababan siendo
copiadas por el resto de ciudadanos británicos y por otras casas reales
europeas.
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