…me gusta
Territorio quebradizo
Un cuidado
acercamiento a lo fantástico en La piel
intrusa (Páginas de Espuma, 2019) de Yanina Rosenberg
Una de las
paradojas más insospechadas que nadie pudiera imaginar sería conceptuar lo
fantástico como algo expresamente real; y si fuera así cabría preguntarnos, ¿es
lo fantástico lo contrario de lo real?, o ¿tendríamos que excluir lo uno de lo
otro?, incluso ¿donde impera lo fantástico, descartamos lo real? En términos
narrativos y literarios habría que sopesar que no podría existir lo fantástico
sin la existencia de lo real, entendiendo este último concepto como una de esas
formas convencionales con las que nuestra sociedad piensa, entiende y comprende
aquello que solemos llamar realidad. El cuento fantástico requiere de la confusión
de elementos que llamamos “realistas”, es decir, que imitan “lo real”, y
elementos o hechos “sobrenaturales”, tan asombrosos como insólitos que
comparten ese mundo análogo a la realidad cotidiana. Esta coexistencia ambigua
de mundos dispares convierte a lo fantástico en una especie de contradicción,
porque el mundo creado por un relato fantástico sostiene la intrusión de lo
inadmisible, de lo imposible, dentro del orden establecido de lo cotidiano; y
es en esa conexión donde se asientan los efectos literarios e incluso
filosóficos del relato fantástico.
La realidad puede resultar frágil siempre y cuando lo
fantástico convierta en siniestro conceptos cotidianos como la maternidad, el
sexo, el amor, la pareja, la locura, la ternura, a ese abismo que nos lleva a
la evasión y traza un puente fronterizo en nuestras pesadillas, al tiempo que
se convierte en ese instante propicio donde el germen visceral queda expuesto
como aquello que pretendía quedar oculto o callado, y queda así mostrado como
un nuevo estado hasta que otra sorpresa ocupe su lugar, o cada uno decida lo
contrario. Yanina Rosenberg (Buenos Aires, 1980) ofrece con su libro, La piel intrusa (2019), una mirada poética
a nuestra cotidianeidad, y nos invita a un inquietante viaje a través de unas
historias poderosas que golpean la rutina de nuestras emociones, conforman nuestra
vida y la narradora desarrolla con una fría seducción que entronca con el
surrealismo más absoluto. Rosenberg escribe catorce relatos en un libro cuyo
título, en principio, es una declaración de intenciones porque esa intrusión es
la que un día se nos cuela en el cuerpo mientras dormimos, o aquella que a otra
mañana, sin ser conscientes de lo que sucede y de los vacíos que provoca, nos
transforma en esas mariposas pintadas como ocurre en “Mariposas en la pared”, la
historia de una mujer desesperada, un ex marido y una hija que ha de ser
clonada, un tema que se repite con niños problemáticos como en “El peor castigo”, donde una madre va al
colegio para que le cuenten por qué han expulsado a su hijo, en “Guazuvirá”, se cuenta una historia
siniestra en la que tres muchachas se enfrentan a un destino macabro en un lugar
que debería resultar paradisíaco; en “Evelina”
otra madre que pierde a su hija en su propia casa y la recupera convertida en
varios clones; en “Una tibieza elástica”
muestra el caso de los padres separados que se pelean por el hijo, aunque en
este caso nos encontramos con un final tan inesperado como impactante; en
realidad, historias en la que soñamos con una hija más cariñosa, reconsideramos
un crimen sin culpa, y tampoco no pasa nada por ambicionar la perfección del
vínculo entre madre e hija.
Desde el punto
de vista temático los cuentos de Yanina Rosenberg se articulan en torno a la maternidad y a las
relaciones humanas y/o amorosas. En el primer caso se observan lazos
desconectados, silenciosos, conflictivos, inconstantes o desconocidos, donde la
idea del doble y la pérdida de control se convierte en una amenaza permanente; impera
el punto de vista de las madres frente a los hijos, aunque aparecen algunas
salvedades como la mujer que busca con quien habla su madre o la joven que
cuida a un niño cuando el padre no está. En el segundo caso, se trata de vínculos
en constante oscilación, parejas, amigas o gente que se conoce por casualidad
que deambula entre un pasado compartido o breves momentos intensos con enajenaciones
y alejamientos repentinos, curioso el caso de las tres amigas que se pelean por
un hombre durante un viaje o el marido inmutable frente a la computadora.
Cada
protagonista se desgasta emocional y físicamente, e incluso algunos en esa
búsqueda de encontrar nuevas alternativas para su vida. Los personajes
secundarios interactúan en menor medida, y la mayoría se sienten alienados como
esas otras formas de lo siniestro ligadas a lo que no resulta perceptible.
Ninguno termina de conectarse totalmente con los demás porque aparecen
fragmentados y absortos en sus propias especulaciones. Ante esta perspectiva el
lector debe concluir, a su manera y en cierta medida, cada historia. La permanente
presencia de la naturaleza es otra de la singulares características en tanto
símbolo de libertad o esa fugacidad de nuestra existencia, y la amenaza de tormentas
en muchos de estos relatos se convierte en esa metáfora de los estados
anímicos, y esencialmente como ese atributo de la transformación que atraviesan
los personajes, los objetos, los espacios y, en definitiva, los lectores una
vez terminado el libro.
LA PIEL INTRUSA
Yanina
Rosenberg
Madrid,
Páginas de Espuma, 2019
No hay comentarios:
Publicar un comentario