Enero, 2022
El mes de los días frío, y extraños, o al menos un ambivalente tiempo que en ocasiones nos trae los primeros copos de nieve, aunque, claro, en este Sur de nuestro entorno casi nunca vemos la nieve que cubre las montañas cercanas; eso sí, viento, frío y una sensación térmica que hiela y cubre de blanco las mañanas.
Vuelven, tras el paréntesis navideño, los Cuadernos del Sur, a donde envío Summetimes blues, una curiosa novela sobre rock and roll, de un amigo, Diego Prado, es un homenaje a Eddie Cochran y su famosa guitarra. Al mismo tiempo recibo la entrevista contestada e interesante de Eduardo Halfon que se publicará en la última semana de este mismo mes.
Otros proyectos se van humando, un propósito ce proponer una nueva entrevista a Francisco López Barrios, en otro tiempo agitador cultural y periodista en algunos medios importante; leo, paralelamente, la última novela de Ricardo Menéndez Salmón, Horda, una sistopía sobre la especie humana y su declive. La envío a Cuadernos con el propósito de su publicación.
La segunda quince del mes me lleva a los propósitos de lectura de las novelas recientes de Esther García Llovet y Cristina Sánchez Andrade, y a empezar el encargo de Turia, la novela premiada, El renegado de mi admirado Julio Castedo.
Enero se despide, en lo personal, con una triste noticia, la pérdida de un amigo, ese amigo del alma, Pepe Bernal, con quien tanto he compartido, trabajo, viajes, intereses comunes, la fascinación mutua por el arte, y aún más disfruté de su humanidad, de su bondad, y de su pasión por la luz y la belleza de nuestra tierra.
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